abuela–. Mis amigas se ponían muy malas, pero yo estaba tan contenta que sólo tenía paz, paz y más paz»
más gorda, que es por lo que las demás vecinas fardaban de
bebés; sino por su mirada dulce y penetrante»
“¿De dónde vienes hoy tan contento?” “Algo malo te ha pasado, ¿se han vuelto a meter contigo?”. No hay forma de engañarla, nunca.
orgulloso, se jactaba ante sus amigos de que su niña ya lo llamaba
«¿A ver cómo dice mi niña Abba?»
hombre santo, entendió lo que quería decir la niña
noviembre, recordaba mi abuela entre lágrimas. Ella era del Señor,
sólo era feliz con las cosas del Señor» Y me enseñaba la foto que colgaba en su salón
obediencia, incluso en la adolescencia. «Nunca me dijo que no a nada que yo le mandara. A todo decía sí, sí, sí»
José, que nos cuidó y protegió hasta el último momento de su vida.
¡Qué hombre extraordinario! ¡Cuánto me enseñó y me ayudó!
Reina de los ángeles!
Isabel. Con ella practicó la Caridad perfecta: le llevó su ayuda física
y al mismísimo Dios para que lo conociera
por todos!
Envuelto en pañales o en el sudario
Ella me muestra al mundo
Como hombre nací; como hombre he muerto
El mundo no entiende. Ella tampoco, pero tiene esperanza
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.