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Román G. Camas @RomanGCamas
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Existen destinos maravillosos para perderse. Carabás o Nunca Jamás son ejemplos que a todos se nos vienen a la cabeza. Incluso esa isla a la que todos llevarían sus cosas favoritas. Hoy me ha tocado a mí y me he equivocado de destino. Ya voy en el tren destino a #Doquier.
La cosa es que necesitaba desconectar y me han insistido e insistido que sólo quedaban billetes de ida para #Doquier. A ver cómo me vuelvo el 6 de junio. Por cierto, qué frío hace siempre en el #AVE.
«AVE, los que van a morir de frío te saludan»

#microcuento
No he podido evitar fijarme en una chica morena de un asiento cercano. Tenía su verde mirada fija en el paisaje a través de la ventana, aunque parecía que sus pensamientos no iban más allá de su propio reflejo en ella.

Ya ha sido entonces cuando un chaval se ha acercado a ella.
«¿Cómo estás? Cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mí?»

Ella no lo ha reconocido y, tras disculparse por su error, él ha vuelto a su asiento con tristeza en sus ojos grises que me ha conmovido.

Ha sacado un libro, #LaHistoriaInterminable, y se ha puesto a escribir en el margen.
Llevo toda la mañana paseando por #Doquier. Para los que no lo conozcáis, es un país costero muy pequeñito entre Francia y España que parece que vive ajeno al resto del mundo. No tiene hospitales ni cementarios, por lo que nadie es natural de Doquier ni muere aquí.
Así que me parece el lugar perfecto para que sus paisajes me inspiren para escribir, buscando lo que todo escritor anónimo anhela: la inmortalidad.
Ya me lo habían comentado pero, hasta que no lo he visto no he terminado de creérmelo: la gente que vive en #Doquier a veces confunde la palabra escrita con la verbal, la metáfora o el símbolo con lo literal y las palabras polisémicas entre ellas.
Sin ir más lejos, estoy en un chiringuito al lado de la playa y he pedido un café solo. Esta ha sido la respuesta del camarero: «Pero si ya está usted solo».

Creo que este sitio me está empezando a gustar. En fin, voy a intentar escribir algo de provecho.
La rutina de las gentes de #Doquier me resulta insuperablemente entrañable. Cada mañana temprano, un padre viudo sale a pescar con su hijo, con el coincidí en el tren y que ha venido a acompañarle en su duelo. El bote no podría tener otro nombre mas que "Porvenir".
Casi suelen coincidir con el pescadero, que se levanta cada vez más temprano para poder coincidir también con Lamar, la amable panadera, de la que es indudable que está enamorado. Y más poético resulta cómo le da calabazas antes de que las calles estén iluminadas cada día.
Cada medio día, un grupo de amigos que se acaban de mudar aquí vuelven a intentar inútilmente introducir un piano de cola por una de las diminutas ventanas de su nuevo hogar. Han pasado dos días y el piano sigue sobrevolando expectante las calles de #Doquier.
Te sientas solo en las cafeterías y escuchas conversaciones de lo más divertidas: una chica le pedía a su novia que quería que fueran despacio y la otra le replicaba que más espacio no era capaz de ofrecerle.
Por las noches, un grupo de activistas políticos se reúnen en la playa para discutir sobre el color de su nuevo partido. Últimamente, el blanco es el que está tomando la delantera: para captar los votos de indecisos y hastiados, defienden.
Esta tarde, mientras intentaba fútilmente escribir algo, no he podido evitar escuchar a una pareja sentada cerca de mí:
«—¿Qué te impulsa a escribir?
—Para mí, las historias invaden mi cabeza sin pedir permiso y se quedan para siempre sin pagar el alquiler. Y además, después de tantos años sin saber de Marga, la idea de que el éxito de un libro mío pueda llegar a sus oídos me resulta irresistible»
Atraído por la curiosidad, cuando me he girado, me ha sorprendido ver que los que conversaban eran aquella mujer de ojos verdes del tren y el muchacho de ojos grises que pareció haberla confundido con otra. #LaHistoriaInterminable donde éste garabateaba les acompañaba.
Me he sentado con ellos con la excusa de la escritura y me han acogido muy amablemente. Ella se llama Adenda y él Gero, o Jero; no me ha quedado claro.
Acabo de volver de una moraga con Gero y Adenda en la playa en la que han estado Lamar y muchísima más gente con la que he aprendido cosas muy interesantes sobre este sorprendente lugar.
Resulta que Gero, como yo, se mudó aquí hace unos años con el objeto de escribir "su gran obra". Me ha contado que la casa que se ve desde todos los rincones de este pequeño país pertenece a un famoso escritor cuya novela puso a #Doquier en el mapa.
Desde entonces no se ha parado de recibir visitantes de todos los lugares del mundo con ganas de presenciar los paisajes descritos en la novela o escritores anónimos con ansias de inmortalidad. Sin embargo, nadie conoce al autor de aquélla, al que se le conoce simplemente como J.
Por su parte, Adenda ha llegado aquí huyendo de su vida pasada, que tiene que ver con algo relacionado con olores irreconocibles en sábanas. E irreconciliables.
Tanto es asi que ésta es la conversación que he llegado a escuchar entre ella y Lamar:

«—Era un hombre consentido. Ése sería un buen resumen.
—En ese caso, parece que la que no lo tiene eres tú si te marchaste de su lado».
Después de eso, estuve charlando con Gero sobre el desconocido escritor que, a pesar del anonimato que compartía con nosotros, era "reconocido" en todo el mundo y de su antiguo amor, Marga:
«—¿Ves esa casa con la que parece observarnos a todos? Me recuerda al sitio de donde vengo. Marga vivía en el edificio más alto de la ciudad. Daba igual donde me escondiese yo, siempre estaba presente.
—Quizá por eso no hubierais tenido ningún futuro»

Se me está pegando.
Durante el almuerzo, Gero me ha presentado al editor que descubrió al misterioso Jota y que, parece ser, le dará una oportunidad a él también. Según ambos, #Doquier es una garantía de talento, aunque ya se están repitiendo más de la cuenta las quejas por tanto turista literario.
Me encantaría leer lo que está escribiendo Gero, cuyo primeras notas están en los márgenes de su #LaHistoriaInterminable. Le ayudan a inspirarse, dice. A lo mejor le comienzo a imitar. Lo mejor es cómo Adenda lo mira.
Hoy no ha estado con nosotros. Se ha quedado con su hermana, soltera y que también vive por aquí, que está a pocos meses de dar a luz y hoy no se encontraba bien.
Estoy dando una vuelta con Adenda mientras esperamos a Gero que tenía una reunión muy importante con su futuro editor y luego quería contarnos algo muy importante. Adenda me ha confesado que se siente atraída por Gero pero que teme no saber realmente cómo es:
«Gero existe en mi mundo desde que sé de su existencia y es, después de tan pocos días, como quiere mostrar que es. Yo sólo relleno los huecos de su personalidad y su pasado de manera inconsciente y como a mí me gustaría que fuera»
Luego, hemos estado hablando del misterioso escritor de la casa de la colina, al que tanto quiere parecerse Gero; y de la "cuasi famosa" Marga, que tan viva parece tenerla en sus recuerdos. Supongo que eso es lo que impide a Adenda a lanzarse.
Después de dos horas esperando a Gero, nos hemos empezado a preocupar por su ausencia. Cuando Adenda me ha dicho que anoche le dio su #LaHistoriaInterminable para que lo cuidase («por si acaso, me dijo»), nos hemos puesto a buscarlo.
Seguimos buscando a Gero, sin noticias. Ni buenas tampoco.

Hemos preguntado en los sitios que más frecuentaba: al camarero de El Prólogo, al portero de El Epílogo, incluso a los poetas swinger de El Nudo; sin resultados.
Los más interesados en ayudarnos, al menos, preguntan si se escribe con G o con J, y los más indolentes aducen que sólo la descripción física les resulta familiar.
El día está perdiendo sus últimas horas de luz y, con ello, nuestras opciones de seguir buscando. Al menos por hoy.
Esta mañana, el "Porvenir" del viudo y su hijo, mientras pescaban y recordaban a la mujer ausente, se ha topado con un cuerpo flotando en el agua: un anónimo escritor con un punto y coma tatuado en su muñeca. Y, aunque estuviese "prohibido" morir en #Doquier, estaba por venir.
Y sí, es Gero. Aunque al principio nos ha costado reconocerlo, tras acudir a la llamada de los pescadores, ya no hay duda. Tiene marcas en los tobillos, como si se hubiese atado algo en ellos y luego se hubiese soltado.
Sobra detallar que Adenda está destrozada y confundida. Desde esta mañana ha cogido #LaHistoriaInterminable particular de Gero para buscar respuestas entre sus páginas.
De entre sus páginas sobresalen postales de #Doquier y otras ciudades, anotaciones en pequeños trozos de papel sobre futuros relatos que jamás llegarán a escribirse y fotos de una vida pasada de la que nunca sabremos. Quizá Marga tenga respuestas pero, ¿cómo damos con ella?
Ya hemos revisado tres veces todas las anotaciones en los márgenes del libro sin encontrar ninguna pista sobre el paredero de Marga, más allá de una carta a medio terminar que no quisimos leer.
La sonrisa amarga de Gero cada vez que hablaba de ella la sigue martilleando hasta que, entre papeles arrugados y fotos rotas, encontró en un cajón de su habitación de hotel un teléfono móvil con el que nunca lo vimos.
Hemos accedido a la agenda y ni siquiera hemos tenido que esforzarnos en buscar el contacto que deseábamos. Estaba el primero: AMarga.
Adenda le está contando todo. Va para largo.
Marga viene de camino a #Doquier.
Mientras esperamos su llegada, Adenda me ha puesto al día. Resulta que la policía ya se había puesto en contacto con Marga por ser la mujer de Gero, a pesar de llevar separados y sin saber nada el uno del otro más de cinco años.
Todo parece indicar que se trata de un suicidio, a prejuzgar por el particular tatuaje en la muñeca en el que no habíamos reparado días antes.
Aún así, Marga no conoce ningún episodio anterior de intento de suicidio por parte de Gero. ¿Pero qué sabemos del Gero de antes del 1 de junio? ¿Y Marga del de después de hace cinco años?
Todo parece haber cambiado en #Doquier. Ajenos a lo que ha ocurrido, Lamar finalmente le ha concedido una cita al pescadero y el piano de cola por fin ha encontrado un hueco por que colarse en la casa del par de amigos.
Las chicas de la cafetería que se habían dado un tiempo por incompatibilidad linguística han decidido casarse y los activistas políticos han optado finalmente por el añil para el color de su partido.
Los poetas swinger de El Nudo han cerrado por traslado y el camarero de El Prólogo le ha comprado con sus ahorros El Epílogo a su dueño.
Pero lo que tiene a todo el mundo exaltado es el inesperado anuncio de que J. vendrá mañana a #Doquier a presentar su segundo libro, recién salido de la imprenta, tras el rotundo éxito del primero para, por fin, revelar quién está detrás de esas maravillosas páginas.
Ojalá Gero estuviese aquí para conocerlo.
Hemos recibido a Marga en la estación hace unos minutos. Tampoco tiene billete de vuelta. No se parece en nada a Adenda: ojos marrones y un cabello rubio demasiado corto; así que nos quedará la duda de con quién Gero confundió a Adenda en el tren.
Por el contrario, la triste mirada de Adenda en el tren, para nada cercana a la actual a pesar de la situación, sí que se puede apreciar en la de nuestra nueva visitante.
Después de firmar los papeles de la defunción («Jerónimo», después de todo), se ha echado a llorar: «Nunca pensé que no iba a ser yo la que decidiera no volver a verlo más. Esa decisión debería haber sido mía».
Rápidamente se ha recompuesto y ha preguntado por el famoso editor. Claro, parece ser que él fue el último que vio a Gero, perdón, Jero con vida.
«Jero y J. son la misma persona». Así de rotundo ha sido el editor. Tras contarle lo sucedido, y causar en él cierta consternación, nos ha explicado que había sido idea de la editorial ocultar el nombre del autor como técnica publicitaria con el primer libro.
«Y la idea era mantener el misterio con el segundo libro. Pero Jero vino a quejarse ayer. Estaba completamente obsesionado con que se supiese que esas dos delicias literarias las había escrito él. Ante nuestra rotunda negativa, se marchó airado».
«—¿Y la presentación de mañana? Deberíais cancelarla y dar una explicación.
—El show debe continuar. Finalmente decidimos que tenía razón y que íbamos a desvelar su identidad. Vamos a seguir adelante y no se me está permitido deciros más. Lo siento de veras».
Ahora todo cobra sentido. Jero no quería más que llamar la atención de Marga para que supiese que había tenido éxito al fin. ¿Y lo de mañana? ¿Y si fuera todo un truco para asegurarse de que Marga estaría en la presentación?
Eso explicaría la extraña frialdad de su editor y el hecho de que Marga y Adenda se nieguen a creer en un supuesto suicidio y, mucho menos, en un irresoluble homicido.
Mañana a las 17:00, saldremos de dudas.
Me he despertado más tarde de lo que debería. Cuando he bajado, Marga y Adenda ya estaban en la playa charlando: «Llevamos aquí desde muy temprano. Hoy el "Porvenir" no ha salido»
«—¿Dónde es la presentación del libro de J... de Jero?
—En El Epílogo, aprovechando la despedida de su anterior dueño.
—Bien. Os dejo aquí charlando. Me voy a ir a escribir el resto del día por ahí. Nos vemos un poco antes de las cinco».
Hemos llegado los primeros a El Epílogo con, debo confesar, cierta esperanza de que Jero hubiese montado toda esta treta y finalmente estuviere vivo.
No ha sido así. La editorial ha colocado a un actor (o a saber quién) para que figure y se dedique a firmar a las millones de personas que se han trasladado a #Doquier. No se cabía de gozo. Y el nuestro en un pozo.
Luego, han anunciado que J. ha decidido retirarse de su oficio y no volverá a escribir. Claro, esa literatura jamás podrá imitarse por nadie.
Marga estaba henchida de odio y Adenda la ha calmado:

«—¡Tenemos que descubrir la verdad! ¡Ese no es Jero!
—¿Y quién lo es, Marga? ¿El Jero que tú crees recordar? ¿El que yo quería que fuera y nunca sabré si habría sido así? ¿El del que está escribiendo Román en twitter?»
«—Ése que hay ahí es el Jero de toda esta gente que ha vibrado con sus libros sobre #Doquier. Es su verdad y nosotros tenemos la nuestra, que es igual de imperfecta —ha concluido Adenda».
Tras esas palabras, un silencio inaudible entre tan bullucio nos arrastró fuera de El Epílogo, no sin antes comprar el par de libros de Jero. Los míos, sin firmar.
Ya es 6 de junio, fin de mis vacaciones. Tras una llamada telefónica a su actual pareja, Marga ha decidido quedarse en #Doquier un tiempo («para perderme», ha dicho) mientras que Adenda y yo hemos conseguido un par de billetes de ida a casa («lo siento, no quedan de vuelta»).
«—Bueno, ¿has conseguido escribir algo decente estos días o algo? —me ha preguntado en el vagón.
—Algo».
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