El Gamper de 1993 es quizá el más nostálgico que me vienen a la cabeza. En aquella final se enfrentaron el Barça de Johan Cruyff y el Tenerife de Jorge Valdano, dos técnicos y sus dos equipos que marcaron una época con sus revolucionarias e innegociables apuesta por el balón. 
Los invitados fueron el Hadjuk Split, como parte del fichaje de Vucevic en 1992, el Girondins, que había finalizado segundo en Francia tras solo un año en la máxima categoría y que tenía a Zidane, y el propio Tenerife, que había entregado dos Ligas al Barça desinteresadamente.
En aquel torneo se producirían, entre otros, dos debuts. El más esperado era el de Romario, fichado del PSV para reemplazar a Witschge como extranjero. Pero en el Tenerife también había un nuevo delantero, con ganas de revancha. En las fotos, además de Romario y Vucevic, le vemos
En su libro, Guardiola habla bien de muchos compañeros del Barça, destacando sus virtudes personales y profesionales. El trabajo de Amor, el toque de Eusebio... Sobre Antonio Pinilla tiene algún comentario más general: “era el mejor futbolista cuando yo estaba en la cantera”.
Tras ser el máximo goleador del Barça Atletic en la 89/90, su primera temporada, Pinilla debutó con Cruyff. Un año después volvería a ser el máximo artillero del filial con 18 goles, llevando al equipo de Costas al título y al ascenso a Segunda. Esa 90/91 contó para Johan.
Su buen hacer goleador lo llevó al primer equipo en repetidas ocasiones, llegando a participar en la final de Recopa perdida contra el ManU. Pero finalmente Johan no confió en él como parte de la primera plantilla y fue cedido al Mallorca, primero y al Albacete, después.
Su año en el Mallorca lo llevó a ser parte del plantel que ganó el oro olímpico en Barcelona ‘92. Si bien no le sirvió para que Cruyff confiara en él, en parte frenado por el fichaje de Romario, su curso en Albacete le permitió recalar en un equipo en alza, el Tenerife de UEFA.
Así fue como regresó a Barcelona para medirse a su ex equipo, y a Johan. En la semifinal, Pinilla le enchufó los dos al Girondins que voltearon el marcador. Paralelamente Romario se estrenaba con un hat-trick ante el Hadjuk. Todo en orden.
Pinilla había llegado para sustituir a Pizzi. En la final que se jugó el 25 de agosto, Valdano alineó la dupla Pinilla-Latorre por delante de Dertycia y Pier. Por parte azulgrana, Cruyff junto a Romario y Christiansen, danés que había sido recambio en el filial del propio Pinilla
Si bien, a la postre, las cifras de Pizzi fueron inigualables en la isla, y Pinilla no logró asentarse en la delantera de Valdano, el canterano azulgrana sí vivió allí la noche esperada. En menos de 25’ ya había perforado en dos ocasiones la portería de Zubi.
Romario tampoco quiso quedarse atrás y dio esperanzas a los azulgrana cerca del final, cuando el rival ya jugaba con uno menos por la expulsión de César Gómez. Pero Chano puso el 1-3 definitivo que les dio el trofeo, como si fuese parte de la deuda en aquel “amigos para siempre”.
