En economía no hay milagros. En política tampoco. La realidad se impone con dureza. Hitler esperaba que la magia hiciera aparecer nuevas divisiones que le hicieran ganar la batalla de Berlín. La realidad era otra: solo un puño de niños y ancianos estaban en las líneas de defensa.
Hitler también era un perdedor radical. Prefería destruir toda Alemania antes que alguien le sobreviviera. Así parece ocurrir con Nicolás. Prefiere destruir a Venezuela antes de dar su brazo a torcer y asumir que su régimen es un fracaso y su liderazgo es tenebroso.
Las últimas medidas tomadas son solo un ultimátum que pretende darle a la sensatez. Pero la realidad se resiste. El Petro es una ficción montada sobre una expectativa que ellos no han honrado. Ellos destruyeron la empresa petrolera. Ahora quieren darla en garantía.
Ellos que no han podido sostener la economía petrolera venezolana pretenden que el Petro se sustente en reservas probadas que hay que explotar y luego colocar en los mercados. Un fraude piramidal q no se sostiene en una sola verdad. Son ofertas alucinógenas condenadas al fracaso.
El problema no son las medidas sino quien es capaz de proponerlas y sostenerlas. El problema es el régimen, su socialismo totalitario, la corrupción que los ha carcomido, y las alianzas con los peores enemigos de la libertad.
