Bueno, amijos, como lo prometido es deuda, pues hoy os voy a contar la historia de la señora que luchó contra los nazis (¿y ganó?). Hilo:
Nuestra historia empieza a principios de siglo XX, cuando un señor pianista decide hacerse una banda de música con sus cuatro hijos y le da a cada uno un instrumento aleatorio para ver si tienen talento.
Desgraciadamente para él y para sus planes de formar una banda, sólo una de sus hijas (a la que le había endiñado aleatoriamente un violonchelo) había heredado su talento musical.
Pero vamos un pelín para atrás, que hay que empezar el hilo en condiciones.
1904, Ámsterdam. Nace Frieda Belinfante, una jovencita que hacía lo que le daba la gana porque cuando le pedía permiso a su madre para hacer algo, ella siempre le decía que le preguntara a su padre. Y cuando le preguntaba a su padre, su padre siempre decía
Según su hermana, todo el mundo andaba detrás de Frieda cuando era adolescente, los zagales y las zagalas (aunque a ella sólo le interesaban las zagalas). No porque fuera guapa, sino porque era muy segura de sí misma.
Aunque, y este es un dato que os ofrezco de forma puramente académica, guapa también era un chorro. Yo ojalá casarme.
Además, Frieda venía equipada con una función a la par eficaz y absurda, que era que como te descuidaras te arreglaba la vida.
“Siempre ayudo a otra gente; si se lo merecen o no, eso viene después. No todos se merecen el esfuerzo, pero el esfuerzo siempre merece la pena.” Palabras de una mujer con la que de repente muchas os queréis casar también.
Y la frase no era ni medio broma. La primera vez que Frieda se pasó tres pueblos ayudando a alguien tenía 16 años. Una amiga suya rusa había cumplido los 21 y quería volver a su país para casarse con su prometido, pero las autoridades no le daban sus papeles.
Frieda decidió que había que arreglarlo, así que le falsificó un pasaporte.
Ahorró dinero, le compró un billete de tren a su amiga, le dio el pasaporte falso y un día, de madrugada, la plantó en un tren. La amiga hizo parte del camino antes de ponerse en contacto con Frieda y decirle que no sabía qué hacer.
Así que Frieda le dijo a su padre: Oye papá, que voy a poner a esta muchacha en Rusia.
Y el padre le dijo:
Y fue a buscarla. Y la puso en Rusia.
Yo no sé muy bien qué deciros de todo esto. Yo a los 16 años estaba, no sé, aprendiendo a freír un huevo, probablemente.
Total, que mientras le arregla la vida a quien se deja, Frieda sigue estudiando música y dándole fuerte al violonchelo. Y a medida que su reputación mejora, su círculo de amigos empieza a convertirse en Todo Músicos.
Con 16 años Frieda ya ha decidido que siente “una gran admiración” por las mujeres y se ennovia fuerte con una compositora y pianista diez años mayor que ella, Henriëtte Bosmans. Aquí la prueba del delito.
No os voy a mentir, aunque Frieda siempre insistió en que Henriëtte fue su primer amor y el amor de su vida, a mí la relación me parece como demasiado turbia.
Frieda tenía 16 años y Henriëtte 26, pero Frieda era la que cuidaba y se preocupaba de ambas. Además, en los siete años que estuvieron juntas Henriëtte tuvo muchas relaciones con hombres, lo que a Frieda no le hacía ninguna gracia.
¿Estáis interesados en saber que Henriëtte llamaba a Frieda “Pops” y “Mommy”? Pues ya es tarde para decir que no, ya lo habéis leído. Si sufro yo, sufrimos todos.
La relación acabó desintegrándose de manera gradual cuando Frieda se casó con un señor flautista que se emperró a fuego en casarse con ella aunque ella le dijo ochenta mil veces que no estaba interesada en señores.
Un día el señor se presentó con un revolver en su casa y le dijo que no quería vivir sin ella. Todo así romántico y poco tóxico.
Frieda le dijo básicamente que se podían casar si así dejaba de pegar calor con el tema, pero que las cosas entre ellos no iban a cambiar a ningún nivel. Él aceptó, se casaron y luego él se deprimió porque su esposa lesbiana no le quería. #NoSePodíaSaber
El matrimonio duró poco. Obviamente.
Mientras todo esto pasa, Frieda se ha convertido en toda una figura del violonchelo en su país, da clases de música y se convierte en la primera mujer en Europa en dirigir una orquesta profesional.
Frieda es bastante feliz en esta época. Su carrera musical es un éxito, tiene sus amoríos aquí y allá. Hace lo que le da la gana (como siempre) y empieza a vestir trajes de chaqueta y a engominarse el pelo para atrás, que un clásico del bollerismo de la época.
Pero un día Frieda tiene que reunir a los componentes de la orquesta que dirige y les dice: “Muchachos, esta orquesta ya no existe. Esta orquesta nunca ha existido.”
¿Y por qué? Pues porque estamos en 1940, acaba de empezar la ocupación nazi en los Países Bajos y Frieda tiene Otras Prioridades que incluyen exclusivamente luchar contra los nazis.
Una de las primeras cosas que hacían los nazis era captar a los artistas, porque a diferencia de nosotros no eran tontos y sabían que la producción musical, literaria y artística de un país vale su peso en oro como herramienta de control e influencia.
Si eras artista, tenías que producir lo que ellos te indicaran. Si no lo hacías, nadie te contrataba y te morías de hambre.
El caso es que Frieda empieza suave, trabajando con un grupo de músicos, poetas y otros artistas que intentaban apoyar económicamente a los que se negaban a colaborar con los nazis.
Pero a medida que avanza la ocupación, el grupo se enreda más y más en movidas que les pueden costar la vida y este grupo de artistas acaba convirtiéndose en uno de los frentes más activos de la resistencia.
Frieda empieza a falsificar documentos para sacar a familias judías del país como ya hizo en su día con la muchacha que puso en Rusia. En el tema de falsificar trabaja con un señor poeta del que se podría hablar en #MariconesDeAntaño, Willem Arondeus.
Al principio no hablan mucho más allá del trabajo, pero una noche Willem le pregunta a Frieda si cree que vivirán para ver el final de la guerra. Ninguno de los dos lo creía. Y a ninguno de los dos le importaba.
“Si me diera un golpe en la cabeza” dijo Frieda, “me podría morir también, así sin más. Así que si voy a morir, voy a pedir un precio alto por mi vida.”
A partir de ese día se forma entre Frieda y Willem un lazo de amistad a hierro y trabajan juntos con la armonía y la eficacia de la confianza ciega mientras buscan pisos vacíos para ocultarse y familias judías a las que ayudar.
Un día, un matrimonio judío no llegó a la cita que habían concertado con ellos. Frieda decidió ir a casa del matrimonio a investigar, que es tan mala idea como suena. Allí fue arrestada por la Gestapo, que enseguida envió agentes a su casa para requisar todo lo requisable.
Todo lo requisable, teniendo en cuenta que hablamos de la dictadura nazi, es literalmente todo lo que no esté clavado al suelo.
Así que estás en el cuartel general de la Gestapo. Se han llevado la mitad de tu casa para investigarte y eres 100% culpable de todo lo que puedan sospechar y luego de unas pocas cosas más. Pero tenemos un plan muy simple que sólo requiere gónadas de acero.
El plan es literalmente Hacerse La Tonta, que está muy bien porque en esos momentos cuentas con las dotes teatrales que descubres que tienes cuando eres una falsificadora de documentos de la resistencia y te ha arrestado la Gestapo.
Señor de la Gestapo, ¿a dónde me lleva? ¿Señor de la Gestapo? ¿Por qué me arresta? ¿Se han llevado la comida de mi casa? ¿Cómo voy a comer ahora, señor de la Gestapo? ¿Señor? ¿Señor de la Gestapo? ¿Me explica las leyes, señor? No sé mucho de leyes. ¿Señor de la Gest…
Al final dijo que no podía más e hizo llamar a un alto oficial para contarle “información secreta” que en realidad no tenía nada que ver con nada. Nivel “Mire, si quiere saber un secreto, Pepe es rico pero nunca lleva dinero encima para que le invitemos a las cañas”.
Los nazis están hartísimos de esta señora y la mandan a su casa. Y ella dice que no, que no se va a su casa porque ellos le han robado la comida y los muebles y ahora cómo va a comer. Ajá, se pensaba usted que me iba a engañar y a quedarse con mis muebles, señor de la Gestapo.
Total, que al final los nazis la soltaron y la devolvieron a su casa. Con todo lo que le habían quitado. Así que al día siguiente ya estamos otra vez en marcha dando por saco desde las sombras y aquí no ha pasado nada.
Pero un día, durante una reunión, el grupo cae en que tienen Un Problema™.
Resulta que en el registro civil de Ámsterdam hay copias de todos los documentos de identidad. Así que si un día comparan un documento falsificado con el original del registro, enseguida se va a saber que alguien está repartiendo documentos falsos como churros.
Frieda propone una solución: destruir el registro civil. No es un plan muy elegante pero, como diría sir Pratchett, cuenta con la ventaja de la simpleza y de una larga tradición de éxito.
Así que estos poetas, músicos y artistas se pasan cuatro meses trazando un plan de ataque con uniformes falsos, mapas del recinto, sedantes para los guardias y vigilancia de horarios que ríete tú de Misión Imposible.
El ataque fue un (medio) éxito.
Por un lado, en el incendio que resultó del ataque sólo se destruyeron alrededor del 15% de los documentos del registro. Por otro, el ataque le dio a mucha gente una buena excusa para ser increíblemente incompetente en su trabajo durante mucho tiempo.
Los que trabajaban en el registro se pasaron meses sin encontrar nada porque casualmente todo lo que les pedían se había perdido en el incendio. Los bomberos se equivocaron un poco apagando el incendio también, y resulta que con tanta agua se destruyeron más documentos.
Hay que ver las cosas que pasan, ¿eh?
Desgraciadamente, Frieda y sus compañeros no tuvieron tiempo de celebrar el éxito de su plan, porque el grupo fue traicionado.
La Gestapo arrestó y ejecutó a todos los que habían llevado a cabo o planeado el asalto. Las últimas palabras de Willem Arondeus, que había sido el jefe de la operación, fueron: “Que se sepa que los homosexuales no somos cobardes”.
Bueno, la Gestapo arrestó y ejecutó a todos los que habían llevado a cabo y planeado el asalto… menos a Frieda.
Después de enterarse de que habían sido traicionados, el grupo se separó para ocultarse más fácilmente y Frieda decidió asegurarse de que su rastro fuese difícil de seguir haciéndose pasar por hombre.
Estuvo tres meses ocultándose bajo un nombre masculino. Tres meses en los que se cruzó varias veces con su madre, sin que la reconociera. Tres meses en los que le fueron llegando las noticias de los arrestos y las ejecuciones de sus compañeros.
Ella, guerrera sin igual (de incógnito).
Aun así la Gestapo le seguía la pista y después de tres meses la situación se hizo insostenible, así que Frieda tuvo que huir del país con ayuda de otros grupos de la resistencia.
Tardó casi dos meses en llegar a Suiza, tras cruzar los Alpes a pie, en el invierno de 1944. Y no lo cuento porque sólo la historia de la fuga y de su vida en el campamento de refugiados (donde tuvo problemas por ser abiertamente lesbiana) daría para otro hilo entero.
Cuando acabó la guerra y volvió a Ámsterdam, Frieda se dio cuenta de que no había represalias para los que habían colaborado con los nazis, los que habían vendido a sus vecinos y a sus amigos.
Y se dio cuenta de que nadie hablaba de la guerra. Era como si nada hubiera pasado, porque todos querían olvidarlo lo antes posible.
Pero Frieda no podía olvidarlo después de lo que había hecho, lo que había visto y lo que había perdido. Así que en 1947 decidió que no podía más y necesitaba un cambio, y se marchó a Estados Unidos.
Después de liarse con alguna señora en el barco, porque aquí no hemos venido a perder el tiempo, Frieda se ennovia con una muchacha con la que compra un coche y se van a pasearse por los Estados Unidos un mes entero, carretera para arriba, carretera para abajo.
Después se pillan una casita en Laguna Beach, donde viven de forma tranquila y Frieda tiene tiempo para descansar como se merece. Por primera vez desde la guerra, Frieda vuelve a tocar el violonchelo por placer.
Han pasado muchas cosas desde entonces (de hecho el violonchelo de Frieda ha cambiado de dueño un par de veces antes de volver con ella), pero recordemos que antes de la guerra tenía una carrera musical meteórica que era la gran pasión de su vida.
Frieda todavía conservaba una reputación importante a nivel internacional y además sabemos que cuando quería algo era un poco como un misil tierra-aire, así que no tarde en volver a meter la cabeza en el mundo de la música y poco a poco se entrega a él completamente.
Primero en Laguna Beach y luego en Santa Fé con su última pareja, Frieda retoma sus conciertos, su carrera de directora de orquesta y vuelve a dar clases de música. Y el resto de su vida, Frieda lo dedica a vivir tranquila*.
*Por vivir tranquila me refiero a formar a un montón de músicos, fundar una de las primeras orquestas profesionales sin ánimo de lucro y luchar contra la homofobia de sus compañeros, que la retiraron de más de un puesto de trabajo.
Frieda murió en Santa Fé con 90 años, en 1995. Sus actividades durante la guerra habían quedado completamente olvidadas y tan sólo un par de años antes de su muerte se empezarían a reconocer sus méritos.
Los que la conocían dicen que era imposible detenerla. Problemas de salud, dinero o trabajo, prejuicios contra su sexualidad o la ocupación nazi. Nada podía pararla, dicen, porque tenía una confianza absoluta en sus acciones, en la necesidad de posicionarse y ayudar a los demás.
Y ahora es cuando os engaño para que aprendáis.
No hay muchísimas fuentes para conocer la vida de Frieda en detalle, pero hay una de un valor incalculable: una entrevista de más de siete horas que el Museo Memorial del Holocausto le hizo a la propia Frieda un año antes de su muerte.
Las cintas están digitalizadas y pueden consultarse gratis en la página del museo (collections.ushmm.org). Si sabéis inglés las recomiendo muy fuerte para que conozcáis su historia completa, contada por ella misma. Aquí hay un "trailer" de la entrevista.
También hay un documental de 1999 que me ha sido bastante útil. Se titula “But I Was a Girl” y lo podéis encontrar en Vimeo on Demand y tristemente en pocos sitios más. Es de pago, pero el 90% de la información está sacada de la entrevista que os he comentado antes.
Y esto es todo, amijos.
Este ha sido el hilo de Frieda Belinfante: violonchelista de éxito, pionera en el mundo de la dirección de orquestas y azote de los nazis.
Y colorín colorado, este hilo heroico se ha acabado. Y ahora digo yo, HACE MIL AÑOS que no hablamos de bolleras victorianas. Así que en enero os contaré la historia de las señoras victorianas que (casi) se casaron.
Podéis leer este y otros hilos sobre #SeñorasQueSeEmpotraronHaceMucho en el mensaje que encabeza mi página de Twitter. Si os ha gustado o habéis aprendido algo nuevo, podéis ayudarme muchísimo con un par de euros a través de Ko-Fi.
ko-fi.com/firecrackerx
¿Estoy editando el hilo chorromil horas después para poner dos fotos de Frieda que me encantan y tenerlas aquí forever? Sí.

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Sep 9, 2019
Bueno, amijos, como lo prometido es deuda pues hoy os voy a contar la historia de la señora que tuvo la familia más queer que jamás vio el siglo XIX. Hilo:
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Aquí puedes encontrar todos mis hilos de #SeñorasQueSeEmpotraronHaceMucho, Historias Absurdas y Reales De Señoras Históricas Que Se Comían La Cara.

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Aquí puedes encontrar links a todos los hilos publicados hasta ahora. No llevan el nombre de la protagonista, pero están ordenados en el orden en el que se publicaron. Altamente recomendado si es la primera vez que los lees.
twitter.com/i/moments/9724…
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