En los siguientes tuits.
También lo ha llevado por los caminos del gremio avocado a la ingeniería, comenzando por ser alumno del CETI Colomos GDL.
El monto 850 pesos mensuales, pesos mas o menos.
¿Mucho o poco?
Pero no.
La #TransformacionDeCuarta está otorgando becas como si vacunarlos fuera.
El muchacho, por supuesto, dijo “de aquí soy”.
¿Promedio, estudio socioeconómico algún compromiso?
Nada, nada, inscripción y ya.
Eso, digan lo que digan, edauca.
Y desde mi perpectiva no es para bien.
Pero yo soy un genocida neoliberal, por supuesto.
Le informan días después que sí fue aceptada su solicitud.
Todo correcto.
Uno supondría que viene el apoyo y listo.
Pero antes hay otro paso, y atención a lo siguiente ...
En pocas palabras mi sobrino va como fauna a hacer la clásica “cargada”.
Gente que, bajo cierta coerción, hace acto de presencia para servir de fondo.
Iba usted porque se le daba algo a cambio.
Mi padre, taxista la mayoría de su vida, fue “cargada” muchas veces, todo por la promesa de un permiso de taxi. Era ir o ser expulsado del sitio.
Lo dicho “cargada”.
Sencillamente tramoya, extras en un actos ignominosos donde el trasfondo era simular un aval a las políticas en turno o, todavía peor, al caudillo en turno.
Práctica de demagogos populistas nada institucionales.
Aquellas prácticas que sucedieron en tiempos de mi padre taxista, ahora suceden en tiempos de mi sobrino estudiante.
Hacerle valla al caudillo por el beneficio que van a recibir.
¿Es necesario que el presidente en persona las otorgue?
Si viviéramos en un gobierno institucional por supuesto que no.
Se tramita y llega el apoyo.
Apoyo que pagamos todos los contribuyentes, y gracias a éstos se otorga.
No bueno.
Pedazo de gobierno plagado de idotas tenemos que no pueden laborar si no viene le presidente.
Es eso o se necesita hacer el ritual de la cargada y adoración al caudillo.
Mi sobrino tiene que esperar a que venga el caudillo, hacerle valla, figurar en el acto de pleitesía, revivir la práctica de la “cargada” para que le llegue el dinero de su beca.
Y éste que escribe recordó a su padre taxista haciéndo valla en los años 70.
Destruyendo instituciones.
Volviendo a prácticas del culto personal.
“A la hora que usted quiera, señor Presidente”.
Caudillismo populista.
Una vez que había finalizado la “cargada” solía escucharse un consolador:
“Que chingue a su madre el PRi y el Presidente”.
Válido hoy día.