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El próximo 11 de febrero se descubrirá un mural en Watts, Los Angeles. Es la excusa para recordar a un hombre, una historia, una leyenda. "La Leyenda del Mejor Jugador de la Historia que jamás jugó en la NBA". Su nombre: Raymond Lewis.
Raymond nació el 3 de septiembre de 1952 donde "los negros dejaron de tenerles miedo a los blancos", en Watts, al sur de Los Angeles. Un suburbio de "sexta categoría" en sus inicios y la capital de la indigencia y el crimen para los reportes de los diarios angelinos de la época.
Con apenas 12 años, la rompía en los playgrounds ante rivales hasta 10 años mayores. Incluso, cuenta la leyenda, aceptaba jugar por dinero 1 contra 3 y con lo que ganaba ayudaba a que durante la cena hubiera algo en el plato. "A lo sumo perdía uno o dos partidos de 10", decían.
Sabía que tenía que ayudar a su familia, pero la noción se convirtió en obsesión durante 1965, cuando a punto de cumplir 13 años en su barrio estallaron las Watts Riots, y ya nada fue igual. Su única misión era convertir su talento en una salida para él y su familia.
Watts Riots se denomina a las jornadas sangrientas que ocurrieron entre el 11 y el 17 de agosto de 1965, cuando la comunidad negra salió en defensa de Marquette Frye, un joven de 21 años detenido por, supuestamente, manejar ebrio. Frye fue salvajemente maltratado por la policía.
La comunidad negra protestaba. Las autoridades ignoraban sus reclamos. Ese episodio fue el detonante de un estallido social que terminó con 34 muertos, 1.032 heridos y destrucción de propiedades por al menos 40 millones de dólares.
Raymond Lewis creció en ese contexto. Dribbleando adversarios, dribbleando balas. La imagen retrata lo que era vivir en Watts durante esos días: doble a la izquierda o recibirá un disparo. Raymond apenas pasaba por la escuela. Sus notas eran bajas. Solo pensaba en el básquet.
Cuentan que las pandillas no sabían si rendirle tributo o secuestrarlo. En tiempos colegiales ganó 3 títulos consecutivos con los Verbum Dei Eagles. Entre 1969, 1979 y 1971 jugaron 92 partidos. Ganaron 88. Disparate total. Y Raymond hacía cosas que nadie había visto en una cancha
Llegó el tiempo de ir a la universidad y las ofertas eran muchas, pero no de programas de primer nivel. Las aparentes razones se centraban en su baja formación educativa, el lugar del cual provenía, que tomaba tiros demasiado lejos de la canasta y que no era buen defensor.
Durante un mes, Raymond Lewis cayó en su primer pozo depresivo, hasta que luego de conversar con su padre, dijo: "si me tengo que quedar aquí, así será, pero no jugaré gratis para nadie, no jugaré para nadie por menos de lo que valgo". Ese sería su mandamiento interno.
Jerry Tarkanian, uno de los mejores entrenadores del básquet universitario de Estados Unidos, se lo quiso llevar a Long Beach State. Y le prometió un auto que a Raymond le encantaba, lo que iba contra las reglas (Lewis lo confesó décadas más tarde). Sin embargo...
Raymond se fue a Los Angeles State por un auto más caro y 2.000 dólares por mes. Hace unos años, Tarkanian, lejos del despecho, solo afirmó: "Entonces dije que podías poner a los 5 mejores defensas de la NBA y él los despedazaría. Hoy digo que fue el mejor jugador que haya visto"
En su 1º año en la universidad, Raymond Lewis promedió casi 40 pts con más de un 55% de campo. Pequeño detalle: no había triples. En un partido ante Santa Bárbara hizo 73! 30-40 en dobles y 13-13 desde la línea. En su 2º año también la rompió. Se asomaba la NBA.
Raymond se consideraba el mejor de la camada 1973, pero la liga seguía enfocada en jugadores más grandes físicamente y de edad. Y en promover blancos. El racismo estaba presente. El 1º fue para Philadelphia, que tomó a Doug Collins, figura en los JJOO. Lewis fue seleccionado 18º.
¿Y quién elegía en el puesto 18º? Sí, Philadelphia. Desde ese día, Raymond Lewis lo tomó como un desafío. Él era mejor que Collins y lo iba a demostrar en los campamentos de verano. El pobre Doug (luego DT de Michael Jordan en los Bulls), ni sabía la tormenta que se le venía.
En la primera práctica abierta a la prensa, Collins fue para un equipo y Raymond para otro. El de Doug era mucho más talentoso. Bueno, antes de finalizar el tercer cuarto, Lewis llevaba anotados 60 puntos, la mayoría ante Collins. El entrenador tuvo que suspender la práctica.
La rivalidad entre los dos crecía como un volcán en erupción. A Collins le ganaba la presión. Raymond disfrutaba y le estampaba 52 puntos al equipo de verano de los Lakers. Entonces pensó ¿por qué yo tengo que ganar menos dinero que Collins si soy 10 veces mejor?
Se presentó en las oficinas del mánager de Philadelphia y le pidió renegociar su contrato. Le dijeron que iba a ganar 400 mil dólares en 3 años, mientras que Collins había arreglado un millón por 5. Lo peor: se enteró de que los 400 mil eran mentira. Iban a ser 190 mil más bonus.
Raymond le hizo honor a la charla con su padre y regresó a Watts. Philadelphia lo suspendió por un año sin goce de sueldo. Cuentan que empezó a jugar por dinero y que en el mismo día se llevó unos cuantos miles de dólares por ganarle en fila a los 30 mejores de la zona.
Philadelphia cambió de entrenador. El tren volvía a pasar por su puerta. Raymond volvió a entrenarse con el equipo a pedir del coach Pat Williams y en su primer partido de preparación clavó 43 puntos. Poco... En el segundo hizo 50. Un poco mejor. En el tercero, 58. Y...
No tuvo mejor idea que volver a golpearle la puerta al mánager. Lo dejaron en un cono de incertidumbre durante un par de días. Raymond empezó a discutir en cada práctica, a realizar planteos, algunos serios, otros rídiculos para quien no había jugado aún oficialmente en la liga.
Philadelphia volvió a negarse a pagarle lo que él pretendía. Y esta vez Raymond cayó en las drogas y el alcohol. Sospechaba seriamente que la NBA lo estaba boicoteando por alguna razón que incluso iba más allá de lo racial. Desde entonces, ese pensamiento fue parte del día a día.
Pasaron 3 años y un Raymond fuera de estado y operario en una fábrica recibió una propuesta de uno de sus ex entrenadores para realizar el campamento previo a la temporada con los San Diego Clippers. Llegó con varios kilos de más y un aspecto descuidado.
Por si fuera poco, su competencia en el puesto era de altísimo nivel, Estaban World. B. Free, un respetadísimo jugador, y Randy Smith, el MVP del All Star de aquel año. Lo que parecía ser la sombra de Raymond Lewis los hizo puré en cada entrenamiento. Demostró ser mucho mejor.
Atrás había quedado la ilusión de jugar en la ABA, por entonces la liga que competía en popularidad contra la NBA, por una denuncia de Philadelphia contra Utah, la franquicia que lo iba a utilizar. San Diego parecía ser su boleto a la gloria.
Raymond comenzó a sentirse cada vez mejor y en 4 de 8 partidos de pretemporada hizo al menos 50 puntos, incluso ganando uno con un tiro desde mitad de cancha. San Diego le ofreció un contrato de inmediato. Por fin un capítulo marcado por la felicidad... Pero...
El contrato era por el mínimo, tal cual establecía la NBA para un jugador en las condiciones reglamentarias que, por entonces, cumplía Raymond Lewis. Y sí, el volvió a hacerle honor a aquella frase. Nunca jugaría por menos de lo que valía.
En 1981 anotó 67 puntos para San Antonio en un partido de verano y la escena se repitió. En juegos de verano con profesionales de la NBA le dio una clínica a Michael Cooper, figura de los Lakers y uno de los mejores defensores de la liga. Hizo 56 puntos en solo tres cuartos.
Raymond Lewis se transformó en el "Fantasma". Así se lo conoce en el Planeta NBA. Jamás jugó un partido oficial. Sin embargo, todos conocen su legado. "Hizo lo mismo o más cosas que Isiah Thomas, solo que 10 años, o que Iverson, solo que 30 años antes", dijo el gran Bill Walton.
Existe un proyecto de documental sobre su vida, aún no finalizado, pero que cuenta detalles geniales que no entran en este hilo y ofrece varios trailers. Pueden verlos acá: raymondlewis.com
Verbum Dei retiró su camiseta en 2004 ¿El número? El 23...
Murió el 11/2 de 2001, Tenía solo 48 años. Iban a amputarle su pierna derecha, la de su explosivo primer paso, por una infección.
Ese día se jugó el All Star Game.
Su estrella ya estaba en el cielo, arriba de todas.
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