En Guadalajara, indiscutible, los quintuplicaban.
Finalmente, el monarca lo rompió dirigiéndose a sus ministros con una pregunta angustiosa:
“Y bien, señores, ¿qué hacemos ahora?”.
Se sondeó la posibilidad de actuar así, pero los capitanes generales respondieron mayoritariamente con dudas y circunloquios y el director general de la Guardia Civil, el general Sanjurjo, afirmó que no podía garantizar el apoyo del cuerpo.
A continuación el republicano Emilio Castelar subió al estrado y pronunció este discurso que fue respondido con encendidos aplausos:
Era radicalmente regeneracionista y en su ingenuidad política aspiraba a resolver el conflicto territorial y la lucha de clases.
Duraría lo que el caciquismo tardaría en criminalizarla.