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Hace exactamente 20 años los venezolanos apostaban por un teniente coronel venido a menos y además golpista. Ofrecía lo que la gente “cansada de los políticos” quería escuchar y así, le entregaron una Constitución y con ella un país entero. Nadie se quejó por aquella salida fácil
El teniente coronel marxista asaltó los Poderes públicos, destruyó las instituciones del Estado, inició una persecución política e ideológica, cerró medios y encerró en la carcel a todo aquel que fuera un obstáculo para sus planes. Cómo lo logró durante 20 años? Quién lo paró?
El teniente coronel marxista jugó con el dinero y lo “repartió” creando una falsa sensación de bienestar en todos los sectores, en todas las clases sociales. Su plan no estaba oculto, cualquiera podía verlo y entender que todo iba viento en popa de acuerdo a lo planificado.
Pudo expropiar por venganza propia a aquellos que tenía en la mira. Pudo expropiar fábricas de café, pastas, leche y otros, para HOY controlar los alimentos e industrias para HOY negar las medicinas e insumos médicos. Pudo barrer con el agro y miles de hectáreas privadas: 114mil
El teniente coronel marxista robó dinero del Estado, quizás el robo chavista sea el más grande de la historia de la humanidad. (Quizás) Pudo robar bancos del estado, pudo robar dinero de PDVSA, pudo crear una tesorería para su uso personal, pudo robar el excedente del petróleo
Un plan del teniente coronel fue la inseguridad pública. No tener políticas públicas de seguridad era la “política” para que la delincuencia actuara con la impunidad chavista libremente asesinando, secuestrando y robando. Chávez pudo fácilmente convertirse en el jefe de la banda
Los controles en todos los niveles, desde los precios hasta los medios de comunicación no le costó al teniente coronel golpista implementarlos en Venezuela. Pudo destruir la economía y generar la hiperinflación, un paso obligado para instaurar el comunismo. Hoy se ha triplicado.
La justicia fue el objetivo principal. Desde el año 2002 ya la CIDH alertaba qie en Venezuela el 80% de los jueces eran provisorios. Para las democracias modernas esa provisionalidad es una señal de alarma que indica que ese país no hay justicia imparcial y menos separación.
Al no haber separación de Poderes, estado de derecho y una justicia arrodillada al teniente coronel convertido en dictador pudo convertirse en juez y ordenar la privación ilegítima de la libertad de cualquier venezolano, y así lo hizo. Pudo ser policía, juez y carcelero a la vez.
En el año 2002, después de levantar el cuerpo probatorio de los sucesos del 11 de abril y verificar que nos habían mandado a matar, escribí ‘El odio nos llevará a Ruanda’. Había similitudes en aquella época por la siembra de odio entre hermanos por parte del teniente coronel.
Siempre me preocupó que termináramos muy mal como hermanos. Cuando escribí ‘El odio nos llevará a Ruanda’ observaba que allá cómo aquí, mientras ocurrían hechos horrendos había una sociedad paralela en su mundo que ignoraba las injusticias contra otros o la destrucción del país.
La siembra de odio es intencional. Qué busca? Que una sociedad que comparte las mismas raíces termine odiando a sus hermanos por estar en bandos diferentes. Cuándo triunfa? Cuando quienes están en el mismo bando han caído en la trampa y odian a todo aquel que piense diferente.
Hoy Venezuela y los venezolanos somos una “agenda”, un “tema de discusión” pero no entre nosotros, entre otros, entre extraños. Significa que somos un pueblo que no pudo defenderse solo y hay que “ayudar”.Así pasó y pasa con los países africanos que no saben valerse por si mismos
Que otros decidan por nosotros también significa que se implementarán modelos de justicia ajenos a nosotros. De manera que recomiendo leer bien los juicios de Ruanda y verán que no solo los “malos” fueron a la carcel, sino todo aquel que sembró y participó del odio entre hermanos
