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En un sistema como el nuestro era necesario que se afianzara la cultura de negociación y pacto. Pero cuando un ayuntamiento o gobierno autonómico recae en una fuerza muy minoritaria porque ha cedido sus votos en otra ciudad o CCAA quizás lo llevamos demasiado lejos
Hay que recordar que el vínculo democrático se fundamenta en la relación directa de los representantes con sus electores, y las negociaciones a varias bandas en el territorio distorsionan este principio
Cuando la 3era fuerza de un municipio, con menos del 15% del voto, obtiene la alcaldía porque en la capital de provincia vecina ha aupado a la alcaldía a la 2nda fuerza contra la 1era parece dudoso que pueda decirse que se ha respetado la voluntad de la ciudadanía
Cada circunscripción eligió a sus representantes, que en tanto expresan esa voluntad pueden negociar entre si un gobierno, y aupar al poder a una fuerza "perdedora" sin alterar la expresión de las urnas.
Pero si la alteran cuando la decisión viene marcada por intereses ajenos a la circunscripción como fruto de un cambalache a varias bandas. Otras élites políticas, no elegidas, imponen un resultado que no refleja los intereses de la ciudadanía del municipio o CCAA al votar
El cambalache altera además el sano ejercicio de rendición de cuentas y voto retrospectivo que hacen los electores cuando premian a "buenos" políticos y castigan a los "malos". Este ejercicio pierde relevancia porque quien gobierne dependerá de decisiones de "Madrid"
