Thread by @Galieno_Augusto

Si por algo será conocido el Imperio Romano de Oriente, eran por sus dotes diplomáticas, por saber impresionar a embajadores, por mostrar poderío y prestigio sin blandir una espada. Hoy hablamos de embajadas en Constantinopla. #Historia Hilo va damas y caballeros ⬇ ⬇ ⬇

ENTRE LAS OBRAS MÁS IMPORTANTES que vieron la luz en el Bizancio medieval se encuentran los escritos del emperador Constantino VII Porfirogéneta (905–959). Su objetivo era preservar los elementos clave de todo lo que hizo a su Imperio racional superior y bendecido por Dios.

Compilo todo tipo de textos de la antigüedad clásica, pagana y cristiana, y los organizó en volúmenes temáticos para justificar la grandeza de Constantinopla y su Imperio. La tarea fue ambiciosa
se editaron cincuenta y tres volúmenes, sabemos los títulos de veintitrés tomos,

y partes de solo cuatro han sobrevivido. También redactó otro volumen sobre el ceremonial imperial llamado, De Ceremoniis, que conserva un relato detallado del reinado de Justiniano, acerca de cómo saludar a los embajadores del rey de los reyes persa. En un rincón polvoriento y

olvidado de los archivos imperiales de Constantinopla, se había conservado durante cuatrocientos años hasta que fue rescatado por el basileus erudito. Este texto tuvo que llamar su atención a pesar de que hacía trescientos año que el Imperio Persa había dejado de existir.

Posiblemente el texto recogido por Constantino VII, provenga de la pluma de Pedro el Patricio, un alto funcionario de la corte de Justiniano. Comienza con quién debe enviarse a la frontera para encontrarse con la embajada a su llegada y pasa a los detalles de su transporte a

Constantinopla. Cinco caballos y treinta mulas, si el emperador está de buen humor (o con la esperanza de obtener regalos diplomáticos), podrían enviarse más. Mientras tanto, de vuelta en Constantinopla el alojamiento del embajador debe prepararse con anticipación de acuerdo con

el rango del hombre y la escolta que trae consigo. Deben de estar preparadas las camas, hornos, chimeneas, mesas y cubos para llevar agua y todo tipo de asistencia higienica. Muchos y diferentes departamentos de estado trabajaron codo con codo para proporcionar asistencia a la

embajada. La oficina del prefecto de la ciudad, camas, mesas, ollas y sartenes; las fábricas de armas, los braseros. Todo es absolutamente fascinante, al ver como la maquinaria imperial se moviliza con el objetivo común de impresionar al embajador. El relato de la recepción

diplomática en la corte lo supera todo. Se gasta una página para saber quiénes estarán presentes, qué deben usar y dónde deben estar de pie. También dependía de si los regalos persas incluían caballos o no, era el número de puertas abiertas en la sala de audiencias

(presumiblemente también el número de limpiadores, para la excrementos de los equinos). Finalmente, una vez que todos están reunidos y velados detrás de las cortinas de seda para hacer eco de la majestad del emperador, es hora de ponerse a trabajar: Cuando se levanta el telón,

el embajador se tira al suelo, donde hay mármol púrpura, hace una reverencia y se levanta, luego, otra vez se tira al suelo en medio del consistorium hace de nuevo una reverencia y adora los pies del emperador se para en medio, entrega la carta y declara el saludo de su rey.

El emperador debería preguntar: "¿Cómo le va a nuestro hermano en Dios? Nos alegramos de su buena salud ". Luego, el embajador entrega los regalos y regresa a su alojamiento para descansar unos días; en ese punto, la negociación podría dar comienzo.

Con tanta formalidad y adulación, expresada ideológicamente como en la práctica, podemos pensar que las dos grandes potencias del Próximo Oriente manejaron sus asuntos con respeto mutuo y con un fuerte sentido de la responsabilidad que Dios le había dado, por el cuidado de

millones de súbditos. La realidad difícilmente podría haber estado más lejos de la verdad. Debido a que cada uno se creía mejor que el otro, cualquier éxito contra el otro ocupaba un puesto alto en la lista de logros políticos. Además cada rey reclamaba el apoyo de divinidades

mutuamente incompatibles: el Dios cristiano, por un lado, el Zoroastriano por otro. Solo cuando ambos Imperios enfrentaron enormes amenazas externas de poderosos imperios nómadas en el siglo V, una nueva política diplomática se impuso, basada en la coexistencia pacífica que

consistía en no desestabilizar al rival. Cuando se eliminó esa amenaza, las viejas políticas de agresión regresaron rápidamente. Justino y Justiniano se apresuraron a explotar las dificultades de sucesión de Khavad en la década de 520. Solo cuando Chosroes necesitaba acabar con

sus rivales Justiniano pudo negociar la Paz Eterna . De lo contrario, recién salido de su gran victoria en Callinicum, los persas habrían estado buscando una ventaja contra un emperador romano que acababa de ver a la mitad de su capital imperial incendiarse en el motín de Nika.