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Con este sistema Tite trata de dar libertad a dos jugadores cuyas esencias la demandan: Arthur y Coutinho. En una suerte de centro del campo escalonado, Arthur se mueve libre hacia el balón para construir y Cou se mueve libre al espacio para tratar de verticalizar en 3/4.
Así, difícilmente Brasil va a perder balones en la salida, dada la virtud de Arthur para recibir y proteger, pero también difícilmente va a conectar con Coutinho, dado que les separan muchos metros y no hay nexo entre ambos. Y es que el problema se da en el pivote.
Con Arthur moviéndose constantemente a su antojo en busca del balón, Allan no hace más que apartarse de zona,pero no para subir a campo rival y alternar espacio con Melo, sino solo para dejarle hueco y luego regresar a su puesto de pivote. Brasil tiene un hombre menos en creación
Allan se está limitando a ser un pivote útil en defensa. El único compañero que encuentra Arthur en la zona interior suele ser Alves, pero este aparece más como apoyo de emergencia, retrasado y llegando, que como hombre válido para dar continuidad en el avance del ataque.
Con esta disposición intuitiva y escasa de efectivos, un equipo ordenado en el medio como Paraguay tiene fácil cortocircuitar el ataque en posesión de Brasil, bastando pegar a alguien a Arthur para que lo dificulte y formando una línea delante de él para evitar que Cou esté libre
Por otro lado, la posición de Gabriel Jesús en banda es útil si su función es la de Richarlison en anteriores citas: trazar rupturas al espacio, en dirección al área, facilitando y esperando los pases filtrados o desestabilizando defensas con la salida de zona de Firmino.
Pero, en gran parte porque Cou no tiene balones claros para agitar 3/4, Gabriel Jesús está recibiendo al pie, pergado a la cal, con el lateral pegado, y a veces bastante retrasado. Y Gabriel no es un virtuoso para superar eso, ni para aportar nada interesante así.
Al final las opciones de ataque están pasando por alguna subida de Marquinhos que haga salir a los centrocampistas, alguna acción suelta de Alves o los individualidades de un regateador al pie como Everton. Y no nos engañemos, todos tienen talento para ganar, pero no es el camino
