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Que la calle no se calle, escribía yo en el 2014 un art que no importa en qué momento lo lea, siempre estará vigente. Y es que la calle es el desahogo de las sociedades modernas. En la calle se han logrado grandes conquistas para la humanidad: los derechos civiles, por ejemplo.
En la calle se ejercen estos derechos humanos que a nadie debemos porque nacemos con ellos debajo del brazo: la protesta, las marchas y las concentraciones pacíficas. En dictadura es un reto porque para el tirano la gente no tiene derechos, en democracia es sagrado su ejercicio.
La calle es un desahogo, una manera de condenar, exigir y protestar por todo aquello que nos molesta, indigna y afecta como sociedad. La calle no se acabará cuando llegue la democracia, todo lo contrario, será cuando más activa esté porque así vigilaremos y cuidaremos la libertad
En democracia iremos a la calle para exigir espacios, seguridad pública, áreas verdes, transparencia en el ejercicio de la función pública y en el uso de los dineros públicos. La ciudadanía formada se crece en democracia porque está siempre atenta a los asuntos de su país.
Ojalá entendamos que el ejercicio de nuestros derechos no necesita convocatoria. Ojalá algún día aprendamos que estaremos listos para vivir en democracia el día que la convocatoria venga de nuestra propia indignación ante sucesos o situaciones condenables para la sociedad.
Chávez le hizo mucho daño a Venezuela, pero el peor de los daños fue sembrar la mala índole que a él lo caracterizó y que a muchos le gustó. Esa actitud permanentemente cruel y que aflora de la nada a nadie ayuda porque bloqueará siempre cualquier asomo de buena voluntad.
