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Ellos matan con espadas a quienes demuestran ser opositores de su fe, matas con tus juicios a aquellos a quienes no sabes si están de acuerdo con tu fe. Buscan acabar con ellos en la vida mundana, intentan separarlos de la vida eterna.
(Álvaro de Córdoba, Indiculus Luminosus, 47)
Este y otros fragmentos de Indiculus Luminosus escrito en el año 854 por P. Álvaro de Córdoba junto a otros de su compañero el Martír Eulogio de Córdoba nos hablan de un capítulo de conflictos de "convivencia" en la al-Ándalus del siglo IX entre mozárabes y sus señores musulmanes
Mozárabe era un término utilizado por los habitantes de los reinos del norte para designar a los cristianos de al-Ándalus que emigraban a sus territorios; esto indica que los mozárabes habían tomado usos y costumbres de sus señores los árabes, incluyendo la lengua árabe.
Esta designación no fue empleada por musulmanes, sino que al igual que a los judíos, recibieron el estatus de dhimmis (protegidos) al ser gentes del Libro. No fueron obligados directamente a convertirse al islam por sus señores los árabes tras su conquista de la Península Ibérica
Esta “protección” no se trataba de una igualdad entre las gentes de al-Ándalus, algo que no tenía sentido en la Edad Media. Vivían con derechos y deberes diferenciados, su estatus era inseguro, inestable y enormemente precario; ya que la autoridad islámica lo podía suspender.
Esta autoridad toleraba otras religiones siempre y cuando no se hicieran notar mucho, fueran discretas y no hubiera peligro de que inducir al buen musulmán por el mal camino. Se tomaban medidas indirectas para que no se desarrollaran y para que fueran disminuyendo lentamente.
Las crónicas hispano-árabes nos revelan que mozárabes y judíos eran súbditos de segunda clase. Esta “tolerancia” hacia ellos hay que entenderla en su sentido peyorativo, no era un derecho; simplemente, no se les perseguía ni se les expulsaba porque pensaban que podrían ser útiles
La rápida expansión del Imperio Omeya hizo que estos no se sintieran todavía suficientemente fuertes en los territorios conquistados como para prohibir las falsas religiones, por lo que se ocuparon de organizar la "coexistencia" con las otras comunidades religiosas más numerosas.
El hartazgo en la población y parte de la aristocracia, en guerras civiles por el Reino Visigodo, explica entre otras razones, la rápida conquista de Hispania por el ejército Musulmán. Esto se materializó en pactos entre miembros de la aristocracia visigoda y sus invasores árabes
La formalización de estos pactos era la unión matrimonial entre los jefes del ejército invasor con mujeres de la aristocracia local. Uno de los de mayor repercusión fue el matrimonio del hijo de Musa ibn Nusayr, Abd al-Aziz ibn Musa, con Egilona, viuda del rey visigodo Rodrigo.
Es importante señalar que la filiación de los árabes seguía siempre la línea masculina, estos matrimonios dieron nacimiento a linajes árabes que en algunos casos arraigaron en determinadas zonas de al-Ándalus. Según la ley islámica los hijos de estos matrimonios eran musulmanes.
También hubo señores visigodos que para sellar el pacto se convirtieron al islam. La más importante fue la conversión de Casius que así conservó sus posesiones del alto Ebro. De este modo nació la poderosa dinastía de los Banu Qasi que gobernaría la región durante mucho tiempo.
Para los judíos la invasión fue el fin su persecución por parte de monarcas visigodos y de la Iglesia Católica. Se les llegó a calificar como de quinta columna, recibieron al invasor y colaboraron en la custodia de algunas ciudades mientras los ejércitos avanzaban hacia el norte.
Las ciudades que se resistieron eran destruidas, sus iglesias derruidas y sus habitantes muertos o esclavizados. El fin era dar un escarmiento y aviso a otras ciudades. A los hombres se les mataba crucificados, y las mujeres y niños eran esclavizados e islamizados a la fuerza.
El ejército invasor intentaba tomar los principales puntos de poder, es decir las ciudades, para desde ahí someter al resto del territorio. En el año 717 el gobernador al-Hurr nombró al bereber Munuza, como gobernador en Gijón de Astura Transalpina, ciudad amurallada y costera.
La vida de la población cristiana de los territorios conquistados en Hispania pasó a regirse por una serie de pactos, como son el pacto de Umar ben al-Jattab y los tratados de Hisba como había ocurrido en el Yemen o en Siria, lo que les llevo a la situación de inferioridad dhimmí
Los mozárabes jugaron un papel marginal en al-Ándalus ya que no fueron influyentes y ocuparon menos puestos en la administración que los dhimmís de Oriente. Tampoco hicieron aportaciones importantes a la cultura andalusí, con la única excepción del traductor Hafs ibn Albarque.
Estos dhimmís estaban sujetos a impuestos específicos, debían aceptar una situación social inferior y someterse a discriminación, tenían negado el acceso a la mayor parte de los cargos: no podían, acceder a funciones militares ni políticas de jurisdicción sobre los musulmanes.
De esa manera, aunque no se fomentaba directa y oficialmente la conversión al islam, las múltiples ventajas que este paso comportaba debieron de mover a muchos a islamizarse. En cambio la apostasía del Islam, el proceso contrario, estaba severamente penado con la con la muerte.
Respecto a la Iglesia, los árabes no parecen haberla tratado de forma generosa; aunque en algunos lugares sus bienes y propiedades pudieron haberse respetado, varias fuentes, tanto musulmanas como cristianas, hablan de saqueos, destrucciones y confiscaciones durante la invasión.
El cronista Al-Razi, señala que, cuando los árabes entraron en la ciudad de Córdoba, destruyeron todas las iglesias, sólo dejaron a los cristianos la mitad de la catedral de San Vicente; y añade que el emir Abd al-Rahman I compró la otra mitad de la catedral para la mezquita(785)
Los obispos eran estrechamente controlados por las autoridades islámicas en todos sus ámbitos, especialmente para asegurarse el pago del impuesto específico, pero también intentaron influir en los dogmas de la iglesia respecto a la figura de Cristo.
La controversia que mantuvieron el arzobispo de Toledo Elipando y el monje del Reino de Asturias Beato de Liébana a final del siglo VIII sobre el adopcionismo defendido por Elipando, certificó la ruptura entre la antigua e influyente iglesia visigoda y la Cristiandad occidental.
Este progresivo aislamiento y debilitamiento de los mozárabes andalusíes a mediados del siglo IX, quedando menos de la mitad de los obispos de la época visigoda, explicaría en parte la búsqueda del martirio por parte de un grupo de mozárabes de Córdoba alentados por Eulogio.
Este martirio voluntario, que consistía en cuestionar el Islam en publico, se ha interpretado como una reacción desesperada de gente desesperada. Templos desiertos u ocupados por musulmanes eran testigos de lo imparable del fenómeno indirecto de islamización de al-Ándalus.
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