Él, inmóvil, y todo vibrando alrededor.
Retrocedió apenas 10 años, momento en el que se había iniciado una cuenta atrás inexorable y, por supuesto, absolutamente imperceptible para la mayoría de la población.
Amaneció el jueves 11 de noviembre.
Se confirmó la presencia en la sangre de ese virus parecido al Marburg.
Ébola.
La temperatura alcanzaba los 39ºC.
Empeoraba.
Se decidió dar un paso más.
Geoffrey, rodeado de investigadores, aceptó formar parte de un ensayo donde él era el único participante.
Decidieron asumir que ocurriría algo parecido con el Ébola e hicieron lo mismo con el suero para Geoffrey.
No tenían tiempo para esperar.
Solo aparecieron unas manchas pequeñas y rojizas en la piel.
También dolor de garganta.
Nada más.
Estaba sorprendentemente bien.
Aún se encontraba en el interior de la cámara con presión negativa.
El único tratamiento disponible era el de soporte.
Decidieron buscar más suero de enfermo.
Sin cambios.
Sin tiempo.
Obtuvieron 330 ml de suero de un paciente de Sudán.
Lo calentaron.
E infundieron.
Era menos volumen que la primera vez pero no sabían qué cantidad debían introducir.
Estaban experimentando.
Ignoraban si lo que hacían iba mejorar o empeorar la sitaución.
Geoffrey se estaba muriendo.
La temperatura descendió.
No había fiebre.
El paciente mejoró.
Un hongo le había sobreinfectado y se inició tratamiento para ello.
Recuperó el nivel de conciencia.
Desaparecieron las lesiones rojas de su piel.
Las naúseas y la diarrea disminuyeron.
En las analíticas realizadas los anticuerpos frente al virus ascendieron.
El décimo día de evolución el virus se desvaneció de la sangre.
¿Estaba curado?
Tras múltiples resultados virales negativos en diferentes líquidos biológicos Geoffrey abandonó el aislamiento.
Casi dos semanas dentro de una burbuja.
Aún tardaría 10 semanas más en recuperarse del todo.
Hasta el 8 de febrero sus hemogramas no fueron normales.
Fue atendido por 5 médicos, de los que 4 tuvieron cuadros gripales.
No se aisló el virus ébola en ninguno.
Anticuerpos creados en laboratorio.
El uso de suero de convaleciente fue la pista que se iluminó hace más de 40 años.
bit.ly/31HotP4
Ignoro si sigue vivo.
Aquel día, tras ese pinchazo, no solo cambió su vida.
También se abrió una puerta que el ébola, sin duda, no estaba dispuesto a mostrar.
1 -> bit.ly/31yog0i
2 -> bit.ly/2YZvXuQ
go.nature.com/2KQysdM
Gracias por vuestra paciencia.