El sistema político mexicano falló miserablemente al gestionar la alternancia, y está afrontando ahora su podredumbre en fase terminal.
Mucha carnita ahí.
Mucha carnita ahí.
Los avances legales, económicos, conceptuales, incluso culturales que tuvo México en los últimos 30 años, no tuvieron correspondencia en la política real: ahí seguimos anclados en lo más cutre y primitivo.
Buena parte de la responsabilidad es de la propia sociedad mexica: asumió que la alternancia era, por sí misma, un fin, cuando no era sino un medio el cual permitiría construir otras cosas. Ahí una masa crítica de ciudadanos dejó de interesarse en el tema, y el avance cesó.
El resultado fue un sistema obsoleto que dejaba de ser, y un vacío creciente porque no se estaba construyendo algo nuevo en forma paralela.
Hoy atestiguamos la fase terminal del antiguo sistema, y sufrimos los costos de no haber construido algo diferente y mejor.
Hoy atestiguamos la fase terminal del antiguo sistema, y sufrimos los costos de no haber construido algo diferente y mejor.
López llegó cobijado por infinidad de grupos políticos que lo eligieron para rescatar el viejo sistema, y terminaron haciendo un muégano inoperante, torpe, extraviado y súmamente naco, al grado de ser criminal en sus efectos.
Los que mueven a López son, de tan diversos, mutuamente excluyentes.
A esa incompatibilidad de origen, hay que añadir todos los defectos del espantapájaros que eligieron: cobarde, ignorante, farolón y sobre todo pendejo.
A esa incompatibilidad de origen, hay que añadir todos los defectos del espantapájaros que eligieron: cobarde, ignorante, farolón y sobre todo pendejo.
Finalmente, está el problema más grave: el viejo sistema NO PUEDE SER restablecido; el mundo no va para atrás, aunque lo parezca, así que no hay forma de regresarnos; lo que va a resultar de ese esfuerzo es un bodrio cívico-político que no le va a servir realmente a nadie.
La salida de Medina Mora la semana pasada, hoy la de Romero Deschamps, el encarcelamiento de Robles, son esfuerzos desesperados por volver a ese viejo sistema, y sólo están pudiendo concretarse con un altísimo costo legal y cívico, arrojando resultados mediocres.
López (y para el caso, ningún presidente después de CSG) no puede descartar a operadores de grupos dentro del sistema político mexicano en forma "segura": aquella disciplina que permitía ukases a diestra y siniestra se acabó, y eso obliga a operar en forma burda e insegura,
Robles seguirá su proceso en libertad, Medina Mora ya voló y Romero Deschamps también lo hará, pero los términos en que están sucediendo esos ajustes no son funcionales: están causando daños graves a un entramado ya debilitado, creando presiones muy difíciles de gestionar.
El viejo sistema político se asentaba en un entramado FUNCIONAL; injusto, excluyente, lo que usted me diga, pero funcionaba; hoy eso terminó y no puede ser restablecido en los mismos términos, de tal suerte que la insistencia en revivirlo va a engendrar algo MUCHO PEOR.
La funcionalidad del Frankenstein que estamos viendo nacer será construida a partir de restricciones más graves que las del viejo sistema; va a generar mayores costos; va a damnificar a poblaciones más amplias; y va a terminar en un colapso violento, no en una alternancia suave.
Las ausencias merecen suplencias.
A una sociedad ausente le sigue una suplencia vía un caudillo.
A un caudillo ausente (por no poder gestionar como hace 50 años) le sigue una suplencia vía grupos.
Cuando suceda, aguas...
A una sociedad ausente le sigue una suplencia vía un caudillo.
A un caudillo ausente (por no poder gestionar como hace 50 años) le sigue una suplencia vía grupos.
Cuando suceda, aguas...
