Dijo que Marisa y él siempre votaban en la misma.
Marisa había fallecido hacía 3 meses.
Cuando me di cuenta le estaba abrazando.
Fui con un nudo en la garganta, mentiría si dijese que no me emocioné, admito también que alguna lágrima oculté.
Cogí la papeleta y al volver el anciano no estaba.
Nada, había desaparecido.
Angustiado y sin saber qué hacer me puse en la cola de mi mesa sin dejar de observar alrededor en busca de la vetusta figura.
Azorado le entregué el sobre y con hastío me dijo que necesitaba el DNI.
Como suele pasar en estas situaciones no encontraba la cartera en ningún bolso y tuvieron que pasar unos minutos hasta que admitiese la realidad.
Fin.