Parece que les gusta cuando hablo de viajes… Pues les voy a hablar de cómo viajar con niños y no morir en el intento. Yo tengo dos hijas, maravillosas evidentemente, de 9 y 5 años. Y me las he llevado por todo el mundo. Les cuento. Dentro hilo!
Yo con mis hijas he ido a Hong Kong. Tokyo. Miami. San Francisco. San Diego. Isla Mauricio. Londres. París. Roma. Disneyworld. Las Vegas. Han dormido en aviones. En hoteles. En AirBnBs. En coches. Han viajado caro. Barato. Comido de todo. Y se preguntarán… por qué lo hago?
Primero, porque creo que viajar es una forma fantástica de educar. Abre la mente. Enseña que somos diferentes. Acostumbra al cambio. Mis hijas comen de todo, porque viajando se han dado cuenta de que es lo que hay. Y asumen que todos somos distintos, y eso es bueno.
En segundo lugar, viajo con ellas porque *yo* quiero viajar. Me niego a aceptar que tener hijos signifique renunciar a llevar una vida interesante y aventurera. Evidentemente, viajar con niños es más complicado. Pero se puede, y se disfruta mucho. Les cuento mis trucos.
Para empezar, elijan un buen destino. El destino ideal ha de tener actividades infantiles y actividades para adultos. Londres, por ejemplo: por la mañana, museos y tiendas. Por la tarde, jugueterías y parques. Si a los niños les das sus pequeños ratos, aguantan muy bien el resto.
Es importante alternar: los niños tienen su aguante. Si el destino no ayuda, cámbielo. Y si no puede, invéntese actividades infantiles. Yo recuerdo un viaje a Roma en el que, para descansar, las llevamos a un parque infantil con columpios. Joder, son niños. Necesitan jugar.
Segundo consejo: comidas. Practíquelas *antes* del viaje. Por ejemplo, cuando fuimos a Japón las llevé a dos japoneses de Barcelona, a detectar qué les gustaba y qué no. Así ensayamos. Descubrí que les chifla el ramen. Perfecto: ya sabes qué comer en destino. No improvise!
Si viaja con bebés, haga una lista de palabras clave para alimentación infantil en el idioma del país. Yo recuerdo un viaje a Italia y ir descubriendo los nombres de los ingredientes de los potitos: que si el nasello, la spigola, el manzo y el maiale. Si se lo sabe antes, mejor.
Sigo. En general, mejor AirBnB que hoteles. El motivo es simple: las noches con niños suelen ser aburridas: están cansados, y se sale poco. Por tanto, un AirBnb es más práctico, porque tiene una sala, una cocina, cosas que seguro son más cómodas que una habitación de hotel.
De hecho, la mayoría de las noches directamente compramos comida en algún súper y cenamos en el AirBnB: nada sofisticado, sopas, yogures, lo mismo que en casa. Te ahorras un dinero, y tienes noches tranquilas. Luego las nenas a dormir, y los padres hablan.
El mejor compañero del padre viajero es el iPad. Cárguelo de contenido antes del viaje (para úselo sin conexión), y así los niños por la noche pueden ver sus programas. Esto es muy fácil si tiene servicios tipo Netflix: unos cuantos episodios de Peppa Pig y todos contentos.
Sobre el tema maletas, es buena idea que tengan la suya propia. Así poco a poco se van responsabilizando, y además les encanta: es como jugar a las casitas. Evidentemente revisamos que lleven de todo y, si se dejan algo, no sufra: en todos lados hay un H&M o Zara.
Hablando de maletas, nosotros nos llevamos un hospital de campaña en cada viaje: los medicamentos se llaman diferente según el país, o sea que mejor traerlos de casa. Y nunca viajamos a países en los que no haya un hospital fiable, por si acaso. No queremos sorpresas.
Y llego a lo que da más miedo: el mito ese de que “viajar con niños en un avión es horroroso”. Eso es una memez, con cuatro trucos se portan genial.
Primero: un niño en un avión se portará parecido a como se porte en general. Si su hijo es un energúmeno en la vida, no espere que se vuelva un angelito en el avión. Al avión se viene educado de casa. Si no es así, tiene deberes, pero no en el avión: en casa.
Dicho eso, si el niño es MUY pequeño, lo más fiable son los biberones muy calientes, que casi queman, pero no queman. Lo tengo comprobado: si les das leche caliente, se quedan fritos. Y en general, abrigue al niño. Con bebés, la ecuación calor = sueño, no falla.
La segunda ecuación es que cansancio = sueño. Al llegar al aeropuerto, *agote* al niño. Yo las ponía a hacer carreras por la terminal. A jugar a pilla pilla. A lo que fuese. Subían al avión destrozadas, sudando las pobres. No lo veían ni despegar: se quedaban dormidas al momento.
Sigo: calcule cuánto dura el vuelo, y divídalo en trozos de 30 minutos. Por ejemplo, si son 10 horas, son 20 trozos. Bien, tiene que generar esa cantidad de “cápsulas” de entretenimiento, porque los niños se aburren de hacer siempre lo mismo. Aquí van mis mejores opciones:
Cuadernos pequeños y un boli de esos de 4 colores. Concurso de dibujo. O jugar al ahorcado. O al 3 en raya. O a salir de un laberinto. O a guerra de barcos. Prepárese 4-5 actividades de éstas, a base de varios viajes verá cuáles le funcionan mejor según le gusten al niño.
Compre regalos muy baratos (de esos de 1€/dólar), como muñecos de plástico de animales. Envuelva cada uno de ellos por separado, y póngale cinta adhesiva (celo/scotch tape) de forma que cueste desenvolver. Y le dice al niño que, si se porta bien, le da uno cada media hora.
A los niños les encanta desenvolver, el unboxing y la sorpresa. Si lo hace bien, tardarán un buen rato en abrir el paquete. Y luego tienen el tiempo para jugar con ese muñeco o monstruo. Este truco lo leí en una web de pediatría, funciona de fábula.
Evidentemente, iPad de vez en cuando. Con lo cual entre dibujos, regalos, iPad, la comida del avión, y hablar, verá cómo se les pasa el tiempo volando. Añada una baraja de cartas, y ya tiene un lote de diversión que ocupa poco espacio y les mantendrá entretenidos.
Durante el vuelo, tomen turnos para dormir: cada hora, se encarga de las fieras el padre o la madre, y el otro descansa. Sean estrictos. Con todo este sistema, yo llevé mis hijas a Tokyo y Hong Kong y fue bastante tolerable. Y claro, asuma que son niños: nunca va a ser perfecto.
Lo que me lleva al último comentario: sea razonable, y abra la mente. NO podemos esperar que los niños no quieran jugar, no quieran que les hagamos caso, ni se aburran en el avión. Por tanto, todo lo anterior no sirve de nada si no le hecha buena actitud y un poco de paciencia
Espero que les haya gustado. Es un hilo largo, pero es que me sabe mal cuando veo gente que viajaría, pero no lo hace “porque tiene hijos”. Es una tontería, todo es ponerse. Si les gustó, RT, Like, Follow. Feliz Black Friday, no compren nada que no necesiten!
