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Respondiendo a @KarinaLMariani, va un hilo sobre la invasión soviética a Afganistán y cómo, creemos, explica algunas cosas. Advierto es muyyyy largo.
Los Zares, tuvieron desde al menos el Siglo XIX intención de considerar a Afganistán como área de influencia de su imperio; no porque pretendieran obtener beneficios de lo que pudiera producirse allí, sino porque procuraban alcanzar un puerto sobre el Mar Arábigo,
a través del cual acceder al sur de Asia. Ello se lograría atravesando el territorio que hoy conocemos como Pakistán.
Esta pretensión, en modo alguno era bien vista por la Corona Británica, la que por décadas hizo acciones encubiertas y abiertas para impedir lo que percibía como una interferencia de una potencia adversaria en una zona de influencia y dominio que no estaba dispuesta a ceder.
Esta situación inició una lucha sorda entre ambos imperios denominada “el gran juego” que se extendió incluso durante el régimen soviético.
A principios de los años veinte del siglo pasado, jugó con la idea de organizar irregulares hindúes en territorio soviético para con el auxilio de tropas del Ejército Rojo, invadir la India a través de Afganistán
y organizar una revolución en el noroeste indio para amenazar al Gobierno de Su Majestad, el que recordemos, en ese tiempo de plena guerra civil en Rusia, apoyaba con tropas a los contrarrevolucionarios.
Años después, con la Guerra Fría en pleno desarrollo, la Unión Soviética, desarrollaba en el mundo una agenda estratégica que estaba lejos de buscar la propagación de la revolución proletaria en el mundo,
sino que se encontraba mucho más cerca de tratar de concretar los objetivos estratégicos de la vieja Rusia zarista, bajo el paraguas que le otorgaba su supuesto liderazgo en la lucha de clases mundial
Sobre fines de la década de los setenta, Moscú da su apoyo al gobierno comunista que se había instalado en Kabul capital de Afganistán. Este régimen, pasaba por un muy difícil período de consolidación, siendo resistido internamente por diferentes actores locales
Ante la posibilidad que el gobierno cayera, la Unión Soviética inicia en 1979 su masiva presencia militar en Afganistán, la que se prolongaría por casi diez años.
Los objetivos soviéticos en Afganistán son discutibles, pero en principio los mismos habrían estado enmarcados en quitar a este país de la zona de influencia occidental; afectar a Pakistán que había estado muy involucrado en actividades anti soviéticas secretas de EEUU
así como marcar su presencia en esa región de Asia; donde la Unión Soviética consideraba a la misma una zona de interés propia, dada las características euro-asiáticas del estado soviético
No debemos de olvidar la necesidad soviética de interesarse en la situación de los musulmanes de esa parte del sur de Asia, ya que parte de sus “repúblicas socialistas” estaban integradas por masas de musulmanes,
y ya era amenazante la influencia que el radicalizado Irán y el cada vez más islámico Pakistán podían ofrecer en esa zona a la Unión Soviética
La intervención soviética se llevó a cabo bajo el convencimiento soviético que la superioridad militar de sus fuerzas sería suficiente para controlar el país y sofocar cualquier fuerza que pudiera oponérseles
Este fue un grave error de la Unión Soviética, aunque en modo alguno puede ser achacado exclusivamente a ellos, sino que ha sido cometido en diferentes grados a lo largo de la historia militar por muchas naciones con gran poder militar
Es que esa capacidad militar superior requiere para que logre materializarse, de la generación de una situación estratégica favorable, que posibilite un empleo pleno de la misma
Y esa posibilidad se ve gravemente comprometida cuando el terreno donde se ha de operar presenta una orografía o una vegetación que permita a un enemigo menos poderoso, pero decidido
y con un profundo conocimiento de las ventajas que ese terreno y las condiciones meteorológicas otorgan, opere sobre esa fuerza militar a prima vista más fuerte,
con grandes posibilidades no de causar una derrota estratégica decisiva, sino la de crear innumerables situaciones donde se obtengan pequeñas victorias sobre el enemigo, que a lo largo del tiempo generen en este último la idea que no existe posibilidad de victoria
Casi de inmediato, la resistencia afgana comenzó a operar en defensa de su país, empleando para ello procedimientos de guerra de guerrillas, y aprovechando la naturaleza escabrosa del terreno afgano así como la proximidad de Pakistán,
para instalar allí en calidad de refugiados a las familias y establecer una suerte de santuario donde guardarse cuando se hacía insostenible operar contra los soviéticos.
Este accionar se hizo inicialmente de manera no orgánica, los hombres de las tribus se agrupaban y combatían contra los soviéticos
Cada uno de estos grupos lo hacía sin responder a una cadena de comando que coordinara sus acciones, y en no pocas ocasiones sostenían sus operaciones vendiendo los equipos que capturaban a los soviéticos en sus acciones.
Cada uno de estos grupos lo hacía sin responder a una cadena de comando que coordinara sus acciones, y en no pocas ocasiones sostenían sus operaciones vendiendo los equipos que capturaban a los soviéticos en sus acciones.
A estos guerreros improvisados, poco tiempo después se los conoció con el nombre de mujahideen que en árabe significa “hombres haciendo jihad”, donde esté último término se lo asocia con una guerra en el nombre de Dios.
En realidad, los afganos recurrieron a la forma de guerra que ya en el pasado habían empleado con éxito contra los británicos, aunque en esta ocasión el enemigo a enfrentar tendría menos escrúpulos a la hora de combatir.
Este tipo de conflicto, en el que la Unión Soviética operó por casi diez años en Afganistán, puso a sus fuerzas ante la necesidad de imponerse a un enemigo sumamente elusivo, conocedor del terreno y con una absoluta convicción para ejecutar todo tipo de operaciones militares
contra los soviéticos más allá de las represalias, muchas veces feroces que pudieran recibir.
Es que los soviéticos comenzaron a destruir masivamente aldeas, campos de cultivo, sistemas de irrigación y toda otra obra que permitiera a los mujahideen sostenerse en sus operaciones.
Esto produjo que masivamente la población afgana comenzara a desplazarse hacia Pakistán donde, este último país tuvo que hacer frente a un enorme problema humanitario originado en las masas de Afganistán que buscaban refugio de la acción soviética.
Debe sin embargo dejarse constancia que las atrocidades en esta lucha en modo alguno pueden adjudicarse exclusivamente a los soviéticos.
Los mujahideen fueron por su parte pródigos en todo tipo de crueldades con los enemigos que combatieron y cuando la retirada soviética comenzó a vislumbrarse claramente, comenzó la lucha interna por la posterior supremacía,
y allí las matanzas se dieron entre los diferentes grupos mujahideen. Este hecho, sería solamente el inicio de la masiva injerencia pakistaní en Afganistán.
Con la islamización obrando en Pakistán, la invasión soviética aparecía para los líderes pakistaníes como una oportunidad estratégica, ya que el país podía presentarse ante diferentes actores con un nivel de relevancia que,
los sucesivos reveses sufrido a lo largo de décadas frente a la India, bien poco contribuyeron para que Pakistán fuera observado nada más que como otro estado con serias dificultades y poco o nada para aportar.
Ahora,con esta presencia masiva soviética en la región Islamabad podía aparecer ante sus aliados musulmanes, especialmente los ricos estados árabes del Golfo Pérsico como un país islámico dispuesto a ayudar a otros musulmanes en la lucha contra una potencia infiel que los atacaba
Por el otro lado, y en relación con los EE.UU. y el Reino Unido, Pakistán podía prestar su territorio, su servicio de Inteligencia y su buena voluntad para que estos países occidentales de manera encubierta, sostuvieran la lucha que la resistencia afgana iba llevando a cabo
de manera más que improvisada contra las duras tropas soviéticas.
Por ambos caminos, el del “campeón de la lucha contra los infieles” y el de “sostenedor de las operaciones encubiertas con los soviéticos”, Pakistán podía obtener diferentes réditos políticos.
Además, todo esto le proporcionaría a Islamabad la oportunidad para influenciar en Afganistán, país al que el Ejército venía observando como un lugar donde obtener “profundidad estratégica” en el caso que la India invadiera desde el este.
La herramienta fundamental en el apoyo pakistaní a la resistencia afgana era evidentemente el ISI, su servicio de inteligencia.
Esto por varias razones. En primer lugar, porque Pakistán necesitaba que su apoyo estuviera cubierto por la acción de su organismo de inteligencia, el cual por la naturaleza de sus operaciones, sería el más indicado para llevar el peso de las actividades.
En segundo lugar, porque el ISI estaría en el desarrollo de sus actividades, en condiciones de establecer los nexos políticos y fundamentalmente tribales necesarios para en el futuro tener una influencia decisiva en Afganistán una vez que los soviéticos se retiraran.
Ahora bien, ¿Qué podía ofrecer concretamente Pakistán a la resistencia afgana? Mucho, si tenemos en cuenta el estado de desesperada necesidad de los afganos. Estaban enfrentando a un enemigo implacable,
, oponiéndose a ellos tan solo con procedimientos rudimentarios, exitosos en no pocas ocasiones, pero careciendo de organicidad y por lo tanto de posibilidades de darle alcance estratégico a su accionar.
Pakistán, tenía una probada experiencia en el empleo de procedimientos de guerra irregular en su historia. Los había empleado prácticamente en todas sus guerras con la India,
y el Ejército pakistaní poseía instructores veteranos en esas técnicas de lucha, así como en todo lo atinente para que esos combatientes irregulares pudieran operar con cierta coherencia militar
Pakistán podía entonces organizar campamentos donde entrenar a los mujahideen y para eso, incluso podía aprovechar tanto las ventajas que la escabrosa frontera con Afganistán proveía, como también la cobertura que los mismos campamentos de refugiados proveían.
Además del entrenamiento militar, Pakistán proveyó asesores militares para conducir operaciones irregulares en territorio afgano, obviamente actuando de manera encubierta
Por otra parte el ISI, estaba en condiciones de proporcionar a los mujahideen inteligencia sobre los soviéticos, es decir información procesada por expertos para que tuviera utilidad a las operaciones de los afganos.
Esa inteligencia, entre otras cosas aportaría la oportunidad para atacar blancos, podría evaluar la situación moral de los soviéticos así como las condiciones de mayor debilidad de estos, para que la acción de los mujahideen tuviera las mejores posibilidades de obtener éxito.
Y como ese es un proceso continuo, necesariamente llevaría a que operadores del ISI comenzaran operar cada vez más en territorio afgano, con mayor profundidad en la medida que las operaciones se ampliaran,
lo que al mismo tiempo potenciaba la relación mutua con los mujahideen y el conocimiento de detalle se la situación afgana, aspecto clave para pretender posteriormente, influencia exitosamente en el devenir de Afganistán cuando los soviéticos se retiraran.
La ayuda exterior del mundo árabe a Pakistán comenzó a materializarse de distintas maneras. Una, poco relevante para los objetivos políticos de Islamabad vino de la mano de la presencia cada vez más numerosa de jóvenes musulmanes de todos el mundo,
especialmente del Golfo Pérsico, dispuestos a sumarse a la jihad, entre ellos había un hombre de una riquísima familia de Arabia Saudita: Osama bin Laden.
La otra, la de mayor peso, vino de los recursos monetarios que comenzaron a llegar a Pakistán de esos estados árabes. Los mismos iban de manera abierta a sostener el apoyo a la enorme corriente de refugiados que se hacinaban en la frontera con Afganistán,
y muchos de los cuales comenzaban a asentarse definitivamente en territorio pakistaní.
Otro flujo de dinero, tan o más importante que el anterior iba dedicado a la compra de armas, equipo logístico y de comunicaciones para los luchadores afganos. Pakistán estaba a la cabeza de la lucha del mundo Islámico contra la Unión Soviética.
La invasión soviética a Afganistán tomó al gobierno de EE.UU. con una agenda enfocada en la misma región del planeta, aunque en otro país: Irán.
La Revolución de los Ayatolá había obtenido el reemplazo del gobierno del Sha y su reemplazo por el de los líderes radicalizados islámicos encabezados por Komehini,
al tiempo que un grupo de revolucionarios islámicos asaltó la embajada estadounidense en Teheran tomando como rehenes a la totalidad del personal de la misma.
La crisis que tal situación causó llevó al desastre al gobierno de James Carter, que al momento de producirse la intervención de la Unión Soviética no evaluó la posibilidad de intervenir de alguna manera en ella,
pese a los asesoramientos que al respecto le produjeron desde diversas agencias del gobierno de EE.UU.
Tiempo después, con el arribo de la administración Reagan a Washington, otra perspectiva estratégica aportada por los Republicanos, cambiaría el panorama geopolítico global.
La visión de unos EE.UU. mas bien pasivos ante los soviéticos había mutado en una dirección de militante confrontación a la Unión Soviética. Al mismo tiempo, esa nueva mirada alcanzaba de lleno a las fuerzas armadas del país y a la CIA.
Las primeras, comenzaron a recibir presupuestos muy superiores. Esos presupuestos, dieron estado operativo a un ingenio militar que iba a tener una acción decisiva poco tiempo después en Afganistán: el misil portátil antiaéreo Stinger.
La CIA por su parte, tendría casi una carta blanca para regresar con la mayor velocidad a las operaciones encubiertas, y Afganistán aparecía como un lugar ideal para ellas, siendo Pakistán el actor clave para que ello tuviera lugar.
Washington deseaba apoyar a los mujahideen de manera encubierta, y sobre la CIA recayó el peso de la tarea. Este apoyo se hizo en primer lugar restableciendo los lazos políticos con el gobierno de Islamabad, y en términos operativos los de la CIA con el ISI.
Una de las primeras tareas para EE.UU. fue la de establecer lazos con los mujahideen, buscando en ellos los que pudieran liderar el esfuerzo, y facilitando también el establecimiento de algún nivel de estructuras que permitiera
darle organicidad a un movimiento que aparecía a ojos occidentales como bastante anárquico.
Por otra parte, el apoyo de EE.UU. no se limitó exclusivamente al apoyo de inteligencia y logístico que era esperable recibieran los mujahideen, sino que fue más allá de eso, y fomentó con recursos la educación de los jóvenes que vivían en los campamentos de refugiados,
orientando la misma hacia una visión radicalizada del Islam.
Esto, que a corto plazo demostró ser de suma utilidad en la necesidad operativa de derrotar a los soviéticos en Afganistán, tendría un efecto altamente negativo a largo plazo, pues sirvió para dar sustento a organizaciones fundamentalistas que se volverían en contra de ellos.
Los EE.UU., en cierta medida intentaron que la Unión Soviética sufriera en Afganistán un desgaste similar al que ellos padecieron en el sureste asiático durante el masivo despliegue en Vietnam y Camboya.
Es que en buena medida, habían percibido que los soviéticos enfrentaban a los irregulares afganos con procedimientos convencionales, es decir los esperables cuando se enfrenta a un ejército enemigo en campo abierto, precisamente el mismo error que los EE.UU.
cometieron en su momento en la lucha contra los irregulares en Vietnam y Camboya.
También sabían que como todo ejército, los militares soviéticos tardarían bastante en comprender la naturaleza diferente de la guerra que enfrentaban, y por lo tanto era crítico que los combatiente afganos lograran la mayor eficiencia en el menor tiempo posible.
El inicio de la debacle soviética en Afganistán había comenzado, y su retirada era algo ya posible de vislumbrar. Pero la retirada soviética sería solamente la apertura de una nueva etapa de luchas, esta vez entre los grupos irregulares por el control del poder.
El resto de la historia la he desarrollado en el hilo sobre el acuerdo de EEUU y el Talibán
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