La de Tharp es una historia de superación. De resiliencia. De creer en su talento en un entorno dominado por hombres.
Seguro que los oceanógrafos y los geólogos la conocen muy bien, pero es importante hablar de ella para que conozcamos su enorme contribución a la ciencia.
Marie Tharp nació el 30 de Julio de 1920 en Michigan.
Solía decir que llevaba la cartografía en la sangre; su padre trabajaba para el Dpto. de Agricultura de EEUU haciendo clasificación de suelos.
Debido al trabajo de su padre, la familia viajó por todo el país; Marie llegó a ir a 20 colegios diferentes.
Pero la joven no se involucró en una carrera científica desde el principio. De hecho, estudió inglés y música en la Universidad de Ohio, graduándose en 1943.
Pero sus estudios coincidieron con uno de los eventos más importantes de la Historia del s. XX: el ataque a Pearl Harbor y la Segunda Guerra Mundial.
Muchos geólogos jóvenes fueron reclutados para ir a la guerra, por lo que las facultades y empresas se quedaron casi sin gente.
Debido a ello, el departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Michigan permitió el ingreso de mujeres en 1940.
Por primera vez.
Entre 1920 y 1970, el porcentaje de mujeres que se doctoraban en esta disciplina en EEUU era de un 4%.
Durante mucho tiempo, las sociedades científicas "serias" fueron reacias a aceptar mujeres. Simplemente, muchas veces se consideraban demasiado frívolas como para acometer una investigación científica seria.
Pero eso no amilanó a Marie, que aprovechó la situación para estudiar un postgrado en Geología en la Universidad de Michigan.
Una vez completado, empezó a trabajar en la compañía petrolífera Standolid Oil, pero fue un chasco.
No estaban acostumbrados a trabajar con una mujer.
No se le permitía salir a hacer trabajo de campo, por lo que tenía que quedarse en las oficinas haciendo tareas administrativas y preparando los mapas para los hombres.
Eso no era para lo que Tharp se había formado. No era lo que amaba. Ella quería ser parte activa de todo eso.
Por lo que decidió estudiar un segundo postgrado en Matemáticas, tras lo cual marchó a Nueva York para trabajar en el Laboratorio Geológico Lamont de la Universidad de Columbia.
Y aquí empezó su fundamental contribución a las Ciencias de la Tierra.
En esa época se solía pensar que el fondo oceánico era plano, una especie de enorme desierto subacuático.
En 1912, Alfred Wegener había propuesto la teoría de la deriva continental, según la cual los continentes, inicialmente unidos entre sí, se habían separado en algún momento.
Esa teoría no fue muy aceptada, y los científicos seguían pensando que en los fondos marinos no había nada.
En los años '50, Maurice Ewing, fundador del Laboratorio Geológico y jefe de Tharp, defendía que los geólogos debían salir de los despachos y los museos, e ir al mar.
Debían investigar los océanos in situ, con las innovaciones técnicas que se habían desarrollado en la Guerra.
Y eso hicieron. Los geólogos del laboratorio se embarcaban, y navegaban por el océano estudiando las características de sus fondos marinos.
Menos Marie. ¿Por qué?
Pues porque no se le estaba permitido.
Las mujeres no podían participar en expediciones marinas.
Marie Tharp tuvo que esperar a 1968, ya con
48 años, para participar en una.
Pero, mientras tanto, junto Bruce Heezen, su compañero de trabajo durante décadas, tuvo una idea.
Heezen saldría en las expediciones para recabar los datos, y Tharp los trabajaría a la vuelta, desde el laboratorio, creando una serie de mapas a mano.
Fueron años de trabajo. A lo largo de varias décadas, Heezen y Tharp publicaron una serie de mapas del suelo oceánico.
Pero no fue fácil para Tharp. Cuando le presentó sus teorías sobre los fondos oceánicos a Heezen, él las calificó como "girl talk", algo así como "cosas de chicas".
A Tharp no se la tomaba en serio.
Según Heezen la teoría de Tharp se parecía demasiado a la de la deriva continental de Wagener. Aún se consideraba una chorrada.
Tardó seis meses en convencerlo. Después se publicó el estudio que lo demostraba.
En 1957, ambos publicaron un mapa que mostraba algo apasionante: la existencia de la dorsal mesoatlántica, una enorme cordillera que atravesaba el Atlántico.
Vieron que esa dorsal era parte de una dorsal mucho más grande que recorría los fondos de los océanos.
Ese mapa demostró que Wegener tenía razón.
Y, lo que es más importante, demostró visualmente, de forma definitiva, que Tharp estaba en lo cierto.
Los fondos de los océanos no eran planos. Todo lo contrario: escondían un fascinante mundo de cordilleras.
Pero el punto álgido de la carrera de Tharp llegó en 1977.
Con un mapa que pasaría a la Historia, y para cuya creación se unió ciencia y arte.
El mapa definitivo de los fondos oceánicos.
Tharp y Heezen pidieron ayuda al artista austriaco Heinrich Berann (otro día hablaremos de él, es genial), y crearon esta preciosidad.
El mapa de todo el suelo oceánico. El mapa que cambiaría la ciencia geológica.
Díganme si no es maravilloso.
Heezen falleció ese mismo año.
Tharp continuó trabajando en la Universidad de Columbia hasta 1983, dedicándose a la distribución de mapas durante su retiro.
Marie Tharp falleció en 2006. Después de una vida dedicada a los mapas y a los océanos.
En un contexto dominado por los hombres, luchando contra la falta de confianza a su trabajo por el simple hecho de ser mujer, Marie Tharp contribuyó de manera fundamental a la ciencia geológica.
Fue la mujer que dio voz al océano, y nos lo mostró tal y como es.
Si quieres seguir leyendo sobre la figura y el trabajo de Marie Tharp, te dejo una serie de enlaces, de los cuales he sacado parte de la información para este hilo. ⬇️
Unas pocas consideraciones para quien esté haciendo la tesis y se sienta agobiado, abrumado y/o perdido:
1. La tesis no es definitiva. Es tu presentación para la investigación de alto nivel. Y ya. Si fuera el trabajo definitivo, tu vida académica futura sería bastante aburrida.
2. Tu tesis va a tener fallos. Es normal. En el futuro verás que quizás la conclusión que sacaste en la página 146 no es la más acertada, o que tu análisis de alguna cuestión es erróneo. No pasa nada. Lo interesante es eso: actualizar tus puntos de vista.
Eso no quita que, en el momento, intentes hacer el mejor trabajo posible. Y lo harás. Pero no te empeñes de más en que sea un trabajo absolutamente incontestable. Lo interesante es que aporte argumentos al debate académico. Y el debate académico es justo eso, un debate.
Ese manuscrito, que casi nadie conoce, contiene una obra capital en la historia de la geografía. Y él lo sabe.
Así que lo copia y regresa con él a su monasterio de Chora.
Y todo cambia.
HILO⬇️
Ese monje se llamaba Máximo Planudes. También era gramático y traductor de obras clásicas. Un personaje fundamental.
Esta historia nos va a llevar a varios sitios: a la Alejandría del siglo I, a la Constantinopla del XIV y a la Italia del XV.
Pónganse cómodos, que empezamos.
Bueno, como decía, Máximo Planudes tenía ante él una obra que nadie conocía. Una obra que había permanecido en la sombra, casi desconocida, casi perdida.
Una obra escrita allá por el siglo II.
Hagamos la primera parada. Viajemos en el tiempo hasta ese momento.
En 1572, un canónigo alemán de nombre Georg Braun editó una obra que sería uno de los compendios cartográficos más influyentes y exitosos de la Historia.
Casi cinco siglos después, @TASCHEN nos lo trae en una preciosa edición.
En la segunda mitad del s. XVI, el negocio de los atlas se estaba poniendo muy de moda. ¿Por qué? Pues por el éxito que estaba teniendo una obra, editada en 1570, que dio comienzo a una era: "Theatrum Orbis Terrarum" del flamenco Abraham Ortelius.
La importancia de esta obra es innegable. Ortelius, que había sido comerciante de antigüedades y de mapas, se dedicó a compilar mapas realizados por diferentes cartógrafos y grabadores (y por él mismo) para ofrecerlos en un volumen que mostrara todo el mundo conocido en la época.
En el norte de Colombia, a unos 50 kms. de Cartagena de Indias, se encuentra San Basilio de Palenque.
Una población que encierra una historia de libertad, esperanza e identidad. Una historia en la que los mapas tienen un papel fundamental e inesperado.
¿Me acompañas a verlo? ⬇️
Para entender esta historia debemos remontarnos al siglo XVI, en un contexto de tráfico de esclavos africanos a las plantaciones de la América colonial.
El comercio esclavista fue un elemento de gran importancia en el desarrollo del Nuevo Mundo.
Por diversos motivos (grandes terrenos y escasez de mano de obra, entre otros), durante siglos el comercio de esclavos africanos fue un gran negocio.
Se estima que, solo en el s. XVI, llegaron a América 2.176.000 esclavos africanos.*