Sobre el Poder Judicial, la separación de poderes, la crisis política de la UE, la morosidad legislativa del Congreso y el rasgado de camisas periodísticas y políticas, me voy a enrollar un poquito...
Tenemos unos sistemas políticos ideados para otro mundo. Uno que en España murió hace 15 años, cuando colapsaron los viejos consensos y nadie se avino a fundar unos nuevos; y en Europa, cuando la ampliación creó un monstruo de 27 países sin cambiar las reglas para tomar acuerdos.
En España, esa crisis destruyó el bipartidismo (hoy sigue, os cuenten lo que os cuenten, tercamente por debajo del 50% de los votos y bajando). Pero nuestro sistema estaba expresamente pensado para funcionar a través del turno. De hecho, la LOREG está diseñada para afianzarlo.
No solo el sistema político, también su sistema subalterno, el periodístico. Por eso se transparenta esa molestia, ese enfado casi infantil, en los viejos comentaristas y en los editoriales antaño hegemónicos ante una realidad que no atiende a sus dictados sino que los desacata.
El multipartidismo ha ralentizado la capacidad legislativa del Congreso de forma patente, llevando a los actores políticos y particularmente a los tres últimos gobiernos a echar mano de decretos y otros avíos similares para tratar de producir leyes.
La regla de los tres quintos para la elección de miembros del CGPJ estaba pensada para que, en un entorno de bipartidismo (que supone que un solo partido posee mayoría absoluta o casi), los gobiernos tuvieran que sumar a algunos minoritarios o bien pactar con la oposición.
La paradoja es que hoy, pese a los grititos, la regla de la mayoría absoluta es igual de garantista de la pluralidad o más que lo era hace 20 años la mayoría cualificada. El único riesgo sería que a corto plazo volviera al bipartidismo con esa regla en vigor. No parece probable.
Por otro lado, hay una comprensión muy deficitaria en mi oficio sobre la separación de poderes. Supone que un poder no pueda interferir gravemente en el ejercicio de otro, no que un poder del Estado pueda ser un ente autónomo y endógamo que no responda ante nadie salvo su gremio.
En el poder judicial hoy (con la regla de 3/5 y la elección parcial por juristas), se ha hecho cumbre de la perversión pues se dan los dos vicios a la vez: está politizado (CGPJ, TS, AN y TC, no se salva ninguna alta magistratura) y sin embargo también es profundamente endógamo.
Cuesta creer que la reforma parcial o total de la ley del PJ pueda deteriorar más su actual reputación. Asusta el fariseísmo de quienes hoy se rasgan las vestiduras pero llevan años clasificando magistrados por su (patente) simpatía política y anticipando los fallos de cada sala.
Esta afectación de la ruptura del marco político bipartito a un sistema diseñado para el turnismo afecta de forma capital a la posibilidad de llevar a cabo con éxito las reformas constitucionales perentorias que reclaman tres cuartas partes del país. Pero este es otro asunto.
También prueba cómo los diseños institucionales del siglo XX son hoy inoperantes, el invento de la "cogobernanza", que es una reforma federalista avant la lettre que el Gobierno ha implementado (de facto, no de iure) por la pandemia y que ya expliqué: lavanguardia.com/politica/20201…
En la UE, que con matices, también padece una crisis operacional, la ampliación ha convertido la regla del consenso (las decisiones deben estar apoyadas por todos los Estados) en el secuestro de toda la UE por parte de cualquier disidente. La bloquea cuando más agilidad necesita.
Quienes pactaron la regla del consenso fueron un pequeño grupo de países bastante sincronizados en cuanto a intereses, características socioculturales y tradición política. "Malo será que no nos pongamos de acuerdo" era, digamos, el principio rector. Y funcionaba siendo 15.
Ahora en cambio, la UE reúne a países con tradiciones políticas tan diversas y divergentes, como sus intereses políticos, económicos y geográficos. Y la regla del consenso es un cáncer para el proyecto europeo. Hasta los derechos humanos están en cuestión hoy en el espacio UE.
La solución no es fácil y está sometida al principio ensayo-error. Pero es obvio que hay que cambiar las reglas de forma audaz, porque la esclerosis general es patente. Como prueba que en España, desde hace una década, se apruebe un presupuesto cada tres años en vez de uno anual.
Pero entre tanto se hallan esas fórmulas para engrasar nuestras delicadas democracias liberales y que vuelvan a ser plenamente funcionales, estaría bien que, al menos en mi oficio, dejáramos de dar grititos de doncella literaria soñando con que vuelva 1990.
Porque lo único seguro sobre lo venidero es que no será lo pretérito. Y fin.
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Aunque uno está bastante curado de espantos, no he visto discursos periodísticos mucho más infantiles que plantear el dilema entre "los expertos" y "los políticos".
Todo esto llega una semana después de que grandes oráculos del periodismo quisieran vendernos (sin éxito, menos mal) la antipolítica, el "todos son iguales", "la política, qué desastre", por la sola razón de que la política hace seis años que no los obedece.
Ahora, ante la evidencia de que el "abajo todos" no es material con mucha salida ante una población sumida en la incertidumbre, llega una fórmula solo un pelín más sofisticada de antipolítica: expertos vs políticos.
BOOM: El ministro de Justicia anuncia que la semana que viene empezarán a tramitarse los indultos a los presos del Procés y, enseguida, la reforma de los delitos de Rebelión y Secesión en el Código Penal.
HILO ROLLACO: Una cosita sobre periodismo y palabras.
Como mayormente el periodismo tardó mucho en hacer su trabajo y se enamoró de la muletilla "reformas", que en sí misma no significa nada ("cambios"), ahora el acuerdo europeo parece dar la razón a los unos y los otros. Y no.
Se repitió hasta la saciedad que los "frugales" (el periodismo enamorado de otra palabra de mierda) querían más créditos y menos ayudas, y que estas estuvieran condicionadas a "reformas". Y ya. O sea "ayudas condicionadas a cambios", que es tanto como no decir nada.
Apenas hubo una información en dos meses (los que van desde que la Comisión hizo suya la propuesta Merkel-Macron y las cartas hanseáticas se pusieron sobre la mesa) que dijera otra cosa que "condicionadas a reformas".
"Sánchez hizo patente su apoyo a los ministros señalados por la oposición y fue esmerando en las réplicas un discurso para inquietar al disenso interno del PP: “Sujetarle el altavoz a Abascal hará más pequeño a su partido y más grande a la ultraderecha”." lavanguardia.com/politica/20200…
HILITO: Una aclaración. Ayer, muchos lazos amarillos insultaban en este TL a ERC por el anuncio del decreto ley de medidas básicas que se pactará en la interterritorial de sanidad, como si fuese un menoscabo de la autoridad de la Generalitat a partir de la Fase 3.
No debería sorprenderme esta propensión indepe a sentir que toda decisión está pensada contra el autogobierno catalán, pero en este caso, la cosa viene muy por otro lado. De hecho, justo por el lado contrario: Madrid.
HILO ETERNO: La inercia de los Estados modernos hace que su maquinaria, para bien (Generalitat) y para mal (Supremo), funcione por sí sola al margen de quiénes ocupen los cargos de decisión. Digamos que, en condiciones normales, digamos, los daños que pueden causar son limitados.
Es un saber tácito, inconsciente, del votante, que lo sabe aunque no sepa que sepa. Eso habilita la frivolidad de votar a un candidato incapaz y pintoresco, porque puede ser un revulsivo sin poner en riesgo el funcionamiento de las cosas. Las alcantarillas seguirán tragando agua.
En el votante a los idiotas manifiestos hay gente que genuinamente quisiera ver arder el mundo pero otros, los más, se conforman con que el candidato inconveniente sirva de revulsivo, de toque de atención "al sistema" para que sepa de su enfado como elector.
Sobre la negociación de la investidura, el otro día os hablé de la Teoría de Juegos. Hoy os hablaré de sintaxis. Ayer, ante la filtración de la primer reunión Sánchez-Iglesias, el PSOE salió a contar que la cosa fue mal. Seguramente, queriendo repercutir presión sobre Podemos.
Era una opción fácil, incluso obvia. Pero la cuestión es si es la opción eficaz al propósito de la negociación. Podemos calla. Algunos medios hacen el coro: "Si la investidura fracasa porque Iglesias quiere ser ministro...". Pero la unanimidad de antaño parece lejos.
Si la política es narrativa, una de las cuestiones más importantes es organizar los sintagmas. Si la acción es lograr apoyos a la investidura, uno debe enfocarla sabiendo si es sujeto u objeto de la negociación.