Me ha comentado mi querido @tobiasestempran que explique a que llamamos en Córdoba, medio. O mediecito (seseando para ser cordobés autentico).
Pues es nuestra forma de pedir el vino. Ustedes van al bar y piden un vino. Así, sin más. Nosotros diferenciamos entre copa y medio. 👇
A la izquierda, el medio. A la derecha, la copa.
¿A qué parece raro? Es una broma habitual con los invitados foráneos.
-Como nunca has probado el Montilla-Moriles y es un vino generoso, ¿qué quieres, copa o medio?
-Mejor medio, ¿no? Dicen así, temerosillos.
-Un medio
Y... voilá!
Hay quien no entiende que la copa sea media copa llena y el medio, la copa hasta arriba. Sí, hasta arriba. Sin miserias. Lo de dejarle coronilla -aire entre la superficie del vino y el borde del catavinos- queda poco elegante.
Es que nos gusta el vino. No lo vamos a negar.
Pues bien; el medio es una medida antigua. Pedimos medio cuartillo de azumbre. El azumbre era como litro y medio largo. Un cuartillo, menos medio litro. Y el medio cuartillo unos doscientos centímetros cúbicos. Algo así como dos copas.
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He pasado malas noches en mi vida. Ya decía el gran Chiquito que «una mala noche la tiene cualquiera». Pero esta ha sido como para sumarse a la Santa Compaña y seguirla hasta Cuba como hacía aquel personaje de «El bosque animado» aconsejado por el bandido Fendetestas. Va hilo👇
Serían las cinco de la madrugada, hora que si sé que existe es porque más de una vez ha sido la de volver a casa tras alguna noche de juvenil jarana o larga cena y tertulia con los amigos, cuando creí oír el tañido de una campana en la lejanía. No hice caso y me di media vuelta.
Y al hacerlo, volvió a sonar. Me incorporé en la cama y otra vez el tilín, talán, que empezó ya a incomodarme. Que no es que sea yo persona impresionable ni amigo de historias de fantasmas -soy un aguerrido Fitz-Edwards- pero que tampoco hay que ir por la vida de loco temerario.
Me llama mi padre. Me urge a ir al salón. Está sentado junto a mi madre. Los dos muy serios. Mi madre, más.
-Nene, ¿cuántos años tengo? Ni mamá ni nos acordamos ahora mismo.
Me preocupo. Están mayores y a esas edades les puede ocurrir cualquier percance de salud en un pispás.
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-Ochenta y cuatro, papá, le contesto.
-¿Y yo?
-Eso, ¿y mamá?
-Los mismos, ochenta y cuatro.
Se vuelve hacia mi madre y le dice:
-¿Ves, Pilarín, como Jacobo no tiene lagunas de memoria? No sé por qué te preocupas tanto. Tiene sus años pero está bien.
-¿Me podéis explicar que pasa?
-Que como se te ha olvidado encargar un pastel cordobés para mañana que es San Rafael, nos hemos preocupado. Que vas cumpliendo años y podéis tener problemas de salud. Que lo vi en un documental.
-Nena, tranquila. Ya ves que está bien. Atontado, pero bien. ¿Qué hay del pastel?
Como les contaba, cuando entramos a casa, tita Carmen decidió que nos hiciéramos un retrato de familia en el patio. Nos fuimos situando según sus órdenes y cuando dijo toda orgullosa: «Y aquí, a mi lado, mi querido esposo», nos dimos cuenta de que nos faltaba el novio. Va hilo👇
Entre la conversación y las risas se me había olvidado liberarlo de la silla. Al verse solo en el jardín y como tiene esa vocecita tan fina, no oímos sus grititos. Así que intentó levantarse. Pero como el correaje estaba bien sujeto a los travesaños, perdió el equilibro y se cayó
El pobrecito, con toda su buena voluntad y haciendo un esfuerzo infinito, consiguió ponerse a cuatro patas y avanzaba gateando muy despacito hacia el porche. Entre Antonio y yo lo incorporamos, le desatamos el correaje de la silla, lo cepillamos un poquito y lo entramos en casa.
El paseo nupcial en el viejo jaguar de tío Ramón fue muy emotivo. Cruzamos la cancela, salimos a la nacional y subimos hasta la ermita, donde tío Fernando les hizo unas fotos preciosas en las ruinas que vieron la primera experiencia mística de tía Adelita hace un siglo. Va hilo👇
Como tita Carmen está felicísima con eso de ir saludando por la ventanilla y quiere tener muchas fotos para enseñárselas a sus amigas de la asociación, tío Fernando se ha subido en la vespa del capataz y Alvarito, que está encantado con irse de aventura, le asiste como conductor.
Se acercan al auto, tita saluda agitando la mano y Willy lo hace militarmente llevándose la mano al casco. Se alejan para obtener instantáneas con el cartel de «Just Married / Recién Casados» que les ha preparado mi padre junto a la correspondiente ristra de latas de conservas.
Ayer tuvimos un día más o menos normal. Bien es cierto que mi padre y tío Fernando no se levantaron hasta casi las dos y después de almorzar se echaron la siesta. Y es que el viernes nos acostamos muy tarde tras la ajetreada despedida de soltero de tío Willy en Málaga. Va hilo 👇
No es que yo estuviera todo el día cazcaleando por Las Golondrinas. Entre el cansancio y la imaginaria que me tocó hacer para dejar a tío Willy en perfecto estado de revista sobre las nueve que es cuando mi madre y tita Carmen vuelven del paseo, necesité una siesta de tres horas.
Así que el pobre, sentado en una butaca del patio, sufrió primero el ninguneo,después el desprecio y al fin, un juicio sumarísimo que careció de toda garantía procesal. No sólo no se le proporcionó defensor, sino que juez, fiscal y jurado coincidieron en la persona de tita Carmen
De la despedida de soltero volvimos muy tarde y conseguimos lo que pretendíamos: campo libre. Las damas se habían retirado a descansar. La casa de los guardeses estaba cerrada a cal y canto con un letrero que decía: "La Lujuria mata al Amor, la penitencia lo revive" Va hilo 👇
No hacía falta llamar al CSI para deducir que aquel cartel era obra de tita Carmen, y no sólo intelectual, sino materialmente. Tenía móvil, capacidad y tiempo para perpetrarlo. Además, quienes la conocemos sabíamos que era capaz aunque no se puede acusar a tontas y a locas.
Pero un primer análisis la señalaba: esa cuidada caligrafía y su inimitable letra picuda la delataban. La tinta azul mares del sur de su estilográfica es rara y además de estar escrito en una de sus elegantes cuartillas membretadas, lo había firmado con nombre, apellidos y DNI.