Thread by @JFitzEdwards

Ayer, mientras echaba la tarde de tertulia con mi padre, entre café, brandy y mostachones de Utrera, caímos en la cuenta de que este año, al estar en el campo, no íbamos a poder divertirnos con la fiesta de Halloween que es algo que a los dos nos encanta y emociona. Va hilo 👇

Eso de que los niños de la vecindad disfrazados de zombies llamen a la puerta de casa en plena siesta para preguntarte si deseas truco o trato no es más que una terrible blasfemia, un agravio luterano, una afrenta a la civilización hispánica y un atentado a los derechos humanos.

Pero como, según recuerdo de mis divertidos tiempos universitarios, disparar contra una patulea de menores de edad disfrazados podría constituir un grave ilícito penal, sumado al hecho de que carezco de armas de fuego y mi padre sólo cuenta con una vieja carabina de tiro olímpico

hace ya años que tomamos la decisión de combatir la colonización yanqui como hacemos con su mal comer y peor beber. Con inteligencia. Un año pusimos un cartelón que decía «En esta casa que es católica, apostólica y romana, se celebra el Día de Difuntos comiendo huesos de santo»

Otros años añadíamos coletillas como «En España, este día se disfruta rezando a los familiares fallecidos y viendo el Don Juan Tenorio», o «Para calabaza, la Ruperta del “Un, dos, tres”». Incluso una vez, mi padre le recitó a un grupo «El monte de las Ánimas», íntegro, de Bécquer

Pero como comprobamos que daba igual porque los nenes seguían llamando al timbre y algunos no paraban hasta fundirlo, decidimos renunciar a la sacrosanta siesta, hacer de la necesidad virtud y convertir el inevitable dolor en alegre diversión. Que el sufrimiento es muy luterano.

Así que bien les contamos la tradición británica del soul cake, le hablamos de la historia del portugués pão-por-deus que piden los niños en estas fechas y cuando llevamos cinco minutos de disertación y han perdido la esperanza de recibir nada, o se van aburridos o nos insultan.

También les explicamos que traducir trick or treat como truco o trato es un error mayúsculo y que realmente deberían decir dulce o travesura. Que tanto colegio bilingüe y no saben ni lo que significa la frasecita. Incluso el año pasado preparamos una pizarra para explicarlo.

Aunque lo que más me divierte es cuando mi padre contesta a lo de truco o trato. Y no sé qué es peor. Porque si contestan trato los tiene un rato regateando y lo malo es que en lugar de aceptar la clase magistral de negociación, en la que reconozco que siempre los lía, se enfadan

Y si dicen truco, saca la baraja y se juega con ellos los caramelos y todos pierden. No sé si lo he comentado alguna vez pero es un genio de la prestidigitación. He visto niños tener que volver a pagar la deuda en caramelos. Y uno la tuvo que saldar a plazos durante tres años.

En fin, que nos invadió la tristeza. Y fue entonces cuando le pregunté porque la habitación en la que escondimos a tío Willy la noche de la despedida de soltero estuvo tantos años cerrada con llave y sólo pudimos abrirla años después de fallecida la maravillosa tía Adelita.

-Esa historia es muy ruizalmodovariana. ¿Qué versión quieres? ¿La oficial o la que yo me sé?
-¿Cuál es mejor?
-Nene,¿de verdad no te lo imaginas?
-Supongo que la segunda
-Supones bien
-Pues cuéntamela
-Bueno, te cuento las dos y tú eliges que está la tarde tonta hasta la merienda

-Verás, recuerdas la gran piedad de tía Adelita y su afición por los Ejercicios Espirituales. Pues recién terminada la guerra, la de aquí, la mundial estaba tonteando con que si empezaba en serio o no, se le ocurrió organizar unos días de oración y reflexión en Las Golondrinas.

Imagínate esto lleno de beatas con sus velos y sus rosarios repitiendo letanías y ayunando. Y sin más hombre que un fraile franciscano más delgado que una varilla de mimbre y de la más estricta observancia que iba con sandalias en pleno octubre el tío. Fray Raimundo se llamaba.

El caso es que Paco y Venancia a quien no los había avisado nadie de la llegada de aquella Cruzada de rezadoras ayunantes, pusieron una cara rarísima cuando vieron llegar a tía Adelita una tarde, acompañada de dos señoras y anunciando la santa invasión para el día siguiente.

Y peor cara cuando la tía les envió a Córdoba para que, aunque ella sabía que si lo hacían, sería sin querer, no importunaran con su vida de recién casados, el intenso recogimiento que buscaban. Y los despachó en el mismo coche en el que había ido, sin dejarlos ni decir adiós.

Organizaron la casa, arreglaron la capilla y se acostaron pronto, ya que iban a madrugar para iniciar las oraciones y el resto de las participantes tenía prevista su entrada en carrera oficial para el almuerzo que, por indicación del fraile, que llegó andando, sería frugalísimo.

Ya en el desayuno, doña Amparo -¿te acuerdas de doña Amparo, Nene?
-No, la verdad
-Pues es la que le regaló aquella figura de Lladró a tu madre. El corzo atacado por una jauría de perros. El que tú te cargaste, bribón
-La única vez que a mamá no le ha importado que le rompa algo

-Es que era horroroso hasta llorar de pena, Nene
-A mamá le provocaba pesadillas
-Bueno, sigo. Pues que doña Amparo comenta que si alguien más ha oído ruidos por la noche. Tía Adelita lo achaca al ayuno pero otra de las damas insiste en que ella ha oído muebles moverse y chirriar

-Hijas mías, les dice el fraile que estaba desayunando un mendrugo de pan y una cabeza de ajos, el demonio busca cualquier ardid para romper el ayuno. Perseverad, hermanas.
A mediodía aparecieron las otras seis u ocho amigas y allí que se dedicaron a rezar y ayunar todo el día.

Decidieron pasar la noche rezando.Arrodilladas en el patio. Imagínate, Nene, todo esto con una beata cada dos metros susurrando letanías y el fraile dirigiendo el rezo desde la escalera. Todo el patio lleno de velas que chisporroteaban, luces ondulantes y rosarios que tintineaban

Había luna llena. Y ya de madrugada en medio de la meditación, doña Angustias creyó ver una sombra. Calló. Pero no fue la única. Lolita Peña se estremeció y sintió un escalofrío cuando la vio acercarse a ella. Un gatillo atravesó el patio corriendo como alma que lleva el diablo.

Y la sombra se alargaba y achicaba por las escaleras. Y entonces el viento batió alguna ventana. Una señora lanzó un gritito antes de desmayarse. Fray Raimundo redobló los rezos. De pronto, empezó a llover. Las hojas de las aspidistras golpeaban las columnas. Los gatos maullaron.

Los perros empezaron a aullar. Las sombras se cruzaban entre las baldosas del patio. Las señoras rezaban. Ya había dos desmayadas. Otras castañeteaban los dientes. Tía Adelita gritaba con todas sus fuerzas: «Señor, sálvanos de la tentación». El fraile se golpeaba con el cíngulo.

De la cocina llegó un estruendo y el grito ahogado de una mujer de ultratumba. Las sombras se cruzaban. El viento ululaba, los gatos maullaban, los perros ladraban, un pájaro negro cayó en la fuente y el fraile se disciplinaba con el cíngulo. La campana de la capilla tañó. ¡Dong!

-Es una señal, hermanas, gritó el fraile. El Señor nos salvará en la capilla.
Al salir al porche, juraron ver destellar luces. Y tía Adelita y el fraile juraron que en la ventana del cuarto del desván había una cara pegada al cristal que aullaba rodeada de llamaradas de fuego.

-Era una pecadora ardiendo en el fuego del infierno, María del Carmen, le contó a tu abuela.
Pasaron la noche en la capilla, empapadas de la lluvia, ateridas de frío, cantando salmos y rezando rosarios sin parar. Cayeron rendidas y hambrientas sobre los bancos de la capilla.

Y allí se las encontró tío Ramón cuando apareció a media mañana.
-Fue un milagro, un milagro lo envío san Rafael -contaba tía Adelita- a quien quisiera escucharla.
El tío llamó al pueblo y vinieron a recogerlas en un camión. Ninguna quería entrar a la casa. Ni el fraile siquiera.

-¿Y qué fue aquello? Da repelús. La cara, las llamas, los perros…
-Según contaban, hubo un incendio en Las Golondrinas a mediados del XIX y la cocinera murió abrasada intentando robar algunas piezas de plata que había en la casa.
-¡Qué horror! Nunca había oído esa historia.

-Ni tú, ni nadie. Se la inventó tío Ramón cuando llegaron los guardias con el párroco. Venía al mando Gastón, el abuelo del nuestro. El cura se limitó a bendecir la casa y comerse unos platos de jamón con tío Ramón y los guardias. Eran malos tiempos. Y se arregló con un almuerzo.

-¿Entonces?
-Pues que tío Ramón, con la complicidad de Paco y Venancia, había escondido aquí a una cupletista amiga suya del Madrid de antes de la guerra, a la que perseguían por haber sido novia de un alto cargo comunista y cantar coplas indecentes enseñando pierna y demás.

- Fue un caballero. Siempre tuvo muy buen corazón y sólidos principios.
-Creo que también influyó lo que tenía la cupletista delante del corazón y las sólidas piernas en las que se apoyaba el resto de su flamígera estructura.
-Eso ya lo imaginaba. Entonces, todo fue cosa de ella.

-Del hambre, que ella no estaba acostumbrada a ayunar. Y llevaba dos días encerrada en el cuartito. Y la mujer, aprovechando el espectáculo de las señoras arrodilladas y rezando, bajó a la cocina a por algo que comer, se le cayó una bandeja de loza en el pie y chilló de dolor.

-¿Y la imagen de la ventana?
-Pues la pobre mujer, asustada, pensando que se había delatado. Que era muy mala fecha, Nene. –Ya, ¿y las llamas?
-Lo de las llamas del infierno o eran las cortinas rojas moviéndose o el hambre de las ayunantes que las hizo verlo.
-¿Y qué fue de ella?

-Tío Ramón consiguió sacarla a Portugal gracias a su amigo el agregado militar sueco y de allí se fue a México. Le escribía todos los años una postal para los Santos.
-Si es que tío Ramón…