En mi último viaje a la CDMX me presentaron a un visitante sueco que recién llegaba a México en un tour latinoamericano que se daba en un tiempo sabático.
Le pregunté qué le había sorprendido mas de México con respecto a su país y el resto de Latinoamérica.
Le pregunté qué le había sorprendido mas de México con respecto a su país y el resto de Latinoamérica.
Yo esperaba una respuesta cliché con respecto a la cultura precolombina tan peculiar en Latinoamérica, tan asombrosa para los europeos.
La repuesta me sorprendió: "me asombra la forma en que comen los mexicanos".
Palabras mas o menos fue la traducción de respuesta.
La repuesta me sorprendió: "me asombra la forma en que comen los mexicanos".
Palabras mas o menos fue la traducción de respuesta.
Por supuesto que pedí una explicación de la respuesta que versó asÍ:
El mexicano hace de cada comida una fiesta, arman un jolgorio para comer en familia o entre amigos. Y además siempre hay lugar para uno mas en la mesa.
El mexicano hace de cada comida una fiesta, arman un jolgorio para comer en familia o entre amigos. Y además siempre hay lugar para uno mas en la mesa.
Me dijo que se tuvo que acostumbrar a comer casi repegado a otras personas.
"En Suecia todo mundo mantiene su espacio para comer. Si no ajusta la mesa, se come por turnos".
A uno se le hace tan cotidiano el jolgorio a la hora de ingerir alimentos que no percibe lo anterior.
"En Suecia todo mundo mantiene su espacio para comer. Si no ajusta la mesa, se come por turnos".
A uno se le hace tan cotidiano el jolgorio a la hora de ingerir alimentos que no percibe lo anterior.
Posterior a esa revelación fuimos el visitante sueco, unos amigo y yo a un restaurante por Tacubaya,
En efecto, en una mesa hicimos espacio para que cupieran otros dos.
En efecto, el sueco no estuvo todo lo relajado al momento del jolgorio de la comida.
En efecto, en una mesa hicimos espacio para que cupieran otros dos.
En efecto, el sueco no estuvo todo lo relajado al momento del jolgorio de la comida.
Nuestra particular idiosincracia en el momento de socializar los alimentos nos identifica. Quizá lo supimos en el momento en que nuestra gastronomía mestiza fue a conquistar y hacer estragos en paladares extranjeros.
Pero la comida es sólo una parte del jolgorio. El resto es nuestra algarabía por compartir el momento de los alimentos.
Y eso, probablemente, sea una de las necesidades mas básicas de nuestra idiosincracia.
Comer solo va contra nuestro instinto.
Y eso, probablemente, sea una de las necesidades mas básicas de nuestra idiosincracia.
Comer solo va contra nuestro instinto.
La pandemia nos ha obligado a ir en contra de esa necesidad básica de nuestra idiosincracia: la cercanía y el jolgorio a la hora de ingerir alimentos.
Comer implica quitarse el cubrebocas.
Si siguiéramos los protócolos de sanidad debería haber sana distancia.
Y pues no.
Comer implica quitarse el cubrebocas.
Si siguiéramos los protócolos de sanidad debería haber sana distancia.
Y pues no.
En la planta donde laboro hacer que el personal use cubrebocas, tenga sana distancia en sus labores y se lave las manos no ha sido difícil.
La operación que hacemos obliga todo ello.
Pero vaya que se ha batallado por mantener el orden en el comedor.
No hay forma.
La operación que hacemos obliga todo ello.
Pero vaya que se ha batallado por mantener el orden en el comedor.
No hay forma.
SI la estadística no falla, poco mas de un tercio de los nuevos positivos de coronavirus en el país lo han sido por reuniones sociales. Dos por sentado que el momento de mayor exposición es sentarse a comer.
La mesa del mexicano es punto de reunión sin sana distancia.
La mesa del mexicano es punto de reunión sin sana distancia.
Se podrán cerrar todos los bares, antros, lupanares, cantinas y congales, pero al mexicano no le clausures su comedor familiar porque se arma Troya.
Dejemos de lado el comedor familiar, el puesto de tacos, la cena o el menudo en compañía.
Dejemos de lado el comedor familiar, el puesto de tacos, la cena o el menudo en compañía.
Guadalajara lleva ya diez días en botón de emergencia para detener la cadena de contagios.
La medida de la contingencia obliga que los puestos callejeros sirvan a alimentos para llevar sólamente. Adiós jolgorio.
Y sí, hay diferencia.
La medida de la contingencia obliga que los puestos callejeros sirvan a alimentos para llevar sólamente. Adiós jolgorio.
Y sí, hay diferencia.
Este que escribe acude a los ritos del menudo sabatino. Pero desde que comenzó la pandemia llevo mi recipiente para ingerir mi caldo en mi casa. Solo.
No no es lo mismo. Pero es lo mas seguro.
La menudería a la que voy nunca tuvo las medidas para prevenir contagios.
No no es lo mismo. Pero es lo mas seguro.
La menudería a la que voy nunca tuvo las medidas para prevenir contagios.
La menudería está cercana a una gran empresa electrónica por el norponiente de la ciudad.
Era común que, cuando llegaba por mi porción, había mesas juntas con ocho/diez comensales ataviados con el uniforme de la empresa.
El jolgorio de los alimentos.
Era común que, cuando llegaba por mi porción, había mesas juntas con ocho/diez comensales ataviados con el uniforme de la empresa.
El jolgorio de los alimentos.
Todos lo sabemos. Sea menudo, pozole o tacos de nuestra preferencia, donde caben cuatro, caben seis.
Donde hay lugar para cinco mesas, puede caber otras mas, o hasta dos.
Hay jolgorio en la mesa, y hasta en la espera.
Comer, para el mexicano, es una fiesta para compartir
Donde hay lugar para cinco mesas, puede caber otras mas, o hasta dos.
Hay jolgorio en la mesa, y hasta en la espera.
Comer, para el mexicano, es una fiesta para compartir
Desde que comenzó el botón de emergencia en Guadalajara, la menudería donde me sirven mi porción despacha sólo para llevar.
Ese lugar dejó de ser un foco de infección.
La gran pregunta es ¿por qué esperamos hasta que fuera crítica la pandemia para servir sólo para llevar?
Ese lugar dejó de ser un foco de infección.
La gran pregunta es ¿por qué esperamos hasta que fuera crítica la pandemia para servir sólo para llevar?
Aquí me he quejado de las medidas implementadas por el gobierno para el botón de emergencia.
Pero asumí, y reitero, que todos los tapatíos nos metimos en esta crisis.
Comenzando por no romper el jolgorio de la comida, por mucho que nos pese.
Pero asumí, y reitero, que todos los tapatíos nos metimos en esta crisis.
Comenzando por no romper el jolgorio de la comida, por mucho que nos pese.
Ayer fui por mis tacos de tripa favoritos.
El tapanco despachaba sólo para llevar, cosa que no hizo en los meses anteriores.
Dejó de ser un foco de infección.
Tuvimos que llegar a esta crisis.
El tapanco despachaba sólo para llevar, cosa que no hizo en los meses anteriores.
Dejó de ser un foco de infección.
Tuvimos que llegar a esta crisis.
Ayer mientras, esperábamos nuestra orden de tacos, nadie hablaba, estaba una persona por cada orden y todo mundo usaba su cubrebocas correctamente.
De nuevo, tuvimos que llegar a esta crisis.
Pero el panorama era de funeral.
Tristísimo, pero seguro.
De nuevo, tuvimos que llegar a esta crisis.
Pero el panorama era de funeral.
Tristísimo, pero seguro.
Sin jolgorio la comida no sabe igual.
Ojalá la vacuna de Pfizer, o cualquier otra, llegue pronto.
Nos necesitamos tanto para echarnos, aunque sea, un delicioso taco de frijoles con harta salsa.
Pinche pandemia.
Ojalá la vacuna de Pfizer, o cualquier otra, llegue pronto.
Nos necesitamos tanto para echarnos, aunque sea, un delicioso taco de frijoles con harta salsa.
Pinche pandemia.
Fin de las notas.
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