El 4 de diciembre no es un día cualquiera para los andaluces de cierta edad, y no debería serlo para los que somos más jóvenes. Para subrayar su relevancia podemos apoyarnos en una singularísima manifestación cultural de carácter popular: las letras del carnaval gaditano. Hilo.
Aviso: por suerte, esto va a leerlo gente de fuera, ajena a ese universo aparte que es el carnaval de Cádiz y su concurso de agrupaciones. Temo que un hilo no sea el formato propicio para bosquejar una introducción al respecto, así que mejor vamos directamente con la letra.
Antonio Martínez Ares escribió este pasodoble con una perspectiva histórica de dos décadas. Él apenas era un niño de nueve años cuando sucedió el hecho troncal de esta letra conmemorativa. Porque, para irnos situando, el 4 de diciembre mentado es el de 1977.
Aquel día se echaron a la calle dos millones de andaluces en las ocho provincias, así como en algunas ciudades donde habían emigrado. Con la democracia ya restituida en España, esas manifestaciones reclamaban un estatuto de autonomía para Andalucía.
Además de aludir a una Andalucía unida, desde los territorios de interior a los costeros, Martínez Ares incluye un par de referencias evidentes al himno andaluz, de donde tomó prestados el primer y el último verso de este fragmento.
El himno andaluz se estrenó en público el 10 de julio de 1936, en la semana previa al golpe de Estado, y tuvo que esperar 71 años para volver a ser interpretado por Carlos Cano.

Aquí, en versión de India Martínez, Arcángel y Paco Cepero a la guitarra.
La letra prosigue con la contraposición de dos escenas que marcaron la Transición: en un bando, los franquistas homenajeando al dictador muerto, y por otro lado un suceso luctuoso acaecido en Málaga —que retomaremos en este hilo, pero un poco más adelante—.
Quizás sea fliparme demasiado, pero la triple inclusión del término "cadenas" puede ser un eco de la famosa frase absolutista «¡Vivan las cadenas!».

Por lo demás, se recoge la ilusión desmedida de muchos andaluces ya mayores que tanto soñaron con ese momento de emancipación.
La letra pasa a enumerar algunas de las cadenas que cayeron, y para eso se traslada a los tiempos de la guerra y la dictadura: el fusilamiento de los vencidos, el enriquecimiento de los señoritos con el trabajo de los jornaleros.
A Blas Infante lo sacaron unos falangistas de su casa de Coria del Río y lo fusilaron, sin procesarlo siquiera, el 11 de agosto de 1936. Fue líder del andalucismo y letrista del himno; en 1983 el Parlamento de Andalucía lo declaró padre de la patria.
Explicación de los números: el gobierno de UCD pretendía una autonomía mediante el art. 143 de la Constitución, pero los andaluces querían el 151, que aseguraba más rapidez y mayores competencias, como habían logrado otras comunidades históricas —Cataluña, País Vasco y Galicia—.
El gobierno central convocó un referéndum para dirimirlo, aunque con unas condiciones durísimas, siempre en favor de sus intereses. Pero arrasó la vía del 151 —menos en Almería, larga historia—, y la fecha de aquella votación se tomó como Día de Andalucía: el 28 de febrero.
Pero aquella convocatoria y su resultado habrían sido inconcebibles sin la manifestación multitudinaria del 4 de diciembre, esa que Martínez Ares recordó en su letra, a la que puso el broche con ese puntito de sentimentalismo, marca de la casa: libres, libres para siempre.
El pasodoble lo cantó en 1998 la comparsa Los Piratas, una de las más recordadas de su magistral trayectoria y que fue, sin duda, pionera del actual fenómeno de exportación del carnaval allende las fronteras gaditanas. Una agrupación impresionante, mágica.
Aunque no sea yo muy amigo de las letras de carnaval descontextualizadas e interpretadas por solistas, con esta versión de Rocío Márquez vamos a hacer una excepción.

Hasta que llegó Ares, el 4 de diciembre era patrimonio de la comparsa Raza mora, de El Puerto de Santa María. La letra que ellos interpretaron con el suceso todavía fresco se convirtió en un himno. Ipso facto. El mejor carnaval siempre fue activismo cantado.
La letra arranca directa, con un puñetazo. Diego Caraballo, su autor, explicó que la rabia le hizo escribir este pasodoble más rápido que ningún otro de su vasta y exitosa trayectoria. Lo hizo nada más enterarse de la noticia; quizás por eso el primer verso le salió en presente.
Es momento ahora de explicar qué ocurrió el 4 de diciembre en Málaga —aquello que dejamos pendiente en la letra de Los Piratas—. La jornada se tiñó de sangre cuando la policía disparó a los manifestantes, hiriendo a dos personas y matando casi en el acto a un chaval de 18 años.
Suele confundirse al fallecido —y sospecho que la letra también lo hace— con Juan Manuel Trinidad, quien trepó para colocar la bandera andaluza en el edificio de la Diputación, algo prohibido por la autoridad y que fue el detonante de las cargas y la inmediata estampida.
Imagino que la ambigüedad del verso «no importa de qué lado ni de qué partido» responde a que cuando fue escrito no se conocía aún lo que pronto se supo: que el disparo había sido obra de un policía.
Era una jornada festiva, tranquila, la recuperación de la calle por parte del pueblo tras décadas de oscuridad. Esos disparos lo convirtieron en un día funesto, que provocaron revueltas y una huelga general. Pero el proceso autonómico no se detuvo, como aventuró la letra.
El pasodoble alcanzó tal magnitud que hasta rebautizó al difunto, a quien la letra interpela antes de concluir mientras predice lo importante de su figura. Fue por el error que contiene este verso que muchísima gente conoce al fallecido como José Manuel Caparrós.
Numerosos homenajes confiaron en la letra, pero en realidad se llamaba Manuel José García Caparrós, trabajaba en la fábrica de la cerveza Victoria y estaba afiliado a Comisiones Obreras. Su único crimen fue manifestarse, igual que los otros dos millones de andaluces.
El final del pasodoble es apoteósico, conformando una imagen rebosante de simbolismo. Ahí arriba podía decir tranquilo lo mismo que trató de decir aquel día: que era andaluz. Cantar esto en pleno proceso autonómico y solo dos meses después de la muerte tuvo que ser impresionante.
De aquella interpretación en el Falla, lógicamente, solo quedó registro sonoro. Los integrantes de Raza Mora ensayaban en la peña Los Majaras, nombre con el que se conoce a uno de los mejores y más carismáticos grupos de la historia del carnaval gaditano.

La letra quedó ligada al joven sindicalista que, como reza el himno, salió a la calle de forma pacífica a pedir tierra y libertad. El viaje de la autonomía andaluza no precisaba unas alforjas manchadas de sangre. La identidad del autor del disparo que lo mató continúa silenciada.
Desde entonces, los ya veteranos integrantes de Los Majaras se reúnen en El Puerto todos los 4 de diciembre para cantar el pasodoble. Antes en el bar Triana, donde alguna vez me acerqué a verlos, y ahora en su nueva peña. Este vídeo es del año pasado.

Y con ese emocionante homenaje termina el hilo de esta semana. Suelen ir dedicados a canciones, pero la tierra tira y tarde o temprano tenía que colarse el carnaval —¡que es de lo que yo en verdad sé!—. Dejo por aquí las reseñas anteriores. Salud.

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19 Nov
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