En esta conversación de 2015 con Martin Meyer, autor de “Me of All People”, Alfred Brendel reflexiona sobre la música, la vida, el arte y varias otras cuestiones. Meyer pregunta a Brendel, ¿si pudiera cambiar algún aspecto de su vida como artista, cuál sería?
Brendel contesta que más que cambiar algunos aspectos, le gustaría inventar una serie de escenarios que hubieran cambiado su vida en un a dirección diferente: “Firstly: musical parents. No war, no memories of Nazis and fascists, no Hitler or Goebbels on the wireless…
…no soldiers, party members and bombs. Piano tuition from a nephew of Rachmaninov in America. Composition lessons from Schoenberg in Los Angeles. Film music for Woody Allen.” O “artistic parents - my father a sculptor and taxidermist, my mother a dancer and diseuse.”
Meyer pregunta sobre los nuevos proyectos de Brendel como pianista: “To do what I already do, but better. Play more Mozart sonatas. Perform with the nicest conductors and the best orchestras. Take into account the constitution of a 75-year-old…
…Look at architecture, visit museums and exhibitions - in other words, have more spare time. See old films. Re-read great literature. Write poems. Give lectures. Try to look happy and grateful despite the wretched state of the world.”
Sobre su “estilo tardío”, para Brendel su ideal sería una mezcla de sabiduría y frescura. “When aged virtuosi, however, find it necessary to prove themselves by still thundering out Chopin’s A flat Polonaise, I am embarrassed."
Para Brendel, sus poemas fueron una sorpresa. “When my first volume of poems appeared, a friend wrote to me saying that he expected me now to design a church in Hampstead." Para él, no son un hobby: “Writing has been second nature to me for a long time.”
¿Que consejo le daría Brendel a los jóvenes músicos? “Young pianist should acquaint themselves with music of all kinds - not just piano music. They should study composition and, as far as possible, compose…
…They should, if they wish to be virtuosi, not be virtuosi of the stupid kind, but should subordinate their virtuosity to the music as a means to an end - nothing more, nothing less. They should regard their talent as a promise that can be realized in the long term…
… through patience, energy and a good mixture of enthusiasm and scepticism. They should , instead of applying stereotypes, always be prepared to learn - every new piece, every new bar is a new challenge.”
Sobre si es dionisíaco o apolíneo, Brendel considera que lo mejor es una combinación de cambio y conservación. “Intoxication will not create a work of art, without the assistance of control and reflection. Chaos is then allowed (…) ‘to shimmer through a veil or order.’”
Para Brendel, la gran música va más allá de la vida humana. “Great music is concerned with a world that embraces human experience, but it also the ability to reach out beyond human experience into the fateful, the fantastic, the demonic, the seraphic…
…reach out to timelessness and silence. Music can immerse itself in the tragic and the fatal, but can also, in humorous superiority, rise above human matters.”
Finalmente, sobre si la modestia que revela en “Me of All People” es solo una pose, Brendel afirma: “I am aware that some people do not wish to accept me as I am because they expect an artist always to be narcissistic. My position is as follows: I am surprised by myself…
… but I cannot admire myself. I have certain gifts. That is not achievement. It is only sensible to try and make something of one’s talent. It’s also a need, because it sucks you in. It’s something that helps to fill a life. That one has the necessary energy, the necessary…
…enthusiasm, the necessary persistence, the appropriate constitution, is likewise not an achievement. They are qualities one has. That I can communicate with an audience musically and fill halls despite my grimaces is for me not a source of pride but astonishment.”
En esta conversación de 1979, Alfred Brendel y Konrad Wolff, autor de “The Teaching of Artur Schnabel. A Guide to Interpretation”, discuten sobre ciertos puntos en los que Brendel no coincide con Schnabel.
Para Wolff, Brendel es el primer pianista desde Schnabel que ha gozado de plena autoridad en la interpretación de Mozart, Beethoven y Schubert. Además, en su opinión, su enfoque tiene mucho en común con el de Schnabel en los detalles de fraseo, tempo y dinámicas.
En 1976 Terry Snow entrevistó a Alfred Brendel sobre sus puntos de vista acerca de la obra de Bach para teclado, la cual hasta ese entonces Brendel había evitado ejecutar en sus conciertos.
Brendel cambió de opinión en esa época. Al haber sido alumno de Edwin Fischer, quien transmitía la música de Bach de una manera única y con poderosa autoridad, le tomó tiempo considerar que estaba listo para abordar a Bach en sus propios términos.
Ya casi llegamos al final de este maravilloso libro. En esta sección, Brendel comparte varias entrevistas. La primera de ellas fue en 1972 con Jeremy Siepmann, músico, locutor, articulista y autor de varios libros sobre música.
Si bien después de 377 hojas ya tenemos una buena idea sobre las opiniones de de Brendel sobre la música y el quehacer musical, en esta entrevista revela varios puntos de vista.
En este capítulo, Alfred Brendel hace una reseña de “The New Grove Dictionary of Music and Musicians”, publicado en 1980 y que a la fecha es considerada una de las mejores obras referenciales en la materia.
Brendel recuerda que cuando tenía 13 años leyó completamente el “Musiklexikon”, obra de Hermann Albert de 1927, la cual considera “la base de su modesta erudición musical”, ideal para la introducción a los términos y materias musicales.
Como músico, qué difícil debe ser despedirse del escenario. En este capítulo Brendel reflexiona sobre su retiro, y sobre lo que hace posible a un intérprete enfrentar una vida como concertista.
Para Brendel en primer lugar está una tríada de talento, constitución física y suerte. Pero hay mucho más que añadir: confianza en sí mismo y autocrítica, ambición y paciencia, perseverancia sin fanatismo, buena memoria, nervios de acero (para el escenario y para leer reseñas)…
“A ten-year-old draws all gazes upon himself. Small and handsome, he sits at the first desk of the cello section right next to the conductor and hardly looks at the music, obviously mesmerized by Sir Simon Rattle who instils into him and others Mahler’s First Symphony”.
En este capítulo Brendel habla de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela, compuesta de niños de 9 a 13 años, que debutó en el Festival de Salzburgo en 2013 bajo la batuta de Sir Simon Rattle.