Alfred Brendel ganó en 2003 el London Critic’s Circle Award, el cual que se otorga a quienes han prestado por un largo tiempo un servicio distinguido a las artes. Este premio se ha entregado a Ninette de Valois, Alicia Markova, Judi Dench, Ian McKellen, Helen Mirren, entre otros.
En su discurso, Brendel confiesa que aún en ese punto en su vida y con el gran éxito alcanzado, sigue teniendo algo de la aprehensión que tenía en un principio cuanto trataba de consolidar su prestigio con la ayuda con la prensa, y a veces sin ella.
Brendel agradece en particular a los críticos que después de su primer recital en Graz, Austria, le predijeron un futuro brillante, y a William Mann, quien lo describió en “The Times” uno de sus primeros conciertos como “un recital en mil”.
Brendel también agradece en retrospectiva al “New York Times” que por varios años lo menospreció, por demostrarle que es posible ganar admiradores y establecer una reputación a pesar de él.
A pesar de haber escrito algunas reseñas, haber ocasionalmente ventilado públicamente sus recelos sobre Glenn Gould y reconocer en algunos de sus colegas lo que un gran intérprete puede alcanzar, Brendel no se considera un crítico.
Brendel prefiere hablar de la facultad crítica con la que se siente más familiarizado: la autocrítica: “One’s own performances, musical goals and perspectives need to be continuously aired, scrutinised and measured with the yardsticks of the compositions themselves.”
Para Brendel también es importante que no todo sea autocrítica. “Where there is a healthy balance between elation and scepticism the performer is in the right track providing that there is also talent, patience, perseverance, vision, a sound constitution and luck.”
Brendel limita esta autocrítica al plano musical. “A famous pianist once stated that the ethos of a performance was inextricably linked to each and every bite the performer undertakes to swallow. This, I believe, is nonsense. The human being and the artist often operate…
on very different levels if not in different worlds and no one has yet been able to explain the gap between the almost limitless range and accomplishment of the great artist and his limitations as a private person. The idea that the artist necessary mirrors the man is a fallacy."
Para finalizar su discurso, Brendel menciona el obituario que Goethe y Zelter escribieron después de la muerte de Haydn. En el decían que en la música de Haydn encontramos al mismo tiempo ingenuidad e ironía, las características distintivas de un genio.
“I have never considered myself a genius, yet this dichotomy - next to that of chaos and order - has told me something about my own frame of mind. I think it may serve well, not just for geniuses, but as the bond that unites them with civilized critics and performers.”
Este capítulo es el penúltimo de este libro, que ha sido un compañero excepcional en este caótico y difícil último año. Afortunadamente ya tenemos tres nuevas opciones para este 2021:
Dentro de la serie de conversaciones que Alfred Brendel incluye en su libro, se encuentra una muy peculiar entre lo que parece ser el “superyó”, el “yo” y el “ello” de Alfred Brendel, o AB1, AB2 y AB3 como él los bautiza.
Con su característico sentido del humor, Alfred Brendel discute consigo mismo sobre lo que pasa cuando un intérprete ejecuta una obra. Pregunta AB1 a AB" qué era lo que sucedía cuando interpretaba la Sonata Op. 111 de Beethoven. “Were you moved at all?”
En esta conversación de 2015 con Martin Meyer, autor de “Me of All People”, Alfred Brendel reflexiona sobre la música, la vida, el arte y varias otras cuestiones. Meyer pregunta a Brendel, ¿si pudiera cambiar algún aspecto de su vida como artista, cuál sería?
Brendel contesta que más que cambiar algunos aspectos, le gustaría inventar una serie de escenarios que hubieran cambiado su vida en un a dirección diferente: “Firstly: musical parents. No war, no memories of Nazis and fascists, no Hitler or Goebbels on the wireless…
En esta conversación de 1979, Alfred Brendel y Konrad Wolff, autor de “The Teaching of Artur Schnabel. A Guide to Interpretation”, discuten sobre ciertos puntos en los que Brendel no coincide con Schnabel.
Para Wolff, Brendel es el primer pianista desde Schnabel que ha gozado de plena autoridad en la interpretación de Mozart, Beethoven y Schubert. Además, en su opinión, su enfoque tiene mucho en común con el de Schnabel en los detalles de fraseo, tempo y dinámicas.
En 1976 Terry Snow entrevistó a Alfred Brendel sobre sus puntos de vista acerca de la obra de Bach para teclado, la cual hasta ese entonces Brendel había evitado ejecutar en sus conciertos.
Brendel cambió de opinión en esa época. Al haber sido alumno de Edwin Fischer, quien transmitía la música de Bach de una manera única y con poderosa autoridad, le tomó tiempo considerar que estaba listo para abordar a Bach en sus propios términos.
Ya casi llegamos al final de este maravilloso libro. En esta sección, Brendel comparte varias entrevistas. La primera de ellas fue en 1972 con Jeremy Siepmann, músico, locutor, articulista y autor de varios libros sobre música.
Si bien después de 377 hojas ya tenemos una buena idea sobre las opiniones de de Brendel sobre la música y el quehacer musical, en esta entrevista revela varios puntos de vista.
En este capítulo, Alfred Brendel hace una reseña de “The New Grove Dictionary of Music and Musicians”, publicado en 1980 y que a la fecha es considerada una de las mejores obras referenciales en la materia.
Brendel recuerda que cuando tenía 13 años leyó completamente el “Musiklexikon”, obra de Hermann Albert de 1927, la cual considera “la base de su modesta erudición musical”, ideal para la introducción a los términos y materias musicales.