Joseph Anton Bruckner nació el 4 de septiembre de 1824 en Ansfelden, un pequeño pueblo de la Alta Austria. Al igual que Schubert, era hijo de un maestro de escuela, pero según Redlich, su familia era gente sencilla de campo, sólo un grado arriba del campesinado.
Ademas de ser maestro de escuela, el padre de Bruckner era organista. Parece ser que su madre era una buena cantante. Anton fue el primero de once hijos, seis de los cuales murieron en la infancia. Junto con sus hermanos, creció en la pequeña comunidad rural de Ansfelden.
Ansfelden se ubica en una región rica en tradición y folclor, con pueblos medievales como Enns y Steyr, adornados por catedrales y rodeados por opulentos monasterios. Cerca del pueblo de nacimiento de Bruckner está la capital de la provincia, Linz.
Bruckner pasó su infancia en una región de gente de campo simple, trabajadora y severa, diestra en danza y música locales, y devota de la Iglesia Católica. La educación que recibió fue representativa del Vormärz, periodo anterior a los cambios de 1848 y las influencias liberales.
“Bruckner’s lifelong attitude of servility towards his social superiors, his decidedly old-fashioned epistolary style and quaint manners, his cautious and circumspect approach to life in general, are characteristics of the age into which he was born.”
El padre de Anton descubrió sus talentos musicales a temprana edad, le dio sus primeras lecciones y lo alentó a tocar el órgano y la espineta. En 1835 Anton fue descubierto por J. B. Weiss, un pariente que era un músico conocedor y compositor experimentado en música de iglesia.
Weiss llevó a Anton a Hörsching y lo empezó a instruir más sistemáticamente en bajo continuo y en ejecución de órgano. Fue en esa época que Anton empezó componer pequeños preludios para órgano y se familiarizó con las tradiciones musicales rurales austriacas de la misa.
En 1836 Bruckner tuvo que regresar a Ansfelden como suplente de su padre, quien había caído gravemente enfermo, y que finalmente murió al año siguiente. Poco después, su viuda y familia se mudaron a Ebelsberg para que Anton ingresara como pupilo al Monasterio de San Florian.
Fue a sugerencia de Weiss que Anton ingresó a este Monasterio agustino, famoso por su riqueza, librería y arquitectura, y que determinó en gran medida el futuro del compositor, quien estableció una asociación cercana con la Iglesia, el órgano y la música de la liturgia romana.
El órgano de la magnífica iglesia barroca, construido en 1771, es uno de los más grandes de Europa. Este fue el instrumento de Anton Bruckner, del cual recibió inspiraciones de belleza y grandeza, y cerca del cual reposan hasta el día de hoy sus restos.
Hasta 1840 Bruckner vivió como niño cantor y estudió bajo continuo, órgano y piano y violín. Su entusiasmo por adquirir conocimiento eran notable. En octubre de ese año se convirtió en asistente de maestro de escuela, para después entrenarse como maestro de escuela elemental.
A pesar de su amor por el órgano y su gran talento por la composición, Bruckner fue maestro hasta los 31 años, que fue cuando decidió convertirse en músico profesional. “No great musician (…)ever took up the professional calling of his art with greater hesitation that Bruckner”.
Para terminar este hilo, les comparto el Adagio de la 8ª Sinfonía de Bruckner, mi favorita, seguramente con ecos del bellísimo órgano de la Iglesia de San Florian, dirigida por el gran Sergiu Celibidache. Buenas noches.
El último capítulo del libro está dedicado a algo que Alfred Brendel considera junto con el amor y la música, las más fenomenales bendiciones que pudo haber descubierto en este planeta: el humor. “They imbue life with sense. (And nonsense.)”
Para Brendel, el decir que alguien tiene sentido del humor, implica que hay quienes no lo tienen. Lo que parece gracioso a algunos, para otro puede ser ridículo. La gente sin sentido del humor rara vez se dan cuenta de ello, puede incluso tratar lo cómico con desprecio.
Alfred Brendel ganó en 2003 el London Critic’s Circle Award, el cual que se otorga a quienes han prestado por un largo tiempo un servicio distinguido a las artes. Este premio se ha entregado a Ninette de Valois, Alicia Markova, Judi Dench, Ian McKellen, Helen Mirren, entre otros.
En su discurso, Brendel confiesa que aún en ese punto en su vida y con el gran éxito alcanzado, sigue teniendo algo de la aprehensión que tenía en un principio cuanto trataba de consolidar su prestigio con la ayuda con la prensa, y a veces sin ella.
Dentro de la serie de conversaciones que Alfred Brendel incluye en su libro, se encuentra una muy peculiar entre lo que parece ser el “superyó”, el “yo” y el “ello” de Alfred Brendel, o AB1, AB2 y AB3 como él los bautiza.
Con su característico sentido del humor, Alfred Brendel discute consigo mismo sobre lo que pasa cuando un intérprete ejecuta una obra. Pregunta AB1 a AB" qué era lo que sucedía cuando interpretaba la Sonata Op. 111 de Beethoven. “Were you moved at all?”
En esta conversación de 2015 con Martin Meyer, autor de “Me of All People”, Alfred Brendel reflexiona sobre la música, la vida, el arte y varias otras cuestiones. Meyer pregunta a Brendel, ¿si pudiera cambiar algún aspecto de su vida como artista, cuál sería?
Brendel contesta que más que cambiar algunos aspectos, le gustaría inventar una serie de escenarios que hubieran cambiado su vida en un a dirección diferente: “Firstly: musical parents. No war, no memories of Nazis and fascists, no Hitler or Goebbels on the wireless…
En esta conversación de 1979, Alfred Brendel y Konrad Wolff, autor de “The Teaching of Artur Schnabel. A Guide to Interpretation”, discuten sobre ciertos puntos en los que Brendel no coincide con Schnabel.
Para Wolff, Brendel es el primer pianista desde Schnabel que ha gozado de plena autoridad en la interpretación de Mozart, Beethoven y Schubert. Además, en su opinión, su enfoque tiene mucho en común con el de Schnabel en los detalles de fraseo, tempo y dinámicas.
En 1976 Terry Snow entrevistó a Alfred Brendel sobre sus puntos de vista acerca de la obra de Bach para teclado, la cual hasta ese entonces Brendel había evitado ejecutar en sus conciertos.
Brendel cambió de opinión en esa época. Al haber sido alumno de Edwin Fischer, quien transmitía la música de Bach de una manera única y con poderosa autoridad, le tomó tiempo considerar que estaba listo para abordar a Bach en sus propios términos.