Thread by @Pedro_Torrijos

En Roma hay un edificio construido hace 2000 años con hormigón (sí, con hormigón), pero sujeto por una columna de luz y espacio.

Quizá en el mundo haya otro edificio mejor, pero no creo que lo encontremos en esta vida.

En #LaBrasaTorrijos de hoy, el Panteón de Agripa.

HILO 👇

Ah, Roma. Todo el mundo conoce Roma. Todo el mundo ha estado en Roma. Y si no ha estado, la ha visto en unas cien mil películas.

La hemos visto en Vespa con Nani Moretti y en otra Vespa con Audrey Hepburn y Gregory Peck. Se ve que lo de la Vespa se lleva mucho en Roma.

Roma ha salido en libros, en tebeos, en videojuegos, en series, en programas de cocina y en un montón de pelis de, bueno, de eso, de romanos.

Y Roma también sale en un huevo de libros de arquitectura porque hay un huevo de arquitectura maravillosa en Roma.

Que si el Coliseo, que si la Plaza de San Pedro, que si San Carlino...

Pero, ¿sabéis que otro edificio hay en Roma?

Pues ni más ni menos que el edificio mejor construido del mundo: El Panteón.

¿Y por qué es el mejor edificio del mundo? Porque es un prodigio del "opus caementicium". O sea, un prodigio del hormigón.

Cuando pensamos en edificios romanos solemos imaginar columnas de mármol y pilares graníticos. Sin embargo, la mayoría de las construcciones romanas se levantaban con ladrillo y con hormigón en masa.

Como el hormigón que conocemos, pero sin las armaduras de acero.

El Panteón se levantó en el siglo II bajo el mandato de Adriano —posiblemente con el diseño de Apolodoro de Damasco— sobre los restos de un anterior templo construido 100 años antes por Marco Vipsanio Agripa.

Por eso, el Panteón debería llamarse, en realidad, "Panteón de Adriano" o "Panteón de Apolodoro".

Sin embargo, Adriano hizo grabar la siguiente inscripción en el frontón.

"M·AGRIPPA·L·F·COS·TERTIVM·FECIT"

(Hecho por Marco Agrippa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez).

Por eso, le conocemos con el nombre de Agripa.

El caso es que el primitivo templo era bastante menos sólido y, por eso, Apolodoro decidió emplear un sistema más fiable y que ya era de uso común en su época: el hormigón.

El hormigón, al ser un material líquido, convierte cualquier construcción en monolítica. Así, el Panteón es un edificio básicamente de una sola pieza. No hay juntas que puedan abrirse ni fragmentos que puedan desprenderse de la estructura; todo es uno.

Esa condición monolítica del edificio hace que el Panteón sea la estructura de hormigón en masa más grande del mundo.

Porque solo el hormigón es capaz de aguantar una cúpula de 43 metros de alto por otros 43 de diámetro.

Un edificio de 15 plantas.

Pero además, el edificio emplea un sistema muy eficaz para aligerar el peso. De entrada, la grava que se usa en el hormigón de la cúpula ya no es de travertino, como en los cimientos, sino de puzolana volcánica, llena de aire y mucho más ligera.

De igual manera, aparece una serie de elementos que contribuyen a disminuir y a reconducir los esfuerzo: arcos de descarga de ladrillo, huecos y nichos de la pared.

Todo contribuye a aligerar el peso y a optimizar la forma.

Pero es que hasta los famosos casetones, que parecen decorativos, son en realidad elementos que sirven para reducir la sección de la pared según crece. Eso convierte a la cúpula del Panteón en una cúpula de meridianos y paralelos.

Maestría ingenieril hace 2000 años.

Esa sección se va reduciendo desde 5 metros de espesor en la base del tambor hasta apenas un metro en la cúspide, alrededor del hueco circular de 9 metros de diámetro que, sin cerrar, cierra el edificio.

En la sección entendemos que el Panteón es así porque solo puede ser así.

Pero es que solo puede ser así porque sin ese hueco circular, la cúpula no resistiría.

Brunelleschi dijo no entender por qué no se caía. Lo que no sabía es que precisamente es la existencia de ese hueco, que deja pasar la luz y la lluvia, la que evita el colapso del edificio.

Pero ese hueco circular no es solo un estupendo remate estructural, claro. Ese hueco es el todo en el Panteón.

Es la ventana perfecta. La que mira a la divinidad, sin velos ni vidrios.

Es el ojo del tiempo.

El óculo.

El óculo del Panteón es ese lugar casi inalcanzable, casi incontrolable, casi incomprensible para el ojo del ser humano que lo experimenta.

Un lugar donde, a veces, los copos de nieve bailan.

Donde el último domingo de mayo, Pentecostés, pétalos de rosa roja viajan con gravedad infinitésima por los 43 metros que les separan del mármol del suelo.

El lugar donde cada 21 de abril, en el cumpleaños de roma, exactamente a las 12:00 hora solar, como en una película de Indiana Jones, una lanza de luz sólida golpea la entrada.

Porque, aunque está construido con hormigón y encofrado en muros de ladrillo, el verdadero material con el que se sostiene el Panteón no es ni uno ni el otro.

Ni siquiera en un material tangible.

La luz.

Cuando cruzas la columnata de acceso y accedes al interior se entiende de un solo golpe.

Un golpe muy fuerte.

Un Stendhalazo entre la parte trasera del cerebro y lo más profundo de sus tripas.

Lo que sostiene al Panteón es un pilar de luz. Un haz de fotones que levanta cien mil toneladas desde hace dos mil años.

Y ahora agudizad la mirada y aislad a uno de esos fotones.

Imaginad la suerte que ha tenido.

Cuando nació en el Sol, fruto de una violenta reacción termonuclear, no sabía que lo había hecho en el momento justo y en el lugar preciso de su superficie.

Pensad en su viaje de 150 millones de kilómetros que recorrió en ocho minutos; el momento en el que llegó a la estratosfera. Cómo fue esquivando los cirros, los estratos, los cúmulos y los nimbos hasta llegar a la Tierra.

En el sur de Europa.

En el centro de Italia.

En Roma.

Ahora, el fotón ha cruzado por el óculo y se ha parado en uno de los casetones del intradós del Panteón. Ha decidido frenar; ya no quiere viajar a 300.000 kilómetros por segundo.

Quiere acariciar el hormigón del interior de la cúpula y descender por él a 60 minutos por hora.

Junto con las demás partículas que no chocaron con ninguna mota de polvo, ha formado una elipse fresca, liviana. Matutina.

Y ahora roza el acanto de una columna corintia para finalmente tocar el mármol del pavimento y poco después ser un círculo casi perfecto.

Es mediodía.

Luego comenzará su ascenso por el otro lado del edificio. La elipse es ahora más sólida.

Con el color del atardecer, camina hacia arriba hasta que al fin, en una mínima traza de media luna, y rodeado de penumbra, el fotón se agarra al anillo del óculo para morir allí.

Pero en el Panteón hay un material más. Uno que existe al otro lado de la luz. Algo que no se puede ver, pero que está. Un espacio inmutable que, vulnerando su propia definición, pervive independientemente del tiempo.

A mí me lo explicó una vez Alberto Campo Baeza. Contó que una vez habían visto al escultor Eduardo Chillida de pie, a unos cuatro metros del centro del Panteón, en silencio.

Permaneció así unos minutos. Con los brazos extendidos, parecía abrazar un cilindro invisible.

Decía que no sabía los demás, pero que él podía sentir el cambio de densidad; que estaba tocando, con la mejilla y con las yemas de los dedos, la columna que había en el centro.

Una columna que llegaba hasta arriba; y luego más arriba, mucho más arriba.

Hasta después del cielo.

Hasta el confín de la galaxia.

Una columna hecha de espacio que nacía allí, a sus pies, a ocho minutos del sol, y que atravesaba el óculo del mejor edificio de todos los tiempos.

Y con estas cuatro fotos que resumen muy bien el episodio de hoy, vamos a despedirnos de Roma, del hormigón, del Panteón, del óculo del Panteón y de #LaBrasaTorrijos de esta semana.

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O también podéis hacer una aportación puntual en este enlace TAN fácil: paypal.me/pedrotorrijos

(Es la hora de pasar la gorra!)

Las imágenes del capítulo de hoy son de:

Estudio Campo Baeza, Sylvain, Maurio Pagliai, Immodrone, Alejandro García, Lola Fisac, Annaïs Pascual, Alessandro Guarasci, NASA, ESA, Chase Lindbergh, FromHomeToRome, Jaime Díez...

...gocity, John Valk, Lars Kjølhede Christensen, monolithic, Patrick Templeton, Vanni Archive, Shawn Stilwell, Paramount Pictures, Sacher Film y Dreamworks/Universal.

(Fin del HILO 👁️🌞)

(Y en el episodio de la próxima semana vamos conocer la arquitectura del lugar más remoto del planeta)

Nos vemos en un nuevo capítulo el próximo jueves a la misma hora.

Si queréis conocer más territorios improbables, todos las temporadas y todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este hilo de hilos de hilos:

https://twitter.com/Pedro_Torrijos/status/1336747158423408645

Vamos con las codas, peticiones de los telespectadores y cartas al director.

1. El Panteón está tan bien conservado porque lleva casi dos mil años en funcionamiento constante.

No ha tenido grandes restauraciones ni rehabilitaciones, lo que ha tenido es mantenimiento y reparaciones constantes.
Al contrario que la mayoría de obras de la Antigüedad, nunca ha sido abandonado y, por tanto, no ha habido que "recuperarlo".

2. Eso no significa que no haya sufrido patologías. En 1925 se repararon unas cuantas grietas de asentamiento o dilatación del hormigón. En esta foto de LIFE se ven las grietas y, también, la MONUMENTAL escala de uno de los casetones.

3. ¿Por qué digo que, sin el óculo, la cúpula colapsaría?

https://twitter.com/Pedro_Torrijos/status/1357420532740849688

Voy a intentar explicarlo sin demasiado tecnicismo.
El hormigón es un material que solo resiste la compresión, no la tracción. Para que el hormigón resista a tracción, es necesario meterle dentro un material que resista tracción. La armadura de acero.

En este gráfico se ve.

Las armaduras, también llamadas "ferralla", son los redondos de acero que están dentro del hormigón.

Aunque en el hormigón romano solían incluir materiales de resistencia a tracción como paja y/o juncos, obviamente no era suficiente para resistir las flexiones que se producirían en la cúspide de un edificio de 43 metros de alto.

Así que lo que hizo Apolodoro fue, sencillamente, no cerrar la cúspide. De esta manera, la cúpula no llega a entrar nunca en flexión pura. El anillo del óculo está fuertemente comprimido, que es la mejor manera que tiene el hormigón de resistir.

4. En el Panteón llueve y nieva, sí. Y, sin embargo, parece que no llueve tanto como llueve por fuera.

Eso es por dos razones: porque, aunque el óculo es inmenso, en relación con el resto del espacio es relativamente pequeño. Por eso no llueve "tanto" como creemos que debería.

La otra razón es porque, en ciertas condiciones, dentro del Panteón puede hacer bastante más calor que en el exterior y, si la lluvia no es muy copiosa, es posible que se nebulice al contacto con el aire interior.

Pero vamos, que llover, llueve. Como prueba el sistema de drenaje del pavimento.

https://twitter.com/gonzaa_sl/status/1357673501164003329

5. Aunque la experiencia real del Panteón es inconmensurable, hay una manera MUY chula de visitarlo: jugando al Assassin's Creed 2.

Es la única oportunidad que tendremos en la vida de atravesar el óculo (aunque sea virtualmente)

6. La historia de este episodio la conté hace ya ocho años en Jot Down. Aquí os dejo el artículo por si queréis leerlo en otro formato, con algún detalle más y algún detalle menos.

jotdown.es/2013/03/si-van…

Y 7. Quiero agradecer MUCHÍSIMO a todos los que me habéis ayudado con fotografías propias, con detalles de visitas, con historias que os han pasado. Ha sido genial.

Y claro, también quiero agradecer MUCHÍSIMO a todos los que estáis apoyando el proyecto en Patreon y en PayPal.

Perdón, una octava y última coda: En mi ignorancia católica, siempre creí que Pentecostés era el último domingo de mayo. Como me han advertido varios, Pentecostés se celebra 50 días después de Pascua. Suele caer el último domingo de mayo pero puede caer antes e incluso en junio.