Redlich divide este capítulo sobre los fundamentos del estilo de la música de Anton Bruckner en tres apartados: la afinidad entre la misa y la sinfonía, el patrón general de sus sinfonías, y la tonalidad y contrapunto en su música.
Al comparar las sinfonías y grandes misas de Bruckner con las de Beethoven, encontramos dos diferencias fundamentales. Mientras que en las sinfonías de Beethoven hay un desarrollo gradual y creciente, en las de Bruckner hay un único patrón formal con poca variación.
Mientras que en las 2 misas de Beethoven fueron concebidas con una inspiración emocional y estilística muy distinta a la de sus sinfonías, en Bruckner la interrelación entre las misas y sinfonías es tan cercana que las unas no pueden ser consideradas sin las otras.
El patrón básico de la sinfonía de Bruckner desarrollado al principio de su madurez creativa, permaneció esencialmente inalterado. Los cuatro inusualmente largos movimientos deben mucho a la estructura y tratamiento temático de la 9ª Sinfonía de Beethoven y sus últimos cuartetos.
Cada sinfonía de Bruckner tiene cuatro movimientos, tres de los cuales se mueven lentamente, y por su ambiente solemne y desarrollo monumental, se parecen mucho a las cuatro secciones de una misa. Sólo los scherzos son abiertamente música secular rústica.
Otra característica de la sinfonías de Bruckner es la afinidad temática y estructural del 1er y 4º movimientos, lo cual podría ser resultado tanto de su búsqueda de integración temática como de un paralelismo de la interrelación entre el Kyrie y el Dona nobis pacem de sus misas.
Los climaxes estilo coral y contrapuntísticos ocurren invariablemente en los finales, a veces en el primer movimiento, y se logran mediante desarrollo gradual de los temas o con grandes contrastes en la dinámica, tratando la orquesta como un enorme órgano.
Para ejemplificar el patrón general sinfónico de Bruckner, Redlich analiza la 3ª Sinfonía. Una de las características esenciales de los primeros movimientos es su carácter primordial y su gradual surgimiento de una nebulosa sonora de armonía fundamental.
Después de una larga exposición que explica en gran medida la longitud de las sinfonías de Bruckner, viene el desarrollo donde además de utilizar los temas expuestos incluye nuevos motivos y concentra su atención en un tema contrario que se convierte en el catalizador del climax.
El final del desarrollo se enfatiza con una larga transición basada en una reminiscencia del tema cantabile ligado a la recapitulación por una cadencia con metales, que progresa hacia la coda, inspirándose en la coda del 1er movimiento de la 9ª Sinfonía.
Mientras que el carácter del 1er movimiento es belicoso, interrumpido por episodios de exultación y solemnidad litúrgica, el estado anímico del Adagio es de adoración solemne y humildad, mezclado con episodios de deseo apasionado por lo inalcanzable.
El Scherzo de la 3ª Sinfonía está inspirado por música folclórica de la Alta Austria, la tierra natal de Bruckner. A pesar de su apariencia rústica, tiene una conexión temática y emocional con la belicosidad del primer movimiento.
El inicio del Finale de la 3ª Sinfonía agarra momentum con intervalos de quinta en el registro alto de la orquesta, animados por figuras repetitivas en las cuerdas, y el tema principal se presenta con metales con un especie de pavoneo wagneriano.
El Gesangsperiode, como llamaba Bruckner a sus episodios líricos, muestra un contraste emocional conmovedor, que el compositor ingenuamente explicaba era la expresión del riguroso dualismo del mundo.
La 3ª Sinfonía lógicamente termina con un climax que representa la tensión no resuelta entre los principales temas del 1er y 4º movimientos. Este sería el patrón que generalmente adoptarían los finales de Bruckner.
Finalmente, Redlich habla de la tonalidad y contrapunto en la música de Bruckner. Hablando del Quinteto en Fa mayor, el crítico Ludwig Speidel lo llamó la “Odisea de las tonalidades”.
El intento de Bruckner de ampliar el ámbito de la tonalidad en su obra, especialmente en sus últimas sinfonías, es el resultado lógico de las hazañas de Beethoven y Schubert en esa dirección, y de la teoría de las “interdominantes” de su maestro Sechter.
El contrapunto de Bruckner se inspira especialmente en la polifonía de Palestrina. El uso de Bruckner del método contrapuntístico es bastante no académico y discreto. En una carta de 1893, Bruckner dice: “ Counterpoint is not inspiration by genius, but only a means to an end…”
En el Sanctus de la Misa en Mi menor, Bruckner construye un impresionante edificio canónico basado en un tema de la Missa brevis de Palestrina. Su polifonía es más cercana a la del Renacimiento que quizás la de cualquier obra compuesta después de 1750.
Bruckner emplea los métodos corales y de la fuga para alcanzar la sonoridad colosal del Te Deum. Su climax psicológico se alcanza en el Non confundar in aeternum, seguido de una doble fuga y una conclusión coral en los trombones que lleva un climax final.
Para terminar este hilo y la semana, comparto el Adagio de la 3ª Sinfonía, bajo la dirección de Yannick Nézet-Séguin. El clímax del minuto 16:10 me parece uno de los momentos más sublimes de la obra de Bruckner. Buenas noches.
“Any approach to Bruckner’s music, any attempt to assess its merits and to reach an authentic standard of interpretation has been immeasurably complicated by the gradual publication since 1934 of the so called Originalfassungen (original versions, O.V.)…”
En efecto, a partir de 1934 se empezaron publicar las “versiones originales” de las Sinfonías y grandes Misas basadas en los manuscritos que Bruckner legó a la Biblioteca Nacional en Viena. En su testamento estipuló que estos debían ponerse a disposición de J. Eberle & Co.
A pesar de que Anton Bruckner sin duda es el más importante compositor de sinfonías y música para la Iglesia Católica, después de Beethoven y Schubert, su reconocimiento general fue muy tardío. Entre sus contemporáneos tuvo impacto hasta el final de la década de 1870.
Este reconocimiento tardío de Bruckner se puede deber a las peculiaridades de su personalidad, las circunstancias de su desarrollo musical y algunas características de estilo de su música.
“Bruckner must have cut a strange figure: ambling along, as in day-dream, on the populous boulevard-like pavements of the elegant, new built Ringstrasse (…) A stockily built figure, carrying and imperious head on broad peasant’s shoulders…”
En la brillante turbulencia de la Viena de los valses de Strauss, la apariencia de Bruckner debió haber llamado la atención del observador casual como la imagen de un típico inadaptado de provincia. Su apariencia de hecho era el reflejo de su carácter tenazmente conservador.
La historia del periodo final de la vida de Anton Bruckner está contenida en sus sinfonías. Después de la agitación de trasladarse de varias ciudades de provincia a Viena, la vida personal de Bruckner se asentó en una rutina rígida de deberes académicos.
A pesar del contraste de su nueva condición con sus anteriores modestos nombramientos, Bruckner no se sentía satisfecho y trato varias veces de obtener un puesto fuera de Austria. Se quejaba amargamente de sus finanzas, afectadas por los gastos de copiar y ejecutar su música.
El Obispo Rudigier era un hombre con temple de acero, pero de una profunda humanidad y dotado de un genuino amor por la música. Le dio un trato preferencial a Bruckner desde el principio, permitiéndole sus frecuentes y prolongados viajes a Viena.
Rudigier apreciaba enormemente las interpretaciones de Bruckner al órgano, lo invitaba frecuentemente para que tocara para él en la catedral. Le comisionó la “Domkantate” y la Misa en Mi menor para su nueva catedral y capilla votiva, la Catedral de la Inmaculada Concepción.
En octubre de 1841 Anton Bruckner fue nombrado asistente de maestro en Windhaag, un pequeño pueblo cerca de la frontera con Bohemia. Con un salario miserable, además de ocuparse de múltiples tareas insignificantes, era también suplente de organista y sacristán.
A su superior le molestaba su entusiasmo por el órgano y la composición y le hizo la vida lo más difícil posible. Sólo le era soportable gracias a la amistad de la familia Sücka con la que formó una orquesta de baile en la que Bruckner tocaba el 2º violín en bodas y espectáculos.