“Tan cierto es que los españoles aspiran al dominio mundial, como que sólo su escaso número se lo impide”.
Armand du Plessis, cardenal de Richelieu.
¿Por qué lo decía? Pues porque la mejor unidad de la época no había sido desarrollada en Francia sino en España: los mosqueteros.
A principios del siglo XVI los españoles ya tenían organizadas sus compañías de arcabuceros, que resultaban ser muy efecfivos y a medidos de siglo ya eran predominantes en todos los Tercios, junto con los piqueros, siendo una fuerza temible en combate.
Sin embargo, el arcabuz era un arma de poco alcance por lo que, tras alargar el arcabuz y dotarle de mayor peso y potencia, se desarrolló el mosquete. Aunque se usaban inicialmente en asedios o defensa de plazas, con el tiempo se desarrolló la nueva especialidad: el mosquetero.
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba y capitán general del ejército de Flandes, ordenó que se incorporaran 15 mosqueteros en cada compañía de infantería en 1567, junto a los piqueros y arcabuceros. Desde esa fecha los mosqueteros empezaron a ganar protagonismo
Como había ocurrido con el arcabuz, el mosquete también empezó a usarse entre la tropa de élite y guardias reales, y en la Guardia Española o Amarilla, creada en 1504 por Fernando el Católico, desplazó a la alabarda en el siglo XVII.
Esta guardia había sido ampliada por Carlos I y Felipe II, siendo escogidos y perfectamente adoctrinados sus hombres en el combate, por lo que adquirió al poco de formarse gran lustre y reputación. Además gozaban de sueldo elevado y privilegios, y la mayoría eran hidalgos.
Fue en estos reinados de los Austrias Mayores cuando se les dio a sus uniformes el jubón “ambarillo con guardas en carmesí” prevalente en todos los reinos bajo la Corona Imperial para sustituir al colorado y blanco castellanoleonés, llamándose la fuerza: Guardia Amarilla.
A su imagen y semejanza fundó en 1622 el rey Luis XIII de Francia, el famoso Cuerpo de Mosqueteros de la Guardia del Rey, al dotar a una compañía de caballería ligera de carabineros reales con mosquetes. Y así nació la leyenda popular de los mosqueteros franceses.
Posteriormente, ya en la época de los Austrias menores, el valido conde-duque de Olivares fundaría en 1634, con el visto bueno de Felipe IV, el “Regimiento de Guardias del Rey” Felipe IV, donde se agruparon los mosqueteros reales en una coronelía, a pie y a caballo.
Durante la regencia de Mariana de Austria, minoría de edad de Carlos II, se refunda como “La Coronelía o Regimiento de la Guarda del Rey”, conocido popularmente como “La Chamberga” por los sombreros que usaban, que eran propios de los mosqueteros de los primeros tiempos.
Y así, como en tantas cosas es como olvidamos lo que hemos sido y dejamos que otros lo sigan siendo.
Láminas del maestro José María Bueno, Ugo Pinson y Zvonimir Grbasic.
Gracias por leer y buen martes.
Como anécdota se declaró 3 de octubre “el día internacional del mosquetero”, en honor a los mosqueteros franceses, popularizados por Alexandre Dumas.
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¿Sabían que el ajedrez moderno nació en España? ¿Que Alfonso X el Sabio lo jugaba? ¿Que la dama, pieza más poderosa, está inspirada en Isabel la Católica? ¿Que las jugadas principales se recopilaron en Salamanca? ¿Que entre los mejores jugadores de la Historia había españoles?
El ajedrez primitivo surgió en la India y era conocido como chaturanga. Posteriormente se extendió a Persia, y tras ser ésta conquistada por los árabes en el siglo VII, continuaría desarrollándose con las expansiones islámicas. A través de los árabes llegaría a España, siglo IX.
El filósofo sefardí Abraham ibn Ezra compondría en el siglo XII un poemario sobre el ajedrez y en el siglo XIII, patrocinado por el rey Alfonso X el Sabio, se escribiría el manuscrito “Libro de los juegos”, una recopilación de juegos de mesa que serían muy populares en la Corte.
¿Cómo resumir lo que fue la Real Armada en el siglo XVIII en una anécdota? Ocurrió cuando se había retirado la flota aliada francoespañola a Brest tras no querer desembarcar los franceses en Inglaterra, con las quejas del anciano teniente general don Luis de Córdova. Hilo.
Debido a lazos consanguíneos dinásticos España se ve aliada con Francia en virtud de los Pactos de Familia, durante la Guerra de Independencia de las 13 colonias, al declararse la guerra a Inglaterra en apoyo a los colonos norteamericanos en junio de 1779.
El anciano don Luis de Córdova, de 73 años, es nombrado comandante de una escuadra española que debía unirse a la francesa en Orvilliers. La escuadra franco-española de 68 navíos entra en el canal de la Mancha en agosto de 1779, con el navío Santísima Trinidad como buque insignia
Las mujeres de nuestra historia siempre han demostrado no tener nada que envidiarles a los hombres. La vida de Catalina de Erauso fue toda una aventura, se fugó de su convento para alistarse en el ejército de Felipe III, ascendiendo por méritos al grado de alférez. Hilo.
Catalina de Erauso y Pérez de Galarraga nació en San Sebastián, según citan algunas fuentes incluyendo su autobiografía, en 1585, aunque su partida de bautismo es del 10 de febrero de 1592; sin embargo, no era raro en aquella época bautizar a los niños más tarde.
Se crió siendo hija del capitán Miguel de Erauso y de María Pérez de Galarraga, ambos provenientes de familias hidalgas de la entonces villa de San Sebastián. Su padre llegó a ostentar el mando militar de la provincia durante el reinado de Felipe III.
El 27 de febrero de 1537, el emperador Carlos I ordena asignar de forma permanente dotaciones de los Tercios Viejos de infantería a las escuadras de galeras del Mediterráneo, creándose así las Compañías Viejas del mar de Nápoles, la primera infantería de marina del mundo. Hilo.
En verano de 1534, el pirata berberisco Barbarroja, a las órdenes del sultán turco Solimán, empezó una campaña de saqueo y matanza contra los cristianos. Primero, asoló con su flota el sur de Italia, amenazando incluso llegar a Roma; y luego tomó Túnez, reino vasallo de España.
El derrocado Muley Hassán, pidió entonces auxilio a Carlos I, que mandó levantar una gran escuadra, formada por naos del Cantábrico y urcas flamencas, a las que se sumaron galeras genovesas y pontificias y carabelas portuguesas; embarcando en total unos 30.000 hombres.
Unos 8000 españoles de las dotaciones de la Gran Armada naufragaron en las costas de Irlanda. Algunos se ahogaron o fueron asesinados por patrullas inglesas, otros sobrevivieron. Francisco de Cuéllar fue uno de ellos, poniéndose al servicio de los católicos irlandeses. Hilo.
Al naufragar el galeón en el que se encontraba Cuéllar en la playa de Streedagh, éste llegó a la orilla agarrado a un tablón de madera. Sobrevivió a la matanza de los supervivientes por las patrullas inglesas, consiguiendo esquivarlas, al arrastrarse hasta unos matorrales.
En su camino se encontró a otro superviviente que había sido saqueado, desnudo, y ambos se alejaron de la playa para toparse con dos saqueadores, posiblemente trabaron combate y en el lance fue muerto el español, pudiendo huir Cuéllar en dirección a la Abadía de Staad.