La extensión y carácter de la música vocal de Bruckner fue determinada en gran medida por su relación con la Iglesia y con las sociedades corales. Sólo compuso algunas canciones acompañadas al piano y ninguna ópera, a pesar de ser categorías muy populares entre los románticos.
El anacronismo de su personalidad creativa se expresa intensamente con su casi exclusiva concentración en música coral para la liturgia Romana y en el canto a varias voces con o sin acompañamiento instrumental.
Las más grandes de estas obras fueron comisionadas por jefes de la iglesia (ej. Misa en Mi menor); sugeridas por autoridades seculares para ocasiones festivas (ej. Psalm 150); compuestas para festivales corales (ej. Germanenzug) y producto de la incitación del genio de Bruckner.
La mayor parte de esta música vocal fue escrita mientras que Bruckner estuvo en contacto con los coros de catedrales y sociedades corales seculares. Pertenece a la primera mitad de su vida, cuando era maestro, director de coro y organista en la Alta Austria.
Cuando Bruckner empezó a enseñar armonía y contrapunto en el Conservatorio de Viena, menguó su interés por las composiciones corales en general y en las obras para la Iglesia. En los últimos 28 años de su vida sólo escribió dos grandes piezas más: el Te Deum y el Psalm 150.
Sólo unas cuantas piezas menores, estilo motete, compuestas para ocasiones específicas aparecieron, durante los años de Viena. Entre ellas están la antífona Tota pulcra de 1878 y el himno Ecce sacerdos de 1885, que replica el gran esplendor del Te Deum.
A partir de entonces, la actividad creativa de Bruckner se concentró casi exclusivamente hacia la sinfonía, sólo hizo un breve esbozo para un Requiem en 1875. Esta concentración no tiene paralelo en su siglo, y es comparable a la concentración de Wagner con el drama musical.
Las composiciones vocales de Bruckner se dividen en dos grupos: el más grande de obras eclesiásticas, y uno más pequeño de obras seculares. Sólo algunas de estas obras son de importancia y demuestran realmente el genio de Bruckner.
En el primer grupo, se encuentran las tres grandes Misas, en Re, Mi y Fa menor, el Te Deum y el Psalm 150. Sin embargo, existen siete misas si se incluye el Requiem de 1849 y fragmentos y esbozos de la épocas de maestro en Kronstorf y en San Florian.
Las 2 primeras misas que terminó en estos años, la Misa en Do mayor y la Misa a capella para coro a 4 partes, pertenecen al Landmesse provincial austríaca. Los bajos estándares culturales de Bruckner de esa época se reflejan conmovedoramente en ellas.
Los 2 más grandes esfuerzos creativos de la época de San Florián fueron el Requiem en Re menor y la Missa solemnis en Si menor. Influenciadas por Mozart y Haydn, son un punto de referencia en el desarrollo de Bruckner, pues anticipan la misa sinfónica que concebiría en el futuro
La erupción volcánica de la energía creativa de Bruckner en las tres 3 Misas en Re, Mi y Fa menor coincide con el esbozo de su primer ensayo sinfónico maduro y va del verano de 1864 al otoño de 1868, como reacción a la abstención de componer durante el estudio del contrapunto.
La Misa en Re menor fue compuesta en 1864 y fue estrenada bajo la dirección de Bruckner en la Catedral de Linz. Fue drásticamente revisada varias veces y finalmente publicada en 1892. Integra el canto llano y la armonía progresiva a la misa festiva tradicional de los clásicos.
La Misa en Re menor es una obra alegre, incluso exuberante, y presenta en resumen las características típicas del estilo sinfónico tardío de Bruckner. En la 3ª, 7ª y 9º Sinfonías aparecen citas de esta Misa.
La Misa en Fa menor, compuesta entre 1867 y 1868, es una obra de grandeza y robustez beethovenianas. Su material temático es fertilizado por el canto llano aún más que en la misa precedente. Abundan en ella características sinfónicas.
También fue sujeta a varias revisiones y fue estrenada bajo la dirección de Bruckner en 1872 en la Iglesia de los Agustinos en Viena . Brahms asistió y quedó profundamente conmovido, al igual que varios miembros de la crema y nata musical de Viena, Hanslick incluido.
La Misa en Mi menor fue la tercera compuesta por Bruckner en el periodo de Linz. Su contraste con Misa en Fa menor refleja la incertidumbre de su relación con las autoridades músico-litúrgicas y el Cecilianismo, que estaba en contra de los excesos de la música sacra romántica.
En la Misa en Mi menor, Bruckner crea un idioma musical nutrido por la gran tradición polifónica del pasado, pero consciente de los enormes desarrollos armónicos de la época. Relega a la orquesta, pero le permite participar y apoyar al coro.
La Misa en Mi menor fue escrita en el otoño de 1866 y revisada en 1869. Dedicada al Obispo Rudigier, quien la comisionó para la consagración de la nueva capilla votiva de la Catedral de Linz, fue estrenada por Bruckner en septiembre de 1869 al aire libre en frente de la capilla.
Las dos últimas composiciones religiosas para coro y orquesta, el Te Deum y el Psalm 150 tienen muchas características en común. Ambas están basadas en el mismo himno, el salmo “A ti Dios”, uno en latín y el otro en alemán, están escritas en do mayor para gran orquesta y coro.
En ambas obras el material temático y la armonía están determinados por motivos derivados del canto llano, y culminan en una doble fuga libre, que lleva a un conmovedor clímax fortissimo.
El Te Deum, del cual el Psalm 150 parece una reflexión creativa, era la obra favorita de Bruckner. Ferry Beraton pintó un retrato del compositor sentado orgullosamente al piano, con la partitura abierta del Te Deum.
Esta obra expresa la fe personal de Bruckner más sucintamente que ninguna otra. Está dedicada, con toda la ingenua sinceridad de su alma, a su “Querido Dios”, como también lo sería su última sinfonía.
Mahler, quizá su más elocuente intérprete, la dirigió en 1892-1893 en Hamburgo, y tachó la descripción für Chor, Soli und Orchester, Orgel ad libitum" y escribió "für Engelzungen, Gottsucher, gequälte Herzen und im Feuer gereinigte Seelen!".
Bruckner empezó a trabajar en el Te Deum en 1881 a sugerencia de Hellmesberger. El primer esbozo fue reemplazado por una versión mucho más elaborada de 1883-4, y fue completado en 1884. Fue estrenada en 1886 bajo la batuta de Hans Richter y fue un éxito instantáneo.
El Psalm 150 fue compuesto entre marzo y junio de 1892 para el festival musical Allgemeine Deutsche Musikverein en Viena, que fue cancelado al final. Fue publicado y estrenado ese mismo año por Wilhelm Gericke.
Para terminar este hilo y la semana, comparto el final apoteósico del Te Deum, la obra favorita de Bruckner, la que dedicó a su "Querido Dios", dirigida por Herbert Von Karajan. Buenas noches.
Redlich divide este capítulo sobre los fundamentos del estilo de la música de Anton Bruckner en tres apartados: la afinidad entre la misa y la sinfonía, el patrón general de sus sinfonías, y la tonalidad y contrapunto en su música.
Al comparar las sinfonías y grandes misas de Bruckner con las de Beethoven, encontramos dos diferencias fundamentales. Mientras que en las sinfonías de Beethoven hay un desarrollo gradual y creciente, en las de Bruckner hay un único patrón formal con poca variación.
“Any approach to Bruckner’s music, any attempt to assess its merits and to reach an authentic standard of interpretation has been immeasurably complicated by the gradual publication since 1934 of the so called Originalfassungen (original versions, O.V.)…”
En efecto, a partir de 1934 se empezaron publicar las “versiones originales” de las Sinfonías y grandes Misas basadas en los manuscritos que Bruckner legó a la Biblioteca Nacional en Viena. En su testamento estipuló que estos debían ponerse a disposición de J. Eberle & Co.
A pesar de que Anton Bruckner sin duda es el más importante compositor de sinfonías y música para la Iglesia Católica, después de Beethoven y Schubert, su reconocimiento general fue muy tardío. Entre sus contemporáneos tuvo impacto hasta el final de la década de 1870.
Este reconocimiento tardío de Bruckner se puede deber a las peculiaridades de su personalidad, las circunstancias de su desarrollo musical y algunas características de estilo de su música.
“Bruckner must have cut a strange figure: ambling along, as in day-dream, on the populous boulevard-like pavements of the elegant, new built Ringstrasse (…) A stockily built figure, carrying and imperious head on broad peasant’s shoulders…”
En la brillante turbulencia de la Viena de los valses de Strauss, la apariencia de Bruckner debió haber llamado la atención del observador casual como la imagen de un típico inadaptado de provincia. Su apariencia de hecho era el reflejo de su carácter tenazmente conservador.
La historia del periodo final de la vida de Anton Bruckner está contenida en sus sinfonías. Después de la agitación de trasladarse de varias ciudades de provincia a Viena, la vida personal de Bruckner se asentó en una rutina rígida de deberes académicos.
A pesar del contraste de su nueva condición con sus anteriores modestos nombramientos, Bruckner no se sentía satisfecho y trato varias veces de obtener un puesto fuera de Austria. Se quejaba amargamente de sus finanzas, afectadas por los gastos de copiar y ejecutar su música.
El Obispo Rudigier era un hombre con temple de acero, pero de una profunda humanidad y dotado de un genuino amor por la música. Le dio un trato preferencial a Bruckner desde el principio, permitiéndole sus frecuentes y prolongados viajes a Viena.
Rudigier apreciaba enormemente las interpretaciones de Bruckner al órgano, lo invitaba frecuentemente para que tocara para él en la catedral. Le comisionó la “Domkantate” y la Misa en Mi menor para su nueva catedral y capilla votiva, la Catedral de la Inmaculada Concepción.