“Jesús te ama”, me han dicho reiteradamente algunas personas, y la verdad es que no sé si creerlo o no y además no le concedo mucha importancia al asunto.
A ese compa lo asesinaron hace un chingo de años por pretender salvar a su pueblo de la mafia de los rabinos, o de la opresión de los romanos, o de la perdición, o de quién sabe qué: a estas alturas, y después de tantas versiones contrapuestas, ya nadie lo tiene claro.
En todo caso, no creo que su pretensión salvífica se dirigiera a eso que hoy llamamos “la humanidad”, porque tal concepto ni siquiera existía en su época y en su cultura.
En su barca redentora podían caber los pueblos hebreos pero dudo que cupieran los romanos o los faraones...
... y mucho menos los que habríamos de nacer dos mil años después en regiones del globo de cuya existencia no se tenía la más remota idea en la Palestina del año 30, o por ahí.
No veo, pues, motivos racionales para pensar que Jesús pudiera amar mucho o poquito a un wey insignificante e insospechado como yo, de quien lo separaban milenios y continentes.
Y es precisamente en este punto en donde entra la fe:
más allá de la razón, crees o no crees, y como no creo, es aquí que el cristianismo y yo no logramos evitarnos el disgusto.
Más aun: no creo que un individuo en particular sea capaz de redimir y transformar a una sociedad, y mucho menos a un continente o al mundo entero...
... como lo pretenden los mesías que nos cambian la lealtad a sus creencias por un boleto de entrada al Cielo.
Sí, Pasteur nos salvó de la rabia, Marie Sklodowska, llamada Curie, nos salvó, a costa de su propia vida, de algunos tipos de cánceres...
... y Antonio Meucci nos salvó de la incomunicación (aunque algunos aferrados sigan neceando con que fue el plagiario de Graham Bell).
Pero nada de eso nos ha llevado al Paraíso.
Otra cosa: la salvación mesiánica es obra (según esto) de un solo individuo. El liderazgo político es, en cambio, una construcción social.
Cuando @lopezobrador_, desde su lugar como dirigente, convocó a la sociedad a construir un país que amara a su población...
... @EnriqueKrauze lo llamó mesiánico, por más que el tabasqueño siempre enfatizó que esa construcción debía necesariamente ser una obra colectiva, con la sociedad como protagonista.
Hasta cuando recurrió al polémico término de salvación, lo situó como una tarea humana y social: “sólo el pueblo puede salvar al pueblo". No se trataba ni se trata, pues, de mesianismo, sino de humanismo.
Sí, @EnriqueKrauze no es tan tonto ni tan iletrado como para ignorar la diferencia entre una cosa y otra, pero su chamba no ha sido esclarecer. A él le pagaban y lo apapachaban (especialmente en esa época) para envenenar a la opinión pública, en especial, de las clases medias.
Objetivamente, sigue estando al servicio de los intereses oligárquicos, corruptos y mafiosos empeñados en derrocar la Cuarta Transformación.
No dudo que si al régimen derrocado le hubiera tocado enfrentar esta pandemia, Krauze, como personaje relevante de la corte...
... habría sido de los primeros en ser vacunados en territorio nacional. Más aun: es razonable suponer que la oligarquía en masa, con las fabulosas sumas que le robó al país, habría ido a vacunarse al extranjero.
De hecho, algunos viudos y huérfanos del prianato lo han hecho y lo siguen haciendo.
¿Estará entre ellos el cerebro de la “Operación Berlín”? Qué intriga.
Afortunadamente, el régimen oligárquico es difunto y las cosas ocurren de manera muy distinta. Ni el Presidente ni sus más cercanos colaboradores corrieron a ponerse en el primer lugar de la fila para que los vacunaran.
El propio @lopezobrador_, el responsable de la estrategia epidemiológica, el doctor @HLGatell y otros funcionarios de primer nivel enfermaron de covid-19.
De seguro no les habría ocurrido si hubieran hecho a un lado la prioridad que merecía el personal sanitario...
... y si hubieran antepuesto su interés personal a la política general de vacunación, que no busca privilegiar a nadie sino atender primero a los más vulnerables y emplear de la manera más racional posible los limitados números de dosis.
En lo personal, he vivido con resignada angustia desde que llegaron al país las primeras vacunas anti covid. Algunos despistados, magnificando de manera absurda mi participación en la 4T, me insinuaron que “moviera mis influencias” para procurarme una dosis fuera de programa.
Por lo visto, siguen sin entender que si uno se condujera con semejante egoísmo perdería de inmediato toda relevancia para el proyecto, así como ellos perdieron toda relevancia para mí en cuanto me expresaron tal sugerencia.
Si el precio a pagar para conseguir la ansiada inmunización fuera actuar en contra de los principios que nos alientan, no tendría la menor duda: preferiría mil veces ser intubado y estirar la pata rápido para cederle el lugar a otra persona.
Lo cierto es que hace unas horas me llegó el mensaje de la #CDMX en el que me informan del lugar y la hora para el encuentro con la jeringa. Y no pude dejar de sorprenderme, y exclamé: “¡Carajo! El país me quiere”.
Y el país no me quiere por mi nombre, por mi trabajo o por mi disposición a ayudar al Presidente y a su gobierno, sino por la simple razón de que soy uno de sus habitantes. Y es igual con todos. Hasta con los opositores más desvergonzados.
Algunos han de estar pensando (o hasta tuiteando) que AMLO le marcó a @Claudiashein y le dijo: “oye, no quiero que se muera Pedro Miguel porque necesito vivos a mis arrastrados y a mis pastores de bots, así que márcale para que ya lo vacunen”.
Están en su derecho de creer eso o lo otro o cualquier otra cosa. Incluso, que Jesús tiene el suficiente estómago para amarlos.
Independientemente de eso, me importa más tener un país que me quiera. Y esto no es sólo obra personal de AMLO, porque el proyecto de la 4T no es mesiánico sino humanista, y tiene por actor central a la mayoría de la población. Es decir, de quienes lo llevamos a la Presidencia.
En poco más de dos años, a pesar del odioso golpeteo de las derechas, a contrapelo de la pandemia y la crisis económica, con todo y las defecciones y los deprimentes desgreñaderos internos, y contra los bastiones de corrupción...
en el Judicial, los organismos autónomos y no pocos gobiernos estatales y municipales, tenemos ya un país que nos quiere y que nos lo demuestra.
Sería estúpido, por supuesto, concluir que ya construimos el Paraíso: no lo hemos hecho y además, ese no es nuestro objetivo. Sólo queremos un país que exista y funcione para dar bienestar a sus habitantes.
Apenas hemos detonado un proceso de transformaciones que tomará décadas y que marchará –como todo proceso histórico– con sobresaltos, contradicciones, extravíos y retrocesos.
Que Jesús haga su santa voluntad; si me ama, ya es pilón y no me inquieta gran cosa. Pero este país tiene que querernos y ya estamos logrando que se dedique a ello. Por lo pronto, el martes me vacunan. Ahí les cuento.
F I N
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Pues ahí va:
Me había hecho el propósito de no llegar con una anticipación de más de 15 minutos. Pero el Uber que me tocó estaba “terminando otro servicio”, así que llegué 3 minutos antes de la hora. Había una aglomeración y todo mundo, con cita o sin ella, tenía que formarse.
Delante de mí iba una cacarañícara gruñona que buscó mi complicidad y pretendió agarrarme de interlocutor;
–¡Es que no es posible! ¡Qué desorganización! ¡Mire nada más cuánta gente! ¿Pues no se supone que nos habían dado cita?
–No me hable de desorganización, señora –le repliqué un poco golpeado–, porque en cosa de tres meses se está terminando de vacunar a todo el patrimonio arqueológico nacional, y somos millones de tepalcates.
Las tecnologías de generación eólica y fotovoltaica tienen un inconveniente grave: su alta intermitencia. Es decir, sólo alcanzan un buen grado de eficiencia en la generación de electricidad cuando hay viento y cuando hay sol.
Eso significa que para poder explotarlas a gran escala se necesita cubrir las horas en las que los generadores fotovoltaicos y eólicos no producen, o cuando su producción es insuficiente.
Eso sólo se puede hacer con sistemas de respaldo menos intermitentes, que inevitablemente funcionan con combustibles fósiles (combustóleo, gas natural, carbón, diesel) o con sistemas de almacenamiento de energía.
Oye, @MaElenaMorera: hubo una época en que Washington mandaba fusiles de asalto al Cártel de Sinaloa y te mandaba a ti millones de dólares. ¿Se trataba de adjudicaciones directas o ponían a concursar a varios cárteles y a varias ONGs?
¿Y para recibir las millonadas que te regalaba tu chómpira #Genarco, pasabas por un proceso de licitación o era eso que tú llamas corrupción e ilegalidad?
Tengo motivos racionales para dudar de la veracidad de esta historia pero todos ellos se desvanecen ante una consideración que, por mi experiencia, tiene la condición de axioma: los saharuis no mienten.
Son alegres, juguetones, pobres de solemnidad y tercos; en ocasiones pueden ser sombríos y retraídos, aunque casi siempre se conducen con una calidez que enchufa de inmediato en la fraternidad. Pero la glándula de la mentira no existe en sus organismos.
Eso lo saben bien los gobiernos de Madrid y Washington –responsables máximos del sufrimiento del pueblo saharaui– y los babeantes funcionarios de la ONU que se limitan a alzar los hombros y a mirar al cielo con resignación ante la canallada en curso contra un pueblo despojado.
No recuerdo si la historia me la contó Alí, que está en el paraíso de Mahoma, o Malainin, que vive, o ambos. Ocurrió cuando la guerra de resistencia contra las tropas del sangriento Hassán II se libraba en caliente, hace cosa de 40 años.
Las patrullas del Frente Polisario debían golpear al enemigo en sus líneas de aprovisionamiento y para cumplir la misión recorrían largas distancias a pie o en camello, en trayectos extenuantes de varios días en los que había que cargar con lo indispensable, que era todo:
armas y municiones, las jaimas para pernoctar y para guarecerse en las horas de mayor inclemencia solar, la sémola para preparar un cus-cus austero, las infaltables hojas machacadas de té, para dar un poco de dulzura a la aridez, y el agua necesaria para esos efectos.
De los diez proyectos más importantes de infraestructura que se encuentran en desarrollo en América Latina, cuatro están en México.
1. México es el único país del continente que está construyendo con sus propios recursos financieros, sin pedir un solo préstamo al extranjero.
2. El gobierno mexicano es el único que mantiene el eje rector en la construcción de dichas obras. En los demás proyectos son empresas privadas las que tienen el control de las construcciones.