Entre las extrañas anomalías del desarrollo de Bruckner está el hecho del que no escribió ninguna obra instrumental mayor antes de los 38 años. Se ha tratado de dar varias explicaciones: su lento desarrollo en general…
…el no haber oído música orquestal en su remanso provincial, su entorno eclesiástico, los 6 años de austero estudio de contrapunto con Sechter. Quizá todo esto contribuyó en igual medida a su indecisión a abordar el género que se convertiría en su modo más personal de expresión.
Se dice que el propio Bruckner explicaba la aparición tardía de sus primeras grandes obras orquestales con una frase característica de su humildad: “Ich hab’mich nicht getraut”: “No me atrevía”.
La Obertura en Sol menor es la obra sinfónica de aprendiz de Bruckner por excelencia. De hecho es un primer movimiento sinfónico completamente desarrollado.
La audacia del cromatismo y suspensiones armónicas de la Obertura en Sol menor parecerían vincularla a Liszt y Wagner. Sin embargo, Bruckner conoció la obra de estos compositores hasta después de haberla completado, lo cual demuestra la originalidad de su mente creativa.
La Misa en Re menor dio lugar a la concepción de un tipo de sinfonía con connotaciones religiosas, proporciones aumentadas y colores parecidos al órgano, que se encuentra en las obras compuestas por Bruckner de 1865 a 1873: las Sinfonías 1, 0, 2 y 3.
Las primeras sinfonías de Bruckner son cercanas en fecha, estilo y temática a sus tres grandes misas. El trasfondo psicológico de estas sinfonías está marcado tanto por la experiencia sobrecogedora de componer las misas como por varios eventos de la vida de Bruckner.
Entre 1865 y 1873 Bruckner conoció a Wagner, Liszt y von Bülow, escuchó Tristan e Isolda, y la 9ª Sinfonía de Beethoven . Estrenó sus tres misas y su 1ª Sinfonía en Linz y Viena. Por primera vez una de sus obras fue publicada y se convirtió en profesor del Conservatorio de Viena.
Asimismo, en estos años Bruckner tuvo éxito como intérprete de órgano en Nancy, Paris y Londres, tuvo su primer y más grande colapso nervioso y se libró de la melancolía e incluso de la locura componiendo su más grande obra coral, la Misa en Fa menor.
Finalmente, fue en este periodo que Bruckner hizo el mayor cambio para su mente y espíritu mudándose a Viena y terminando sus cargos en la Iglesia, secularizando así su ambiente y su esfera de intereses.
La 1ª Sinfonía en Do menor es una de las más destacadas “primeras” sinfonías concebidas por un gran compositor. Es sumamente original, y justifica completamente el apodo que Bruckner le dio: “’s kecke Berserl”, “la alegre escobita”. Existen 2 versiones estrenadas en 1868 y 1891.
El primer movimiento se ha convertido en un prototipo de marcha introductoria en tonalidad menor, que fue utilizado posteriormente por Mahler en su 6ª Sinfonía y por Alban Berg en su Marsh No. 3.
A diferencia de las otras sinfonías de este periodo, la 1ª no contiene alusiones temáticas a sus misas y parece más bien revelar el carácter secular de su apasionado material temático. Bruckner la dedicó a la Universidad de Viena cuando le fue otorgado un doctorado honoris causa.
A pesar de ser casi universalmente subestimada, la Sinfonía No. 0 en Re menor es importante para entender más a fondo la labor sinfónica de Bruckner, pues el compositor la utilizó como cantera temática para algunas de sus posteriores sinfonías.
Es difícil fijar la fecha en que Bruckner empezó a componer esta Sinfonía. En 1895 escribió en la cubierta del manuscrito “Sinfonía ‘0’, casi inválida (sólo un intento).” Pero no quemó el manuscrito como lo hizo con varios, y lo legó al Oberoesterreichisches Landesmuseen de Linz.
Todo parece indicar que el esfuerzo creativo decisivo de esta Sinfonía fue entre enero y septiembre de 1869, después de las desalentadoras críticas a la ejecución de la 1ª Sinfonía, y Bruckner dejó del lado la partitura.
Sin embargo, el verdadero valor de la Sinfonía No. 0 se revela en el hecho de su primer tema proporciona la temática subyacente del glorioso tema de trompeta de la 3ª Sinfonía. El principio de la coda del primer movimiento reaparece literalmente en el final de la 4ª Sinfonía.
La Sinfonía No. 0 tuvo que esperar a ser publicada e interpretada hasta 1924, en el centenario del nacimiento del compositor. Desde entonces ha ido tomado importancia para entender la evolución del desarrollo de las primeras etapas de la obra sinfónica de Bruckner.
La concepción de la 2ª Sinfonía en Do Menor está marcada por la reacción de Bruckner a las críticas a su 1ª Sinfonía. Compuesta entre 1871 y 1872, fue revisada varias veces, hasta ser publicada en 1892, en una versión muy distinta a la original, con cortes de dudosa autenticidad.
La 2ª Sinfonía fue estrenada por el propio Bruckner en Viena en 1873. La Orquesta Filarmónica se había negado a ejecutarla, y Bruckner tuvo que contratar sus servicios. El concierto tuvo lugar al final de la Exposición Universal de Viena, con una entusiasta recepción.
Bruckner quizo dedicar la 2ª Sinfonía a los músicos de la Filarmónica, pero rechazaron la dedicatoria. Después se la dedicó a Liszt, pero se sintió profundamente herido al enterarse de que Liszt perdió la partitura en un viaje a Budapest y retiró la dedicatoria.
Con la 3ª Sinfonía, Bruckner regresó a la concepción monumental de la 1ª Sinfonía, utilizando material temático de la Sinfonía No. 0 y de su música religiosa. Pero sobretodo fue la 9ª Sinfonía de Beethoven la que inspiró esta obra.
Como su predecesora, la 3ª Sinfonía fue objeto de varias revisiones y fue la primera de las grandes obras del compositor que fue publicada. Wagner vio el manuscrito en 1873 y quedó muy impresionado. Después de un examen cuidadoso, aceptó la dedicatoria de la obra.
La Orquesta Filarmónica de Viena se negó a interpretar la obra dos veces y finalmente Herbeck logró que se programara la obra, pero murió antes y Bruckner tuvo que dirigirla en el estreno en 1877. A pesar de que tuvo una recepción hostil, fue publicada en 1878.
Para terminar este hilo y la semana, comparto la 3ª Sinfonía de Bruckner, la que dedicó a su tan admirado Richard Wagner, dirigida por Georg Solti. Buenas noches.
La extensión y carácter de la música vocal de Bruckner fue determinada en gran medida por su relación con la Iglesia y con las sociedades corales. Sólo compuso algunas canciones acompañadas al piano y ninguna ópera, a pesar de ser categorías muy populares entre los románticos.
El anacronismo de su personalidad creativa se expresa intensamente con su casi exclusiva concentración en música coral para la liturgia Romana y en el canto a varias voces con o sin acompañamiento instrumental.
Redlich divide este capítulo sobre los fundamentos del estilo de la música de Anton Bruckner en tres apartados: la afinidad entre la misa y la sinfonía, el patrón general de sus sinfonías, y la tonalidad y contrapunto en su música.
Al comparar las sinfonías y grandes misas de Bruckner con las de Beethoven, encontramos dos diferencias fundamentales. Mientras que en las sinfonías de Beethoven hay un desarrollo gradual y creciente, en las de Bruckner hay un único patrón formal con poca variación.
“Any approach to Bruckner’s music, any attempt to assess its merits and to reach an authentic standard of interpretation has been immeasurably complicated by the gradual publication since 1934 of the so called Originalfassungen (original versions, O.V.)…”
En efecto, a partir de 1934 se empezaron publicar las “versiones originales” de las Sinfonías y grandes Misas basadas en los manuscritos que Bruckner legó a la Biblioteca Nacional en Viena. En su testamento estipuló que estos debían ponerse a disposición de J. Eberle & Co.
A pesar de que Anton Bruckner sin duda es el más importante compositor de sinfonías y música para la Iglesia Católica, después de Beethoven y Schubert, su reconocimiento general fue muy tardío. Entre sus contemporáneos tuvo impacto hasta el final de la década de 1870.
Este reconocimiento tardío de Bruckner se puede deber a las peculiaridades de su personalidad, las circunstancias de su desarrollo musical y algunas características de estilo de su música.
“Bruckner must have cut a strange figure: ambling along, as in day-dream, on the populous boulevard-like pavements of the elegant, new built Ringstrasse (…) A stockily built figure, carrying and imperious head on broad peasant’s shoulders…”
En la brillante turbulencia de la Viena de los valses de Strauss, la apariencia de Bruckner debió haber llamado la atención del observador casual como la imagen de un típico inadaptado de provincia. Su apariencia de hecho era el reflejo de su carácter tenazmente conservador.
La historia del periodo final de la vida de Anton Bruckner está contenida en sus sinfonías. Después de la agitación de trasladarse de varias ciudades de provincia a Viena, la vida personal de Bruckner se asentó en una rutina rígida de deberes académicos.
A pesar del contraste de su nueva condición con sus anteriores modestos nombramientos, Bruckner no se sentía satisfecho y trato varias veces de obtener un puesto fuera de Austria. Se quejaba amargamente de sus finanzas, afectadas por los gastos de copiar y ejecutar su música.