Sobre la temporada del Real Madrid:
La idea desplegada por Zidane en los 10 partidos post-confinamiento que le dieron la Liga sería el molde de la 20/21. Seguir haciendo hincapié en el centro del campo, lo diferencial de su plantel, a cambio de aplazar (negar) carencias que genialidades y dinámicas podían suplir.
Todo el trabajo se focalizó en la salida de balón, no como arma para machacar una vez se superara esa presión, sino como mecanismo defensivo para no sufrir pérdidas en zonas de riesgo, desgastar al rival y hacer suyo el control de unos partidos abocados a resultados cortos.
El Madrid se fabricaba para competir ante los grandes mientras se prolongaba como un equipo plano ante repliegues simples, algo que no sólo limitaba su fútbol sino que incidía en el estancamiento de un proyecto volcado con los jóvenes jugadores. La plantilla era lo que se veía.
Zidane aceptaba que el gol no sería certeza, pero trabajaba para que adelantarse en el marcador sí lo fuera. A ese grupo histórico de jugadores en el carril central que le permitía no perder el balón por sí mismos, fue agregando piezas que evolucionarían en este sentido.
En el camino a armar un rondo a todo el campo donde todos sean capaces de mezclarse en la posesión sin importar el rival, jugadores como Courtois, Nacho o Lucas han ganado en fiabilidad con balón gracias a Zidane, que les dio facilidades para crecer en torno a los buenos.
Esta garantía con balón adquirida por la teórica segunda unidad de la plantilla ha llevado a que el Madrid vuelva a tener siempre menos jugadores proclives al error individual que el rival, la madre del cordero en una competición con un formato como el de la Champions.
Así, más allá de las grandes puestas en escena del Madrid en los días clave en UCL, siempre se cobró un error individual muy pronto: Inter en casa, pase atrás al portero que se queda corto (1-0); Inter fuera, autoexpulsión de Vidal; Atalanta fuera, expulsión de Freuler [+]
[+] Atalanta en casa, regalo del portero a Modric (1-0); los del Liverpool (Arnold, Kabak, Phillips, Alisson…) no caben en un tuit. En la vuelta ante el Atalanta, fue el rival el que salió mejor, pero ellos no metieron aquella tan clara que tuvo Gosens en el minuto 2.
La realidad hasta hoy es que los rivales cometen errores individuales y el Madrid no. Y en UCL cada error modifica dinámicas y cambia destinos. Si dichos fallos inciden en que el Madrid se avance, los blancos, sin obligación de marcar, se adueñan de los partidos hasta cerrarlos.
Zidane es el técnico que soñó tener al Zidane jugador. Se sigue viendo reflejado en los mejores, a los que otorga patrones tácticos sin encorsetarlos, sabedor de que la táctica individual de Kroos, Modric o Benzema, su forma de entenderse, es más devastadora si deja que fluya.
Y a esa base Zidane la ha rodeado de jugadores que han ido creciendo a su vera en esa fase concreta del juego, igual que alrededor de Busquets, Xavi, Iniesta, Alves y Messi vimos mejorar en el juego asociativo a Abidal, Keita o Villa. Entrenando con los mejores todo es más fácil.
En cambio, en la fase donde no tiene individualidades resolutivas, Zidane ha sido incapaz de crear nada que vaya más allá de lo que hacía cuando sí las tenía. Algo que paralelamente estanca a los atacantes jóvenes, que necesitan precisamente de esa fase del juego para crecer.
Esta incapacidad en ataque estático llevó al equipo a quedar fuera en Copa ante el Alcoyano, a depender de terceros para no ser eliminado en UCL finalizado su 5º partido de liguilla, y a la proyección actual de 82 puntos en Liga, cifra con la que no se sale campeón desde 2006/07.
El partido ante el Liverpool vuelve a demostrar la gran plantilla que tiene el Madrid por mucho que le falte ese delantero de banda determinante y regular que tan pocos equipos tienen en Europa y que algunos, como el Manchester City, han demostrado que se puede suplir con juego.
Nada le hizo más daño a la percepción que el Madrid tiene de sí mismo que aquella plantilla de la 2016/17. Se pasó a mirar como espejo un modelo de plantel imposible, haciendo de una excepción histórica una necesidad para asumir responsabilidades.
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En nombre de aquella plantilla irrepetible se han aceptado partidos soporíferos domingo tras domingo (¡es lo que hay!) y se ha juzgado como faltos de nivel a jugadores jóvenes de tremendo potencial, a los que no se les ha dado nada para seguir creciendo.
Zidane es un entrenador perfecto para una plantilla perfecta. Un potenciador de todo lo bueno. Ahora tiene a los mejores en el arte de conservar el balón y lucen a cada momento. Pero negar las imperfecciones ya le resultó insuficiente en muchos momentos de la temporada.
En el tramo final queda por ver cuál será el precio a pagar por el riesgo de no haber trabajado ese ataque en el último tercio. Cómo responderá el Madrid cuando sea él quien reciba la primera bofetada. O quizá no lo veamos nunca. Sería una prueba más de que estamos ante un Brujo.
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