El 11 de abril de 2019 la sonda israelí Beresheet tenía que descender y posarse sobre la súper de la luna. Las cosas no fueron como se esperaban y el artefacto se estrelló en medio del Mar de la Sarenidad lunar. Beresheet llevaba en sus tripas organismos vivos, ADN y libros.
El contenido formaba parte de la Arch Mission Foundation con el objetivo de hacer una "copia de seguridad" de la humanidad en la Tierra, para ello cargaba DVD con 300 millones de páginas de información, muestras de ADN humano (de quién 🤷♀️) y tardígrados.
Todo ello acabó desintegrado tras el impacto de la sonda, ¿todo? Los científicos sospechan que algo de aquello pudo sobrevivir al accidente: los tardígrados. No podían ser otros. Estos seres microscópicos son capaces de vivir en todo tipo de condiciones en la Tierra.
Incluso se sabe que sobreviven en el vacío del espacio. Entran en un estado de hibernación que les permite superar las condiciones más extremas confiando en que algún día mejorarán y podrán reactivarse. No es de extrañar que protagonizasen parte de Start Treck.
El hecho es, que está semana se ha publicado un estudio diseñado con, entre otros objetivos, averiguar si los tardígrados podrían haber sobrevivido a aquel impacto y tenemos ahora una colonia de estos seres en letargo en la Luna.
Para ella se dispararon varios de estos seres contra sacos de arena a varias velocidades para calcular la presión y velocidad de impacto que son capaces de resistir. Resulta que sobreviven a presiones de 1,14 gigapascales y a 900 m/s que vienen a ser 3240 km/h.
Pese a estos espectaculares resultados, el trabajo no es capaz de decir si los tardígrados sobrevivieron o no al accidente de la sonda, pero ese solo era el menor de sus objetivos. Otro era averiguar si la vida podía sobrevivir al impacto de un meteorito.
Es decir, si la hipótesis de la panspermia, según la cual la vida puede dispersarse por el espacio de un planeta a otro es posible o no. Tampoco en eso el trabajo llega a grandes conclusiones, la mayoría de asteroides impactan a velocidades mayores de las que resisten estos seres
Sin embargo, queda la puerta abierta, pues algunos meteoritos que han impactado la Tierra o Marte lo han hecho más suavemente, con presiones por debajo de las que puede soportar un tardígrado. Así pues seres con estas capacidades podrían dispersarse y "fecundar" nuevos mundos.
Los resultados sugieren que sería posible recoger muestras de las plumas de agua que eyectan algunas lunas como Europa en Júpiter, en las cuales podría sobrevivir hallarse muestras de vida.
El 23 de mayo de 1493 supuso el inicio de la historia del caballo en América. Fue el día en que los Reyes Católicos redactaron un escrito solicitando el envío a las nuevas tierras de 20 caballos y 5 yeguas.
Los animales llegaron a la Española, en las Antillas, con el segundo viaje de Cristobal Colón, y desde ahí nuevos caballos fueron saltando al resto de islas a medida que los conquistadores se hacían con ellas.
En los próximos siglos los caballos fueron utilizados por los conquistadores europeos a lo largo de todo el continente, permitiendo el regreso de unos animales al mismo.
Como sucede en los humanos, las relaciones e interacciones entre los macacos cambian tras un desastre natural. Tras un huracán se volvieron más tolerantes y aumentaron sus relaciones con individuos con los que previamente no tenían contacto.
Se pudo estudiar cuando el huracán María devastó la isla Cayo Santiago en Puerto Rico en 2017. Su paso destrozó la vegetación de las islas, alterando las condiciones de vida de todos los organismos. Fotos de antes y después del huracán en la isla.
En lugar de estrechar los lazos sociales que ya tenían, los macacos establecieron nuevos lazos, convirtiéndose en un grupo más social y tolerante que permite recuperarse mejor del desastre natural. En humanos se ha observado el mismo fenómeno.
Las mosquitas blancas o aleuródidos son insectos homópteros que suelen originar plagas. Estos diminutos insectos tienen en su ADN genes vegetales que consiguió "robar" en el pasado y que les ha conferido resistencia a las toxinas defensivas de las plantas.
La transferencia de genes entre plantas e insectos tuvo lugar hace unos 35 millones de años, cómo sucedió sigue sin saberse aunque posiblemente esté implicado algún virus. Los virus incorporan parte de su ADN en los huéspedes, así que saltando de plantas a insectos pudo actuar
de transmisor de material genético, primero incorporando genes de la planta y luego inoculandolos en los insectos. Este salto entre especies tan dispares hace pocos años parecía algo imposible, y en este caso además tiene un alto componente adaptativo.
Detección de un gen que podría estar implicado en la conducta de migración del halcón peregrino. El gen está asociado a las distintas rutas detectadas, donde la memoria a largo plazo podría ser la fuerza selectiva entre rutas largas y cortas.
Para realizar el estudio se siguió con detalle la ruta de migración de 56 halcones peregrinos de los cuales también se secuenció su genoma, para poder buscar una asociación entre el genoma y la migración.
Así se ha detectado variantes distintas en el gen ADCY8 en función de la ruta y distancia recorrida. El gen se ha asociado a la memoria a largo plazo en otras especies animales.
Los cinturonianos llevan tantas generaciones trabajado en microgravedad en el cinturón de asteroides que hay entre Marte y Júpiter, que tienen su fisiología alterada. Tanto que no pueden sobrevivir en una gravedad como la terrestre.
Podría decirse que los cinturonianos de la serie “The Expanse”, constituyen un proceso de adaptación local, como la de los pobladores del Himalaya o los Andes, pero a escala interespacial.
Igual que los tibetanos se han adaptado fisiológicamente ha vivir a las alturas de su meseta, los cinturonianos se han adaptado a la microgravedad del cinturón de asteroides.
A finales del siglo XVIII se estima que había entre 30 y 60 millones de bisontes en Norteamérica, cuando se tomó esta foto en Michigan Carbon Works, 1892, quedaban menos de 500 bisontes salvajes. En un siglo se habían exterminado millones de ellos.
Las montañas de calaveras y huesos de las cacerías masivas se cargaban en vagones de tren para hacer con ellos fertilizantes para el campo. A
A lo largo del siglo XIX se mataron millones de bisontes para comercializar sus pieles y carne. En unas décadas la caza sistemática consiguió dejar huérfanas las praderas americanas. E