«DTiendas» es una «app» móvil para la promoción del comercio en Linares (Jaén, 57.000 habitantes). Tiene más organismos públicos patrocinando que usuarios.
Pero no confundamos la parte con el todo: «DTiendas» seguramente sea el canal móvil de una iniciativa digital más amplia.
Y es que el pequeño comercio lleva una década maltratado por esa otra pandemia de la que nadie habla: la de unas plataformas de comercio electrónico impulsadas por las instituciones y el empresariado local y que se abocan, una tras otra, a un fracaso indefectible.
Propuestas bienintencionadas pero que infunden unas expectativas irreales en autónomos y pymes dedicados al comercio, frecuentemente con el consorcio involuntario de una periodismo local crédulo y acrítico, y de un político indocumentado.
De esta tormenta perfecta nace «NetPym».
«NetPym» tiene una noble finalidad, pero nace —como casi todas estas plataformas— ya muerto. Y el patrón es siempre el mismo: una foto con políticos y un titular ridículo:
👉 «Nace un 'Amazon toledano' para dar un impulso al comercio electrónico»
Estas plataformas rara vez son transparentes con sus cifras. Pero ya me platean las sienes y no me ha costado encontrarlas: estas son las del «Amazon toledano» al año de nacer:
— 10 comercios
— 40 productos, el 65% de dos vendedores
Hasta donde alcanza la vista solo ha habido dos movimientos en el catálogo de «NetPym»: el 13 de mayo un comerciante cargó tres productos. Hay que remontarse al año pasado, al 21 de diciembre, para encontrar algo de actividad anterior. Es un fósil.
«NetPym» es en Toledo lo que «DTiendas» en Jaén: una pérdida de contacto con la realidad provocada por el virus del charlatanismo digital. Concejales de todo el país están infectados.
👉 A los periodistas que me leen: tenéis que defendernos de esto a toda la ciudadanía. Sed críticos; revisad hemerotecas y evaluad hoy las tecnopromesas que escuchamos ayer. Basta de dar un eco incuestionado a estos alardes efectistas que son los nuevos aeropuertos vacíos.
En Benicarló (Castellón, 27.000 vecinos) acaban de poner en marcha «aunclic.shop» y la mecánica es la habitual: foto del concejal y titular triunfal: «18.000 productos a un clic». El periodista introduce la lisérgica referencia a Amazon.
Lo que la concejala no dice, quizá porque no lo sabe, es que 10.375 de estas referencias pertenecen a una sola empresa: la misma que ha desarrollado la tienda en línea. En realidad, dos tercios del catálogo anunciado procede de tan solo cuatro tiendas.
Ni en Linares ni en Toledo ni en Benicarló ni en ninguna otra plaza se dice a los comerciantes la simple realidad: una parte significativa de las tiendas está desapareciendo y ninguna iniciativa de digitalización las salvará. El ciclo de vida de muchos comercios se ha cumplido.
Pero en vez de enfrentar a una ciudadanía adulta a una realidad compleja, desde las instituciones y los medios se alimenta —frecuentemente con fondos públicos— la idea hermosa pero falsa de que la tecnología ha llegado y trae al comercio local un nuevo amanecer.
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El objetivo último de esta iniciativa pública ha sido desarrollar y anunciar un portal de «turismo inteligente y gobernanza». Nuestros gestores políticos obvian que eso no es el final del camino de un proyecto de transformación digital: es justamente su comienzo.
Y todos echan balones fuera:
— Dice @redpuntoes que «el portal y todo está operativo y en funcionamiento» y que el proyecto es fruto «de una auditoría muy completa».
— Dice @AytoLepe que el proyecto «está correctamente ejecutado» y «ha sido correspondientemente auditado».
Cuánto bien nos haría, como país, una actitud «slow tech» en las políticas de digitalización que despliegan nuestras instituciones. Como en el «slow food» o el «slow life», se trata de modular las expectativas para racionalizar los riesgos.
Voy a intentar explicarlo.
La tecnología es un instrumento; no un fin en sí mismo. Un proyecto tecnológico no puede ser nunca un objetivo, sino uno de los mecanismos para mitigar un problema humano.
Y la palabra más importante de este hilo y de cualquier política de digitalización es justo esa: «humano».
De la perversión de este principio de utilidad surgen fiascos como «Alcantarilla Smart City» o «Smart Turismo Lepe»: iniciativas públicas bienintencionadas en origen pero que nacen con el pecado original de servir no a las personas sino al mero alarde tecnológico.
Pero hay que reconocerle un hito al portal «Smart Turismo» de Lepe que ha financiado @redpuntoes con 200.000 pavos de fondos europeos:
🎉 ¡No sale en Google!
Ni en DuckDuckGo, ni en Bing, ni en ningún otro.
¡Es un portal de turismo invisible a los buscadores!
La razón es que en el fichero «robots.txt» —que es el lugar donde el administrador del portal «habla» a los robots de los buscadores como Google— están pidiendo expresamente que el buscador no aparezca en las páginas de resultados. 😂🔫
Hoy se cumplen cuatro años de la presentación pública de «Smart Turismo y Gobernanza en Lepe». Un proyecto de 200.000 € cofinanciado con los fondos FEDER europeos.
El proyecto arranca con toda la charlatanería en tecnolengua propia de los vendedores de crecepelo digital: «smart turismo», «ciudad inteligente», «geovisor smart», «agenda digital», «plataforma tecnológica» y una digna de los libros de Stephen King: «administración electrónica».
¿Los objetivos?
— «mejorar el bienestar social y económico de los ciudadanos de Lepe»
— «ofrecerles mejores servicios» públicos
— «una ciudad más eficiente y sostenible»
— «mejorar la participación y comunicación entre ciudadanos» y el ayuntamiento
El contrato del proyecto requiere la realización de un «análisis de marca» y la creación de «un Manual de Identidad Visual Corporativa Smart City Lepe» (sic) y un «Logotipo Smart City Lepe».
De este singular matrimonio nace «Alcantarilla Smart City»: una app «innovadora y moderna» y un «ejemplo de transparencia y participación», según sus promotores municipales.
Una foto del alcalde y la oportuna nota de prensa inmortalizan la gesta.