Muchos creen que es italiana 🇮🇹, pero la máquina más famosa de café del país es nacional 🇦🇷. Se hace en Caseros en una planta que tiene más de 30 años y en la que trabajan 12 empleados. Hacen 2 mil cafeteras por mes. Esta es la historia de Volturno ☕. 
Aníbal Dall’Anese llegó a Argentina en la primera mitad del Siglo XX y trajo consigo el dominio para producir la macchinetta, la clásica cafetera italiana. En 1951 se asoció con Antonio Onoda y comenzaron la producción de las cafeteras de manera muy artesanal.
Unos años más tarde se sumó un tercer socio, Antonio Varriale, quien provenía del mundo textil y aportó una mirada más industrial al proyecto. De esta manera surgió en 1967 la Fábrica Argentina de Cafeteras SRL cuyo producto estrella era una cafetera a la que llamaron Volturno.
El nombre Volturno, además de ser un río italiano, es un homenaje a la suerte del destino ya que era el nombre del barco en el que debía subirse Aníbal en la Segunda Guerra Mundial, pero que por problemas de salud no pudo hacerlo. El barco finalmente se hundió y Aníbal zafó.
Si bien esta cafetera era muy conocida en Italia desde los años 30, en la Argentina de los 70 fue una novedad. Su aspecto más revolucionario era la incorporación del concepto de máquina debido a su funcionamiento a vapor y diseño geométrico en aluminio.
Al inicio sus principales clientes eran los inmigrantes italianos dado que ya conocían las bondades de esta máquina, pero rápidamente su aire futurista y su innovación hicieron que la cultura del buen café se democratizara y ocupara un lugar central en las cocinas argentinas.
A partir de la formalización de la marca, la empresa creció considerablemente. El proyecto que comenzó con 2 trabajadores para 1974 ya contaba con 43 empleados. En esos años la fábrica evolucionó, sobre todo a nivel tecnológico gracias a la inversión en maquinaria.
Unos años más tarde Antonio Onoda le compró las partes a sus socios y quedó como único dueño junto a su esposa Ana María y su hijo Adrián, quienes hasta la actualidad se encargan de las tareas administrativas, la comercialización y las redes sociales de la marca.
Antonio Onoda es un gran ejemplo de la movilidad social que caracterizó a nuestro país. Como muchos trabajadores comenzó repujando metal en un taller, pero gracias su esfuerzo y dedicación logró con los años convertirse en dueño de la fábrica en la que empezó.
En la actualidad esta cafetera está tan arraigada en nuestras costumbres que pasó a ser un elemento más de nuestra tradición, similar al mate o las empanadas y se la puede encontrar en distintos objetos como remeras, historietas, llaveros y hasta en la portada de un libro.
La marca desde sus orígenes hasta la actualidad se basa en la calidad y durabilidad de sus productos, por eso no es de extrañar que de vez en cuando llegue alguien a la fábrica queriendo cambiar alguna pieza dañada de una Volturno de más de 30 años heredada de alguna abuela.
Es que este objeto despierta en sus dueños un gran cariño. No es un electrodoméstico más, es una parte fundamental de la cotidianidad, es un recuerdo de la infancia. Para muchos, es el primer objeto importante de cada mañana.
Con los años se fueron aggiornando sobre todo en la comunicación. Tienen una gran actividad en sus redes sociales en las que dan consejos sobre cómo preparar un buen café y comparten información interesante sobre la cultura cafetera.
instagram.com/lavolturno/
instagram.com/lavolturno/
La marca tiene un gran desafío para seguir vigente en el siglo XXI ya que la aparición de las cápsulas, las cadenas y las tiendas especializadas en café de autor, sumado a la larga vida útil de este producto no facilitan las ventas.
Pero la Volturno cuenta con una gran ventaja, hace más de 50 años que está dentro del corazón y las cocinas de millones de argentinos y ha logrado lo que pocas empresas consiguen, que su marca sea sinónimo del producto. Tener una buena cafetera, es tener una Volturno.
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