Se ha publicado un artículo donde algunos expertos culpan a los videojuegos de la violencia juvenil, concretamente del asesinato de Samuel.
En este #Neurohilo vamos a ver con datos científicos como afirmaciones de este tipo son falsas.
Lo primero, eso sí, comentar que al parecer han corregido parte del titular original pero las declaraciones siguen estando y de hecho “Fornite” o “GTA” son de las pocas palabras en negrita en todo el cuerpo del texto.
“Antes teníamos aquello de los dos rombos” que señalaba los programas de televisión no aptos para menores, rememora Alamancos, “ahora no hay filtros”. “A cualquier hora, los chicos tienen ante ellos series y juegos hiperviolentos a los que están enganchadísimos, como Fortnite”.
Vale, esto es falso. TODOS LOS VIDEOJUEGOS SIGUEN UN SISTEMA DE CLASIFICACIÓN POR EDAD denominado PEGI. Y por cierto, el PEGI del Fortnite es de 12 años ya que el limitado contenido violento que tiene no representa de un modo realista la violencia.
Después hay declaraciones como “Se nos viene encima un problema enorme”, alerta, porque “la gente no va a saber qué es ficción y qué realidad”. O palabras de otro experto que dice:
Como todo esto es complicado, primero veremos cómo se ha investigado tradicionalmente el tema y las debilidades de esas aproximaciones. Y después analizaré cómo se está revisando todo ahora.
Pero antes de zambullirnos en neurociencia tocha, os dejo una frase que resume el consenso científico actual “Atribuir la violencia a los videojuegos no es científicamente sólido y desvía la atención de otros factores” dijo Sandra L. Shullman.
Sandra es la presidenta de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA en inglés), y esta declaración es de marzo del 2020, presidenta de la APA, en la nota de prensa.
Una nota de prensa que me encanta porque bajo el título tenía la siguiente frase entrecomillada “Cautela frente a la hipersimplificación de problemas complejos”.
Sin embargo, si os ponéis a buscar encontraréis artículos científicos que “demuestran” que los videojuegos violentos potencian la violencia…
Por ejemplo, hay un metaanálisis del 2018 que revisa 24 publicaciones llegando a un total de 17.000 participantes, y concluye que jugar a juegos violentos sí que aumentaba los comportamientos violentos.
Un metaanálisis es un artículo científico que se forma a base de coger artículos que se hayan publicado sobre un tema y analizarlos en conjunto para sacar conclusiones.
Es como si cada investigación es una pieza de un puzle, y el metaanálisis intenta juntar todas las piezas. El tema es qué piezas pilla y cómo pretende juntarlas.
Por ejemplo, en muchas ocasiones se ha argumentado que los videojuegos violentos generan insensibilidad a la violencia porque continuamente exponen a contenido violento.
Aquí ya empezamos con los matices, que son importantes, porque el proceso de insensibilización no hace que te guste más la violencia. Lo que hace es que te genere menos respuesta emocional, que cada vez te resulte más neutra, indiferente…
Y lo que es más importante, este proceso de insensibilización normalmente se usa en el contexto de guerras, maltrato familiar, convivir en barrios con delincuencia violenta constante…
Es decir, que los procesos de insensibilización sí que están probados que pueden ocurrir pero en contextos de personas, especialmente jóvenes, expuestos continuamente a violencia REAL EXTREMA.
Meter en el mismo saco el potencial efecto de que tu padre te pegue todas las semanas o que bombardeen constantemente tu casa, con que veas tiroteos en el Call of Duty me parece bastante discutible.
Aun así, un artículo del 2015 donde se revisó la bibliografía sobre el tema concluyó que los videojuegos violentos sí que generaban insensibilización PERO…
Por ejemplo un artículo del 2018 hizo un estudio usando modernas técnicas de neuroimagen y concluyó que los videojuegos violentos NO generaban insensibilización.
Porque ese es un problema, hasta hace unos pocos años la gran mayoría de los estudios sobre videojuegos y violencia no usaba técnicas de neuroimagen…
…las cuales son de las técnicas más sólidas a la hora de determinar si algo afecta o no al cerebro, y por lo tanto al comportamiento, porque literalmente “ves” el cerebro de los voluntarios.
O sea, que en cuanto metemos las técnicas más modernas y sólidas de la neurociencia, parece que gran parte de la asociación entre videojuegos y violencia se desmonta.
Otro ejemplo de esto aparece el 2018, porque el metaanálisis que he mencionado antes no fue el único artículo publicado ese año sobre el tema…
En un estudio se analizó el patrón de actividad cerebral de jugadores de videojuegos con algún tipo de violencia (desde League of Legends o Warcraft, a Counter-Strike y Grand Theft Auto),…
...y no encontraron que haber jugado más de 10 horas a la semana durante los últimos tres meses hubiera tenido ningún efecto, llegando a decir:
"la exposición a largo plazo de videojuegos violentos no tiene efectos significativos en la actividad cerebral espontánea, en especial en las áreas de cerebrales relacionadas con el control ejecutivo, los juicios morales y la memoria a corto plazo..."
“… Esto implica que el afecto adverso de los videojuegos violentos ha sido exagerado”
Otro trabajo de ese año recopiló datos de 2.019 personas desde la infancia hasta llegar a la edad adulta. No encontraron evidencias de que el jugar a videojuegos de disparos o videojuegos competitivos tuviera relación con desarrollar problemas de conducta o delincuencia juvenil.
Es más, el análisis general de los datos les llevaba a apoyar la idea de que los videojuegos violentos, o no tienen impacto o tienen un impacto mínimo en el desarrollo de estos problemas,…
…y que otros factores como la biología o el ambiente familiar donde te crías son elementos mucho más cruciales a la hora de producir el desarrollo de personalidades agresivas y antisociales.
Por cierto, que sobre esto el único de los expertos del artículo que no culpa a los videojuegos es Antonio Andrés Pueyo. Os dejo aquí un fragmento donde habla de factores relacionados con la violencia en un programa que curré como guionista y seguimos:
También este artículo del 2021 que no detecta con signos de insensibilización a la violencia en un grupo de jugadores de videojuegos violentos y sugiere que quizás resultados anteriores a favor son artefactos técnicos, es decir, no eran datos reales.
Y es que durante los últimos 5 años se ha producido una creciente revisión de los trabajos previos usando nuevas técnicas, y los resultados están desmontando la poca, aunque existente y discutible, asociación que había entre videojuegos y violencia.
De hecho, en muchos de estos artículos directamente se menciona que posiblemente ha habido un prejuicio hacia los videojuegos en muchos de los estudios durante décadas.
Vamos, que muchos trabajos han tenido cierto sesgo y de allí que algunos relacionaran videojuegos y violencia.
Y claro, si ahora alguien con ese sesgo hace un metaanálisis cogiendo mayoritariamente este tipo de trabajos pues la conclusión va a ser que los videojuegos violentos fomentan la violencia.
Pero bueno que aunque es todavía un campo bajo estudio, en general la mayoría de los datos obtenidos en los últimos años desmienten esta asociación o, como mucho,…
…le dan una importancia muy leve frente a la gran importancia que tienen otros factores como nacer en determinados ambientes donde se legitima el uso de la violencia contra colectivos, familias con miembros violentos, etc.
Y de allí las declaraciones de la presidenta de la Asociación Estadounidense de Psicología “Atribuir la violencia a los videojuegos no es científicamente sólido y desvía la atención de otros factores”.
Para cerrar, varias cosas. Este es un tema que trato en “Neurogamer”, donde está toda la bibliografía y también hablo de temas como: ¿son adictivos los videojuegos?, ¿podemos curarnos con videojuegos?, ¿pueden hacernos más inteligentes? amzn.to/3oRGEOv
Esta noche a las 22:00 hablaré de este tema en directo en Twitch: twitch.tv/neurocosas
Y ha quedado pendiente el tema del realismo en los videojuegos y si ello puede generar violencia. Lo trato con detalle aquí 👇👇
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
En vista de la gran cantidad de gente que afirma “cuando salga la vacuna me esperaré para ponérmela”, “no pienso ponérmela porque no será segura” y cosas similares; varios conceptos básicos y una reflexión sobre la futura vacuna contra el COVID-19:
Lo primero es que no hay que confundir probabilidad con certeza. Antes de lanzar una moneda al aire hay una probabilidad del 50% de que salga cara o cruz; por ejemplo, imagínate que la lanzas y sale cara.
A partir de ese momento da igual que hubiera un 50% de posibilidades de que saliera cruz, porque al final ha salido cara. Lo mismo ocurre con cualquier otra cosa, incluidos los experimentos científicos.
Que las redes sociales se estén convirtiendo en un nido de odio y linchamientos es solo culpa nuestra. Deberíamos hacer un esfuerzo por ser más generosos y centrarnos más en las personas y mensajes positivos. Abro hilo con gente guay que hay en Twitter ☺️ 👇👇
Este "Neurocientífico" doctor en Biomedicina con una licenciatura en Bioquímica va a explicar con un ejercicio práctico por qué es incorrecto comparar el número de fallecimientos por #Covid_19 entre los países a mitad del proceso de infección.
Para ello vamos a usar la primera gráfica de este artículo, donde visualmente podréis seguir el proceso moviendo el cursor sobre la gráfica: elpais.com/sociedad/2020/…
Por ejemplo, tomemos los fallecimientos a día 3 que es uno de los primeros datos:
Nuestro tejido nervioso, cerebro incluido, proviene a nivel embrionario de las mismas capas celulares que la piel. Por este motivo hay científicos que están intentando obtener neuronas a partir de células de la piel.
El cerebro humano es entorno al 2-3 % de nuestro peso corporal y sin embargo consume constantemente entorno al 20% del oxígeno de nuestro cuerpo y cerca del 50 % de la glucosa, así que es el órgano del cuerpo que más caro nos sale de mantener.
Antes de empezar con la neurociencia vamos con un poco de historia: la enfermedad fue descubierta por el médico londinense James Parkinson, quien en 1817 publicó "Essay on the Shaking Palsy" (Ensayo sobre la parálisis agitante)…
…donde describe la mayoría de los síntomas clásicos motores presentes en la enfermedad de Parkinson.
Primera cosa importante: no existe "el autismo" sino "los trastornos del espectro autista". Dentro de los cuales hay una gran diversidad.
Esta diversidad ya se ve históricamente: en 1943 Leo Kanner y en 1944 Hans Asperger documentan independientemente el trastorno. Pero los niños con los que trabajaba Leo y Hans eran ya bastante distintos en sus síntomas.