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Manuel Bartual @ManuelBartual
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No he conseguido dormir en toda la noche.
Más que nada porque me cuesta pensar en otra cosa que no sea en la muerte de Valeria. Me siento responsable de lo que le ha pasado.
Los hombres grises tampoco es que me hayan ayudado mucho a conciliar el sueño, precisamente. Se han pasado toda la noche haciéndome pruebas.
Pruebas físicas, psicológicas, cognitivas… me han hecho de todo.
Me han introducido utensilios médicos por agujeros de mi cuerpo que ni tan siquiera sabía que tenía.
También me han pedido que les contase un chiste. A mí se me da fatal contar chistes, pero les he dicho el primero que he recordado.
–¿Cuál es el pez que huele mucho?
–El apeztoso.
Se han partido de risa, y eso ha sido lo más terrorífico de todo. La risa de estos hombres grises es espeluznante. Algo inexplicable.
Podría estar haciendo fotos y vídeos de todo esto, pero he decidido seguir los deseos de Valeria y no documentar gráficamente esta misión.
Porque la misión sigue. Por supuesto que sigue. Fue su último deseo y voy a cumplirlo.
Estoy en una celda, pero tengo un plan para salir de aquí y rescatar al Señor Bromas.
El plan no está funcionando.
A ver, esto quizá no lo sepáis, pero yo de pequeño me llevaba muy bien con los gatos. Eran mis colegas.
La celda en la que me encuentro tiene una pequeña ventana, y al otro lado de ella hay un gato.
Llevo tres horas mirándole fijamente, tratando de transmitirle la idea de que entre al hangar y me consiga las llaves que abren esta celda.
Pero nada, que no se entera.
Pues al final se ha enterado. Pensaba que simplemente se había ido de puro aburrimiento, pero no. Me acaba de traer las llaves.
Voy a salir de aquí.
Vale, un problema: hay un hombre gris cerca de mi celda, imagino que vigilando que no escape. Pero creo que puedo con él.
A ver, esto quizá no lo sepáis, pero yo de pequeño era karateka. Llegué a ser cinturón blanco.
Si me concentro mucho, quizá recuerde todas las llaves que aprendí y pueda acabar con él.
Voy a intentarlo.
Lo he conseguido. Joder, lo he conseguido. He derribado al hombre gris de una patada voladora.
Voladora a poca altura, eso sí. Como a dos centímetros del suelo, pero voladora al fin y al cabo. Y esto no es lo mejor.
Lo mejor es que he encontrado al Señor Bromas. Estaba en otra celda, y he podido abrirla desde fuera. Acabamos de salir de la base secreta.
Mi plan ahora es subir con él a uno de los aviones que vi estacionados junto al helicóptero.
A ver, esto quizá no lo sepáis, pero yo de pequeño pilotaba aviones. Con la mano. Aviones de juguete, pero aviones. Con alas y todo eso.
Pilotar uno de verdad no debe de ser muy diferente.
Acabamos de subir a uno, un Boeing C-135 Stratolifter. Voy a tratar de ponerlo en marcha.
Estamos volando. No sé muy bien cómo, pero estamos volando. Estoy muy feliz.
El Señor Bromas sigue serio, pero yo diría que por dentro también sonríe. Antes se ha acercado a mí y me ha susurrado algo al oído.
–¿Tú sabías que las cajas negras de los aviones en realidad son naranjas?
–¡Qué me dices! ¿No son cajas?
Ahora sólo me queda descubrir cómo se aterriza esto. Estoy buscando tutoriales en YouTube.
Mierda, todo se ha complicado.
Justo cuando estaba buscando tutoriales, otro avión se ha aproximado y un montón de hombres grises han saltado desde allí hasta el nuestro.
El Señor Bromas ha agarrado fuerte su maletín. Entonces uno de los hombres grises ha gritado: “ENTRÉGANOS LOS CHISTES DE MAÑANA”.
Justo en ese momento el Señor Bromas se ha acercado a mí y me ha susurrado algo al oído.
–¿Qué nombre le pondrías al señor que escribe los chistes que se publican en prensa el Día de los Santos Inocentes?
–El Señor Bromas.
Como chiste no es muy bueno, pero como explicación es cojonuda.
En ese momento lo he entendido. Nuestra misión consistía en proteger todos esos chistes para que mañana se puedan publicar.
Pero mientras lo entendía, los hombres grises han agarrado al Señor Bromas y se lo han llevado. Han saltado con él de vuelta a su avión.
Lo más raro de todo es que antes de hacerlo, el último y más corpulento de los hombres grises se ha girado hacia mí y me ha guiñado un ojo.
Y entonces he visto que han dejado una bomba en el avión. Explotará dentro de 20 minutos.
Tiene un cable rojo y un cable azul. ¿Qué cable corto?
Bueno, pues cuando he ido a cortar el cable rojo me he puesto muy nervioso y he cortado los dos a la vez. Cosas que pasan.
Por suerte, la bomba no ha explotado. Y no sólo eso: me he dado cuenta de que debajo de ella había escondido un paracaídas.
Así que como no estaba encontrando ningún tutorial para aterrizar el Boeing C-135 Stratolifter, me he puesto el paracaídas y he saltado.
El avión se ha estrellado contra una montaña, y yo he ido a caer a una explanada en la que había aterrizado el avión de los hombres grises.
Estaban todos en el suelo, inconscientes.
Todos menos el hombre gris corpulento. Protegía al Señor Bromas, y otro hombre gris les apuntaba con una pistola.
Aquí estoy ahora, en medio de los dos.
El hombre gris corpulento me ha agarrado y me está usando de escudo humano mientras el otro me apunta. Llevamos aquí un buen rato ya.
Pero por lo demás, todo bien.
¡¡VALERIA ESTÁ VIVA!!
AY, JODER. Pero QUÉ ALEGRÍA :_)
A ver, os explico. Resulta que el hombre gris que me apuntaba ha terminado disparando, pero entonces ha pasado una cosa rarísima.
La balas han impactado contra mí, pero han rebotado y le han dado a él. Un hombre gris menos.
Esto, aunque parezca muy loco, tiene una explicación. Pero antes os explico lo de Valeria.
Resulta que tenía todo previsto. Sabía que en algún momento de la misión yo la cagaría y nos acabarían descubriendo. Lo utilizó en su favor.
Cuando le dispararon detuvo la bala con sus dientes y se hizo pasar por muerta.
Sabía que al verme allí con ella pensarían que también me estaba protegiendo, de ahí que se pusieran a hacerme pruebas.
Querían saber si yo también podía suministrarles risas, como pasa con el Señor Bromas.
Valeria me ha contado que los hombres grises intentan secuestrar al Señor Bromas todos los años.
Quieren sus chistes y los quieren para ellos solos. Son seres que se alimentan de humor, cuanto más tonto y más exclusivo mejor.
El caso es que mientras estaban ocupados conmigo, ella aprovechó para infiltrarse dentro de ellos. Literalmente.
Acabó con uno y se metió dentro. Ella era el hombre gris corpulento que me guiñó el ojo y luego me usó de escudo humano.
Dice que sabía que la bala rebotaría.
Un efecto secundario de las pruebas a las que te someten los hombres grises es que el cuerpo se te queda como de goma unas horas.
También dice que contaba con que encontrase el paracaídas que me dejó bajo la bomba para que escapase del avión.
Lo que no entiendo entonces es qué pasó con la bomba. Por qué no explotó. Es lo único inexplicable de todo lo que me ha pasado desde ayer.
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