¿Cómo sería una civilización marciana? Con el tiempo, no hay ninguna duda de que será cada vez más diferente a la civilización terrestre. Será una sociedad completamente independiente. ¿O mantendrán su conexión con los seres humanos de la Tierra? Vamos a profundizar en ello... 
Antes de continuar, tengo que decir que esta es la continuación (y final) del hilo sobre cómo sería una civilización marciana, cómo evolucionaría y cómo se establecería. Si no lo has leído, es aconsejable que le eches un ojo. Lo puedes encontrar aquí:
Una de las reflexiones más interesantes sobre el origen de una civilización es la de Vere Gordon Childe. Lo más gracioso es que no se interpretó como señal de civilización, sino de revolución urbana. Es decir, se interpretó como la señal del origen de las ciudades.
Se ha escrito mucho sobre el concepto que desarrolló este arqueólogo australiano de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Su trabajo ha sido utilizado por muchos otros arqueólogos. Particularmente, aquellos interesados en el origen de la civilización.
Childe diseñó una lista de criterios sobre la revolución urbana como definición de una civilización. Algo es una civilización si posee la mayor parte de ellos. Algunos prehistoriadores han retocado y ajustado el modelo de Childe, pero a grandes rasgos permanece intacto.
Sigue siendo una influencia en el mundo de las reflexiones arqueológicas sobre la civilización incluso en la actualidad. En realidad, el arqueólogo australiano nunca afirmó que esos criterios constituyesen la definición de una civilización, aunque bien podría haberlo hecho.
A fin de cuentas, esa es la lección que se desprende de su estudio. La revolución urbana supone la aparición de muchas ciudades. En cierto modo, es una representación burda de lo que supone una civilización. Una red de ciudades que participa y se relaciona activamente.
Ya sea cooperando o entrando en conflicto con otras. Ese patrón está presente en Mesopotamia, Mesoamérica y el Valle del Indo. Seguramente lo encontraremos allá donde surja una civilización. El ejemplo es muy fácil de trasladar al planeta rojo y nos puede servir de guía.
Volvamos a ese enjambre de asentamientos temporales y permanentes que mencionaba en la primera parte. Cuando comiencen a relacionarse, y a participar activamente en la cooperación y en los conflictos, tendremos una señal inequívoca de una civilización marciana.
A medida que esa civilización crezca, se unificará y se convertirá en una civilización planetaria. Evolucionará bajo las mismas condiciones, de forma uniforme. Igual que ha sucedido con la civilización terrestre. La comunicación entre sus regiones será casi instantánea.
Del mismo modo que lo es la comunicación en la Tierra en la actualidad. El vecindario de Marte, sus satélites y sus estaciones espaciales, también formarán parte de esa red instantánea. Marte tendrá su propia red de Internet. Probablemente se actualizará de manera regular.
Será como un sistema de respaldo, en el que tanto la Tierra como Marte se apoyarán mutuamente. Las redes sociales marcianas estarán dominadas por la actualidad del planeta rojo. Igual que las redes sociales terrestres están dominadas por la actualidad de la Tierra.
Un planeta es una unidad natural para una civilización. La civilización planetaria es el propósito definitivo de la civilización. Más allá de la perspectiva de una civilización planetaria hay diferentes problemas. La comunicación se verá afectada por los retrasos relativistas.
Es decir, por las consecuencias de la relatividad de la que nos habló Einstein. Las distancias en el espacio son lo suficientemente grandes como para tener que tenerla en cuenta. Si necesitas refrescar conceptos, hablé de la teoría de la relatividad aquí:
Esos efectos serán más grandes cuanto mayor sea la distancia que separe a los interlocutores. Habrá comunicación entre Marte y la Tierra, pero será extraña y un tanto artificial. Siempre habrá un retraso de varios minutos que hará imposible la comunicación en tiempo real.
También habrá comercio, quizá de objetos valiosos, de una manera similar a la Ruta de la Seda. Sirvió para conectar, vagamente, a oriente y occidente. La comunicación y el comercio, sin embargo, reforzarán a las unidades planetarias naturales de la Tierra y Marte más que unirlas.
A fin de cuentas, lo que se comercie y lo que se comunique (además de lo que no se comercie y no se comunique) es lo que definirá un sistema de significados y valores. Estos sistemas serán diferentes en ambos planetas. Pero hay otra forma de entender la civilización.
Una definición más grande, quizá más completa. Una en que se incluya a ambas civilizaciones. No es descabellado pensar que podríamos llamarla la civilización humana. Ya que ese concepto estará, necesariamente, basado en las propiedades comunes a ambas civilizaciones.
Del mismo modo que hoy podemos hablar de una civilización planetaria que engloba muchas de las civilizaciones regionales. Al fin y al cabo, han crecido juntas al ritmo al que el transporte, las comunicaciones y las redes de comercio han integrado a todo el planeta.
Quizá esa definición de civilización planetaria podría considerarse una civilización completamente nueva. A medida que esa civilización planetaria tienda a convertirse en civilización global, llegará el siguiente paso en la organización de la sociedad a gran escala.
En ese punto habrá interacciones entre las diferentes civilizaciones planetarias. A saber, las civilizaciones de la Tierra, Marte, la Luna y otros lugares, incluyendo los hábitats artificiales. No es ni mucho menos una idea descabellada:
Es interesante observar las diferencias en los asentamientos del Nuevo Mundo (América). Especialmente, al comparar las regiones que fueron pobladas por la gente llegada del Viejo Mundo (Europa), y aquellas pobladas por personas procedentes de asentamientos anteriores.
Así, mientras Nueva Inglaterra estaba poblada por Puritanos de Inglaterra, las dos Carolinas (de EEUU) estaban pobladas por plantadores caribeños. La caña de azúcar era una plantación tan lucrativa que cada trozo de tierra, en las Islas del Caribe, era cubierta con sus plantas.
A su vez, estas plantaciones necesitan recibir alimentos y materiales de construcción, así que las Carolinas estaban preparadas para producir el sustento y los bienes necesarios para la cultura de exportación de las plantaciones caribeñas. Ambas sociedades se beneficiaban.
Las diferencias culturales entre ambas regiones persisten hasta la actualidad. Es probable que continúen persistiendo en el futuro. Sería razonable esperar que un patrón similar aparezca en los asentamientos que vayan surgiendo a lo largo y ancho del Sistema Solar.
Algunas colonias se establecerán directamente desde la Tierra. Otras lo harán desde los asentamientos marcianos y lunares, cuando estas últimas hayan alcanzado un nivel de desarrollo suficiente como para organizar sus labores de colonización por su propia cuenta.
De esta manera, las diferencias características entre la civilización terrestre y marciana se perpetuarán a lo largo del sistema Solar. Esa huella de su identidad será fácilmente reconocible. No solo aquí en este pequeño vecindario. Quizá incluso a lo largo de la galaxia.
No es ninguna locura afirmar que podrían persistir incluso hasta mucho tiempo después de que cualquier rivalidad entre la Tierra y Marte deje de ser políticamente relevante. Es decir, cuando el ser humano se haya alejado del Sistema Solar y colonizado mundos de otras estrellas.
Pero, al final, ¿qué civilización dejará una mayor huella en el universo? Puede que la civilización terrestre no sea la que esté en la mejor posición. Los marcianos ya habrán realizado el primer salto de la Tierra a Marte, representando la primera diáspora espacial.
Además, tendrán una cantidad desproporcionada de conocimiento científico y técnico a su disposición, fruto de su necesidad de adaptarse y sobrevivir a las duras condiciones de Marte. Y, quizá, estén predispuestos a que el proyecto central de su civilización sea el viaje espacial.
Cuando los marcianos hayan asegurado su supervivencia e independencia, extenderse por el Sistema Solar será su siguiente paso. Marte es la base perfecta para una civilización de viajeros espaciales, con una gravedad más baja. No solo por la facilidad de los lanzamientos.
Esa baja gravedad ofrece un entorno mucho más propicio para, por ejemplo, construir un ascensor espacial. Sería mucho más fácil que en la Tierra. Además, estará más cerca del cinturón de asteroides. Las facilidades en ese sentido son evidentes:
Por ello, incluso si no llega a surgir una civilización de científicos y viajeros espaciales en la Tierra, puede que las condiciones sociales de Marte sean más favorables para propiciarlo. Puede que la victoria a largo plazo sea para una civilización marciana en ese caso.
Pero, como hemos visto, no por ello habrá que suponer que olvidarían sus raíces. Esa civilización, si realmente llegase a tener un mayor impacto que la terrestre, no dejará de recordar que procedió de la Tierra. Aunque Marte tendrá un lugar aún más especial en sus mentes…
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