Digamos que Duque sinceramente cree que su destino es ser el Mandela colombiano.
Veamos en qué nos parecemos y en qué no de la Sudáfrica de hace un cuatro de siglo.
Pero esos fueros no son para mantener a las etnias ancestrales aparte de la etnia dominante.
Esto en las ciudades y redes sociales se ve como un intercambio de agravios. En otras partes del país es el asesinato de líderes sociales, las guerrillas aún existentes, la Águilas Negras, etc.
No es que haya una grieta donde cada ciudadano este a uno u otro lado de esa división.
Pero es fácil simplificar el discurso de esa forma.
Así como hay dos oligarquías (simplificando), también hay varios tipos de clases medias y varios tipos de clases trabajadoras.
Una cosa, Uribe representa la oligarquía terrateniente tradicional. Duque, aunque no es empresario, representa esa otra oligarquía.
De ahí que “nos vamos a convertir en Venezuela” se haya convertido en su causa común.
El anti-uribismo no es la idea de perseguir a Uribe como venganza por haber matado al Mono Jojoy.
Eso fue lo que encontró Mandela, siendo Mandela el representante de esas etnias ancestrales reprimidas.
La única amenaza de Santos a la oligarquía tradicional terrateniente es su apoyo a la ley de restitución de tierras.
No Duque no representa a la etnia (o clase) antes reprimida.
Mandela prometió (y cumplió) que no iba a ser un gobierno revanchista, en contraste con lo que había pasado con la República blanca de Rhodesia, al convertirse en la República negra de Zimbabue.
En ningún momento se escucha a Duque haciendo un llamado para que los perros que lo pusieron en el poder no ladren tan fuerte.
Lo que hizo Mandela fue garantizar que las nuevas mayorías no iban a aplastar a las minorías que perdieron el poder. Ese es el punto por el cual Duque, al compararse con Mandela, no es creíble.
No es un llamado a sus seguidores a acoger a la oposición sino un llamado a la oposición a someterse.
Cualquier refutación o crítica a lo que he dicho será apreciada y más si es fundamentada y respetuosa.