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¿Pongan atención que hoy les voy a contar la increíble historia de Eddie “El Águila”
Nuestra historia empieza el 5 de diciembre de 1965, en Cheltenham Inglaterra.

Ese día nació nuestro protagonista, aunque su verdadero nombre es “Michael” y no “Eddie”.
“Eddie” le decían sus amigos de escuela como diminutivo de su apellido, “Edwards”.
Eddie desde que tenía consciencia tuvo un sueño y ese sueño era ir a los juegos olímpicos, aunque no le apoyaban mucho en casa, en parte porque su padre no ganaba mucho como pintor (de casas) y su madre, ganaba aún menos trabajando en una fabrica.
La vida era difícil para los Edwards, tanto que al crecer Eddie tuvo que acompañar a su padre al trabajo.

Aún así no renunció a su sueño, incluso intentó entrar al equipo de esquí de fondo pero no lo admitieron y no crean que fue porque Eddie esquiara mal, de hecho no era malo.
Era malísimo.

Y tras el rechazo su vida transcurría entre ir la escuela y ayudar a su papá a llevar dinero a casa.

Pero descubrió que no necesitaba compañeros ya que Inglaterra había ignorado una categoría de esquí en solitario y desde 1920 no enviaba a un competidor en ella.
La categoría era salto en esquí, y lo único que tenía que hacer era superar el récord que existía desde 1920 y listo, podía ir a los olímpicos, de Calgary 88.

Parece fácil pero era 1985 Eddie realmente soñaba con algo imposible y les voy a explicar por qué.
Saltar en esquí no es nada fácil, se hace desde rampas de 70 a 120 metros, la pista se va haciendo más pequeña conforme bajas cada vez a más velocidad, y cuando la rampa termina, vuelas recorriendo distancias cercanas a los 100 Km/hr.

Entre más lejos llegues en ese salto, mejor
Antes de dejar la rampa y ienes que realizar un impulso, si lo haces unas centésimas de segundo antes perderás muchos metros, si lo haces después también, así que tienes que hacerlo en el momento preciso y no sólo eso, también tienes que vigilar tu postura.
El momento más peligroso es el aterrizaje que se realiza en la posición “Telemark”, llamada así porque fue inventada en Telemark Noruega por Sondre Nordheim, la cual consiste en adelantar un poco una rodilla y amortizar el impacto con el suelo en ella.
Cómo verán es un deporte muy complejo y cualquier error puede costarte varios huesos rotos, es por eso que se califican muchos elementos como la salida, la ejecución artística del aterrizaje (que sea seguro) y bueno, el caso es que Eddie creyó que podría en esta rama del deporte.
Si quería ir a los juegos olímpicos tenia que jugarse todo por el todo y por eso se fue a vivir a EE.UU.

Ya había entrenado antes en rampas de 40 y 70 metros pero ahora se jugaría todo y empezaría con las de 90 mts, pero en su primer intento cayó mal y se rompió la mandíbula.
No tenía tiempo para recuperarse, si quería llegar a los olímpicos tenía que aprender a saltar y luego presentarse en competencias para poder calificar y pues no se dio el lujo de detenerse y se puso un collarín y volvió a subir a la rampa con la mandibula rota.
Se consiguió un entrenador que le ayudaba casi por caridad, y hasta le prestó unas botas usadas y su viejo equipo.

Eddie hacía entre 30 y 50 saltos al día, y casi siempre terminaba en el suelo, no mejoraba y para colmo además de la mandíbula también se fracturó la clavícula.
Pasaban los meses y su técnica no mejoraba, ademas no lograba bajar de peso, no era gordo, pero sí estaba 10 Kg arriba de los demás esquiadores y eso le jugaba en contra cuando volaba, pero sobretodo al caer ya que sus rodillas cargaban con ese peso extra.
Para cuando Eddie volvió a casa ya era conocido en el mundo del esquí, pero era conocido por estar gordo, no tener técnica, y ademas, siempre se caía, era la burla de todos y nadie creía en él.

Pero su madre sí, y ella vendió su vieja camioneta para darle el dinero a su hijo.
Y Eddie con ese dinero se fue a Finlandia ya que ahí vivían los mejores atletas de salto de esquí.

Le permitieron dormir en una habitación en hospital psiquiátrico a cambio de que realizara labores de mantenimiento.
Así sin dinero, mal alimentado y sin equipo volvió a entrenar
En 1987 usando equipo viejo u desgastado que pertenecía a su entrenador Chuck Berghorn, (Equipo que por cierto le quedaba grande porque Chuck era mucho más alto que Eddie y se le salían las botas)

Nuestro protagonista llegó a competir al mundial de 1987.
En Obertorf Alemania Eddie “El Águila” llegó con su equipo viejo y roto a representar a su país, un país que se burlaba de él y su sueño.

Antes de competir se tuvo que poner 6 pares de medias para que no se le salieran las botas, todos se burlaron de él al llegar su turno.
Antes de saltar limpió sus anteojos, por última vez, casi no veía sin ellos, aunque para ser justos tampoco con ellos ya que cuando se colocaba el visor estos se empañaban y cuando Eddie aterrizaba lo hacía casi a ciegas, (también por eso se caía tanto)
Con todo y todo ese día logró la impresionante distancia de 73 metros. impresionante para él, porque imagínense, el récord mundial que hoy está en manos de Stefan Kraft es de casi 254 metros, 73 metros no era nada y pues tras la competencia Eddie volvió a Finlandia a entrenar.
Haciendo trabajos de reparación en el psiquiátrico que le permitía usar una habitación para vivir recibió la noticia de que su salto en el mundial de Alemania, ese único salto que completó, lo calificaba a los juegos olímpicos (como único inglés que compitió en esa rama)
Ademas como el salto anterior fue casi 60 años antes, Eddie ahora poseía el récord nacional.

Y así llegó a los juegos de Calgary 1988 donde todos le hacían el feo, aunque la fama le consiguió algunos patrocinadores y se pudo comprar equipo decente para competir.
En el equipo olímpico lo ignoraron, le llamaban mediocre en voz baja y no querían ni sentarse con él, se burlaban y lo repudiaban pero Eddie salía sonriente a saludar a todos, incluso a la prensa mundial que poco a poco se empezó a enamorar de él y así su historia fue conocida.
Llegó el día, Eddie “El águila” se presentó a la competencia en donde se encontró con leyendas de ese deporte como el Finlandés Matti Nykänen y Bernat Solà quienes lo miraban conteniendo la risa al ver a la famosa águila de la que todos hablaban.
Eddie saltó desde la plataforma de 70 m terminando en último lugar con una distancia de 61 m.

Pero el evento que todos esperaban era el salto de 90 metros, la prueba más importante y aquella donde Eddie siempre se caía y se había roto varios huesos.
El día del evento decenas de personas ondeaban banderas de de Inglaterra, algunos escribieron su evento en pancartas, Eddie como siempre sonrió y saludó a todos, incluso a sus rivales, y a sus compañeros de equipo olímpico que se burlaban de él.
Llegó el momento, era el sueño de su vida, estaba en los olímpicos, sabía que su madre lo veía por television, aquella que creyó en él y hasta vendió su camioneta para ayudarlo, Eddie se acomodó en la rampa, se soltó y voló, pero antes de caer levantó los brazos y …
Mantuvo el equilibrio.

Lo había logrado, saludaba al público, bailó, saltó de alegría, lo mismo sus padres en casa, los británicos, la gente que siguió su historia, todos sonreían con él

A nadie le importó que terminó en último, tampoco les importó el 1ero, ese día fue de Eddie
En la ceremonia de clausura el presidente del comité olímpico, Frank King, felicitó a todos los atletas y les dijo: “Algunos han roto récords mundiales, otros marcas personales pero otros volaron como águilas”, y todos aplaudieron a Eddie y gritaron su nombre.
No pudo volver a competir en unos JJ.OO., porque el comité olímpico estableció la regla de Eddie el Aguila, la cual establecía que para asistir tenías que quedar en por lo menos una competencia oficial dentro del 30% de los primeros 50 competidores de ella, y Eddie nunca pudo.
Se quedó con las ganas de ir a Albertville 92, A Lillehamer 94 y a Nagano 98, pero eso no le importó, el día de hoy hay canciones con su nombre, viaja por el mundo contando su historia, hay una película de él pero sobretodo sigue volando, y...
Esta es la historia de Eddie el Aguila, un hombre que no puso pretextos, que aguantó burlas, hambre, frío, huesos rotos y tener todo en contra para lograr un sueño, y aún así lo hizo.

Al final demostró que en la vida tienes dos opciones...
La primera es poner pretextos y pasar el resto de tu vida preguntándote qué hubiera pasado si lo hubieras intentado.

Y la otra es creer en tu sueño, arriesgar, luchar por él, intentarlo y finalmente, volar.

Volar y tocar el cielo como lo hizo Eddie.

Fin.
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