— Pero, ehhhh, es muy intensa y brillante esta luz, no me permite ver nada.
¿Ya? ¿Está mejor?
— Ehhhh, sí, sí, ya no me deslumbra tanto, pero no te veo, sólo escucho tu profunda y grave voz.
(Continúa)
— Está bien, está bien, estoy tranquilo. Ya se me quitó el dolor en el pecho y el brazo, estuvo fuerte, muy fuerte.
Sí, es muy intenso, siempre.
— ¿Es médico? ¿Estamos en un hospital? ¿Es esa luz tan intensa, la iluminación del quirófano?
— No lo estoy entendiendo del todo, pero está bien, estoy calmado, mucho más de lo que yo mismo pensaría se puede estar.
Eso está muy bien pues el tiempo de los adversarios y la lucha política llegó a su fin.
Tenemos más tiempo que…
— ¿Qué vida? ¿¿¿¿¿¿¿???????
Sí.
— ¡Eeeeeeehhhhhhhhh! Parece que ya distingo mejor, la luz ya no es tan brillante, pero aún no lo veo.
Ya no es tiempo de preocupación o agitación, sino de la calma y reflexión.
Si hubieses sido metódico y disciplinado, no estarías "aquí". Ya deberías saberlo.
Tú lo sabes mejor que yo.
— Habla como si fuera un ángel, San Pedro o Dios, ¿Es examen? ¿Es la entrada del cielo? ¿Es un juicio por mi actuar en la tierra? Siempre fui cristiano y honesto.
— ¿Entonces, es usted el diablo?
Sólo porque te conozco bien, no me sorprende lo absurdo de tu pregunta.
— Si no es un ángel, San Pedro, Dios o el Diablo, entonces, ¿Es usted la muerte?
— ¿Habría vivido más?
No se trata de vivir más tiempo, sino de lo que aportas a los demás.
Al estar aquí conmigo, ya no es necesario que trates de engañar, tampoco vas a obtener lo que sí obtuviste en la vida, haciéndolo.
Puedes repetirlo una, cien o mil veces. Como te lo dije: nos sobra tiempo.
— ¡No entiendo! Di lo mejor de mí.
— ¿Este proceso de reflexión, es para seguir creciendo, para trascender, para ascender a otro plano, a un nivel de conciencia superior? ¿Es usted el arquitecto del universo?
Bien.
— Debo entonces reconocer que no lo hice por los demás, sino por mí, ¿que soy un hombre malvado, un mesías, cómo me llamaban despectivamente mis adversarios?
— Me alivia, que me digas que no fui un hombre malo.
— Pero, es que yo en realidad, sí quería estar en los libros, quería que mi nombre fuese recordado, quería ser amado... (cont)
Al parecer, esto nos va a llevar algo más que una eternidad.
— Lo siento, es mi naturaleza.
Tampoco hay tal cosa como “mi naturaleza”.
Empezamos a comprender.
— Bien, asumo que quise estar en los libros de historia, porque la trascendencia siempre fue importante para mí, más que el dinero y los bienes materiales o más que el poder, incluso.
— Pero también debo resaltar con toda la honestidad que tengo que sí, que sí quería y soñaba con un mundo mejor, más justo.
Eso está bien, pero ¿Crees que se puede ser “bueno” o “justo” y al mismo tiempo imponer nuestro sueño a los demás y arrebatar a otros?
Estamos dejando de avanzar.
— Ehhhhh, no estuvo tan bien, ehhhhhhhhhh, bueno, estuvo un poco mal, estuvo mal.
¿Eso te parece envenenar la mente de la gente? ¿Usar eso para tus propios fines?
— Era necesario, pero no para mis fines.
¿Seguro?
Sólo quien se conduce conduce con verdad, puede engrandecer a los demás.
— Pero ¿Y los corruptos? ¿Quienes saquean a los demás?
¿Corruptos? ¿Saqueadores?
— Bueno, de alguna manera hay que llamarlos.
— ¡Me llamas holgazán! Nunca lo fui. ¿De que se trata esto? ¡Me levanté temprano! ¡A las 6:00 am, ya estaba trabajando por el bien del país! ¿Quién eres? ¿Quién te crees?
— ¡No puedo creer que te dirijas a mí, así!
— ¿¡Quéééééééé?!
Faltó VERDAD. Toma aire, serénate.
Tú lo has dicho.
Así es.
¿Por qué habrías de cambiarlo? Fue tu vida y la viviste bien.
— Pero no es lo que deseaba, no buscaba la confrontación, la ruina de un país ni sembrar el odio entre personas. Lo hice, por imprudencia y quizá por ambición, pero no era lo que quería
— ¿Si no eres dios, entonces, quién eres?
(Continúa)
La paz eterna de un INSTANTE. El momento de confrontarnos y reconocernos como lo que fuimos.
Soy tu conciencia, soy tú. Nuestro tiempo acaba aquí, esto, sólo duro una fracción de segundo, antes de que se apague la luz y acabe para siempre.