Thread by @alejmordu

1. Con esto de que los chinos están primeros en educación, ojo con exigir mucho a los alumnos.

Puede desatarse una guerra con millones de muertos.

¿Cómo? Tal cual lo leen.

Señoras y señores, con ustedes la increíble historia de Hóng Xiùquán, Rey Celestial de la Gran Paz.

2. Hóng nació en 1814, en la provincia de Cantón, China. Pertenecía a un grupo agricultor (Hakka).

Según cuentan, era muy inteligente.

Por eso, aunque de origen humilde, su familia le financió sus estudios para ingresar al servicio civil imperial.

Prepararse era carísimo.

3. El esfuerzo de los granjeros pobres era doble:

a) debían costear el estudio de sus hijos que,
b) al no poder trabajar, tampoco contribuían a la renta familiar.

La carrera administrativa era la mejor vía de movilidad social.

Se les iba la vida en eso. A veces, literalmente.

4. Hóng intentó ingresar por primera vez a los 13 años. Le fue mal.

Después trató en 1836 y 1837, pero nada.

La cuarta y última, en 1843, también reprobó.

No lograba pasar las instancias más bajas de los difíciles concursos.

Miren esta pregunta. Los quiero ver a ustedes.

5. Hoy decimos “examen escrito” como si nada.

Pero estas pruebas también fueron un invento que le debemos a los chinos. En occidente no existían.

Suena lógico, ellos fueron los creadores del papel.

Cuando se quejen sus alumnos, ya saben a quien decirles que vayan a reclamar.

6. Los exámenes imperiales comenzaron en 606. Se mantuvieron 1.300 años.

Permanecieron sin cambios casi ocho siglos.

Habitualmente, los aspirantes comenzaban a postularse a los 15 años.

Podían repetirlo todas las veces que quisieran. No había límite de edad.

7. Los candidatos eran muchísimos, pero accedían muy pocos.

En 1250, por ejemplo, se presentaron 450.000; le dieron el diploma a 600.

En general, solo el 1% de los niveles más bajos llegaba a licenciado.

A su vez, solo uno de cada 3.000 licenciados lograba ser funcionario.

8. Se consideraba meritocrático, aunque la población urbana tenía ventaja por las diferencias de origen.

Claro que, en una época en que los campesinos no tenían ninguna posibilidad en otras partes, eso ya era algo.

Pero sostenían que al menos no había barreras formales.

9. El temario era impresionante.

Aprendían de memoria los Cuatro Libros y los Cinco Clásicos del confucionismo. Eran más de 430.000 caracteres.

También estudiaban Economía, Literatura, Historia, Derecho, Defensa, Arte de gobernar, Agricultura, e Impuestos, entre otras cosas.

10. La forma era algo que se controlaba sobremanera.

En las poesías, la métrica y la rima debían ser perfectas.

El trazo de las pinceladas tenía que ser impecable.

Al entregar los exámenes, los guardianes miraban todos los detalles.

Al más mínimo error, eran expulsados.

11. Eran seis instancias de duración variable en distintos años.

Las tres primeras eran locales: de Distrito, Prefectura y Aptitud.

Se recibían de Licenciado.

Una de las calificaciones posibles era “Talento Floreciente”.

Jóvenes graduados, ya saben cómo pedir que los traten.

12. Pero con ese título todavía no lograban nada.

Recién ahí estaban habilitados para entrar a las escuelas superiores.

En estas se preparaban para las otras tres instancias: de Provincia, de Capital y de Palacio.

Cuando finalizaban obtenían el equivalente a nuestro Doctor.

13. Las condiciones eran terribles.

Encerrados en una pequeña celda sin puerta, no podían dejarla.

Ahí dormían y comían. El examinado llevaba su agua y comida.

El gobierno proveía el orinal; también era en el cubículo.

Eran varias sesiones sucesivas de varios días cada una.

14. Eran espacios con tres tablas utilizadas como pupitre, estante y asiento.

Dormían arrodillados, en posición fetal.

El riesgo de que se volasen o quemasen los papeles era alto.

Si alguien moría, porque sucedía, envolvían el cuerpo en paja y lo tiraban al otro lado del muro.

15. A los que le iba mal en cualesquiera de las seis instancias, solían ejercer como maestros.

También se dedicaban a la Filosofía o a las Artes.

Pero no siempre era tan sencilla la reinserción.

Recordemos que su preparación era fantástica y los reprobados eran muy cultos.

16. Debido a eso, no siempre canalizaban bien la frustración.

En algunos casos se volvían locos. Otras veces podían llegar a alterar el orden social.

Y es lo que ocurrió con Hóng, el protagonista de nuestra historia.

Ya es momento que volvamos a él.

17. Luego de su tercer fracaso, tiene una crisis nerviosa.

Con fiebre, y delirante varios días, está a punto de morir.

Sueña que visita el cielo.

Ahí descubre su familia celestial: un anciano, que iba con un joven, le dice que ya nadie le rinde culto; solo adoran al demonio.

18. Restablecido, vuelve a sus actividades de maestro en su aldea.

En 1843 se presenta al examen imperial por cuarta vez.

Luego del fracaso, ya en su casa, repara en un opúsculo con varios pasajes de la Biblia que un misionero protestante le había regalado años atrás.

19. Su título: “Buenas palabras para exhortar a la era”.

Lo lee y comprende el significado de sus sueños pasados:

Identifica al hombre mayor como Dios Padre y al joven como Jesús. Hóng se ve como su hermano menor.

El demonio es Confucio.

A partir de ahí, todo es vertiginoso.

20. En 1844 lo echan de la escuela: no tuvo mejor idea que destruir las enseñanzas confucianas.

En 1847 profundiza en el estudio del cristianismo.

Se une a la secta creada por su primo: Los adoradores de Dios.

Asume como líder del grupo.

Va ganando adeptos de a poco.

21. La oportunidad es perfecta ya que una hambruna asola a China.

A fines de la década de 1840 reorganiza la secta como un cuerpo militar; será el futuro Ejército del Amor.

Con los años llegaría a superar el millón de soldados entre los que también habría mujeres.

22. Recluta más fieles y en julio de 1850 lidera la Rebelión Taiping (Gran Paz en chino) contra el poder imperial; lo detesta.

En 1851 declara la nueva dinastía y establece el Reino Celestial de la Gran Paz en el sur, en una de las zonas rurales más pobres.

Se autoproclama rey.

23. Ahí encuentra la base para el levantamiento.

Le facilita la tarea el desprestigio imperial luego de la derrota de la Primera Guerra del Opio (1839-1842).

Establece un gobierno teocrático.

A pesar de eso, dicta medidas de avanzada para la época, aunque no se cumplirán:

24. Por supuesto, lo primero es cambiar el régimen de exámenes imperiales.

Declara la igualdad de sexos.

Las mujeres también podrán rendir el examen.

Suprime el nefasto vendado de los pies.

Prohíbe la poligamia.

Elimina la propiedad privada.

Decreta una sociedad sin clases.

25. Pero su capacidad administrativa es nula.

Conquista territorio, pero no consolida nada.

Los británicos simpatizan con los rebeldes ya que debilitan al gobierno (la Segunda Guerra del Opio será entre 1856 y 1860).

Hasta que cometen su peor error: intentar tomar Shanghái.

26. Eso sí que no le gusta nada a los ingleses pues amenaza sus intereses. Comienzan a combatirlos.

En 1864 finaliza el asedio imperial y el británico a Nankin, capital del Reino Celestial. Es destruido y disuelto.

Hóng se suicida. Aunque algunos dicen que muere envenenado.

27. Su cuerpo, que había sido enterrado, es cremado y sus cenizas esparcidas.

Se estiman más de 20 millones de muertos; cantidad solo superada por la II Guerra Mundial.

Los comunistas chinos reivindicaron al levantamiento campesino de Hóng. Lo vieron como antecedente del suyo.

28. El examen imperial se eliminó hace poco más de 100 años, en 1905.

Las presiones excesivas -con suicidios y todo- continúan en la China actual. Pero esa es otra historia.

Solo recordémoslo cuando quieran que emulemos al primero en PISA sin pensar en su contexto.