Vamos a hacer un ejercicio práctico para entender el mal humor de los productores y discutir si el agro se banca o no un nuevo aumento de retenciones.
La regla es entender que producir granos tiene costos y precios dolarizados que, en casi ningún caso, son fijados por el sector.
La regla es entender que producir granos tiene costos y precios dolarizados que, en casi ningún caso, son fijados por el sector.
Néstor Kirchner gobernó entre 2003 y 2007 con una soja que valía (promedio) 340 dólares (a valores actualizados) y aplicaba retenciones del 23,5%. Recaudaba 80 dólares y le dejaba al negocio agrícola 260 dólares.
Cristina en su primer mandato tuvo una soja en suba, que promedió 502 dólares actualizados. Subió las retenciones al 35% y por eso embolsaba 176 dólares por tonelada de soja. De todos modos, quedaban 327 dólares para cubrir costos, pagar otros impuestos y tener rentabilidad.
Cristina, en su periodo de 2011 a 2015, gobernó con una soja de 512 dólares, a la cual siguió aplicando una retención del 35%. El Estado se apropiaba así de 180 dólares y para el negocio agrícola (con costos e ingresos) quedaban 332 dólares.
Vino Mauricio y entre subas y bajas la alícuota de retenciones bajó al 28% promedio. Como la soja también bajó a un valor promedio de 394 dólares, la recaudación del Fisco fue de 110 dólares y al negocio agrícola le quedaban 284 dólares, cien menos que con Cristina.
Alberto, ahora, arrancó con una soja de 370 dólares, sobre la cual está aplicando una alícuota de 30%. El Estado se lleva 111 dólares y al negocio agrícola le quedan 259 dólares. Son 20 dólares menos que con Macri. Los mismos que recibían con Néstor, 15 años atrás.
¿Y qué pasa si Alberto sube ahora las retenciones a la soja al 33%, como se preanuncia? Bueno, que la porción que se lleva el Estado trepa a 122 dólares y al negocio agrícola le quedan 248 dólares. En dólares, es la porción más chica desde que volvieron las retenciones en 2002.
Este ejercicio nos permite ver primero que las retenciones no han ido modificándose según el valor del precio de la soja (que no se define aquí). O mejor dicho, se acomodaron cuando la soja subió, pero cuando la soja bajó no se acomodaron en la misma proporción a la baja.
Otra lectura es que los dólares que quedan en manos privadas nunca han sido tan pocos como ahora.
Con Néstor quedaban 260
Con CFK 1 quedaban 327
Con CFK 2 quedaban 332
Con Macri quedaban 284
Con Alberto ahora quedan 259
y podrían quedar 248 si las retenciones van a 33%
Con Néstor quedaban 260
Con CFK 1 quedaban 327
Con CFK 2 quedaban 332
Con Macri quedaban 284
Con Alberto ahora quedan 259
y podrían quedar 248 si las retenciones van a 33%
Que uno diga que quedan 250 dólares para los privados lejos está de ser que queden en manos de los productores: con esa plata se paga el costo de la tierra, el costo de los insumos, las tareas agrícolas y los demás impuestos. Y finalmente se sabe cuánto le queda al productor.
Una lectura podría ser que en el 2008 el conflicto agropecuario fue una pelea en la abundancia: nunca hubo tantos dólares para repartir entre Estado y Privado. Como muestran los números, ahora la torta se achicó mucho. Y entonces la pelea es en un contexto de escasez.
El Estado dice que los dólares no le alcanzan y puede ser que tenga razón. ¿Pero quién se pregunta cómo les va a los productores? ¿Por qué les alcanzaría si los dólares que deja una tonelada de soja son los menos en veinte años?
Con un agravante del cual nadie habla: los costos de producción en dólares han subido visiblemente en los últimos años, especialmente por la dolarización de los precios del gasoil y la aparición del fenómeno de las malezas resistentes al glifosato.
Alberto dice que quiere acordar con los productores. Bienvenido. Pero lo hace siempre con su lenguaje, priorizando sus propias necesidades y sin ponerse nunca en la piel del otro. Eso no es acordar.
El lenguaje de los productores está en las planillas de sus márgenes agrícolas.
El lenguaje de los productores está en las planillas de sus márgenes agrícolas.
