1) Tiene razón Celaá: un hijo no PERTENECE a los padres. Un ser humano no puede PERTENECER a ningún otro. Pero es una perogrullada ridícula: el niño tampoco PERTENECE al Estado, luego esa frase de Celaá aporta cero información al debate de quién decide cómo educar al niño
2) En los regímenes totalitarios, de derechas y de izquierdas, es el Estado el que decide con qué valores educar a los hijos. Lógico: no se quiere fomentar la discrepancia; se trata de garantizar un pensamiento único acorde con lo que el Estado considera bueno o malo.
3) En los regímenes democráticos, la educación es libre en mayor o menor medida. Por ejemplo, hasta en la laica y laicista Francia hay redes de colegios religiosos, a los que los padres que quieran pueden llevar a sus hijos.
4) Y es lógico que los regímenes democráticos actúen así: en una democracia, la discrepancia y la variedad de opiniones no solo es tolerable, sino que es DESEABLE: cuanta más variedad de opiniones, más viva y adaptable es una sociedad. Y mayor es la calidad democrática.
5) En realidad, no hay debate ninguno: España, en línea con lo que sucede en otras democracias, asigna constitucionalmente a los padres el derecho a decidir la educación moral de sus hijos. No le corresponde al Estado decidir.
6) ¿Que a alguien le parece mal eso y prefiere que sea el Estado quien decida la formación moral de los niños? Pues está en su derecho de preferir eso, pero tendrá que proponer una reforma constitucional y convencernos a los españoles de que la aprobemos.
7) Hay un aspecto en el que tienen razón quienes, desde posiciones progres, ven con preocupación que los padres puedan decidir la formación moral de los niños: ese derecho de los padres tiene que tener límites, ¿no? Pues claro que sí (sigue).
8) P. ej., ¿sería admisible que en un colegio islámico se enseñara que la violencia contra la mujer es disculpable? Obviamente, no. ¿Sería admisible que en una ikastola se enseñara que ETA tenía razón en pegar tiros en la nuca? Obviamente, no. Por muchos que los padres quieran.
9) Pero la labor del Estado a la hora de poner límites a la educación moral que los padres elijan tiene un carácter reactivo, no proactivo: el Estado no puede dar formación moral ni obligar a que se enseñe nada. Lo único que puede es intervenir si lo que se enseña es inadmisible
10) ¿En qué se concreta eso? Pues en que el Estado no puede imponer que se enseñe en clase que hay que respetar a los flacos y a los gordos por igual. Lo único que puede hacer es intervenir si en una clase se enseña, por ejemplo, que fostiar a los flacos es algo guay.
y 11) ¿Cuál es el criterio que marca cuándo debe el Estado intervenir? El Código Penal. Mientras lo que se enseñe en un aula no vulnere el Código Penal, lo que el Estado debe hacer es sacar sus sucias manos de la educación de nuestros hijos. A mi hijo le educo yo #fin
