Desde que tienes consciencia de tu ser como mujer, se te recalca cuál debe ser tu vestimenta: velarte para no pervertir a los hombres y no ser torturada eternamente en el infierno.
La historia real detrás de quienes se ponen el hiyab o lo rechazan, es macabra. Nosotras, la vemos y es lo que nos hace más fuertes para combatirlo.