Soy profesor de Estética, y no tiene nada que ver con la cosmética. Para divulgar en qué consiste, voy a convertir en hilo un power-point que use ayer en una jornada de criminología sobre Arte y Crimen, o la estética del crimen. ¡Vamos a ver qué tal sale el experimento! 1/29 
Como es sabido, crimen y violencia en distintas formas (guerra, luchas, terrorismo...) son temas muy habituales, muy antiguos y muy populares de las diferentes artes, desde la literatura y el drama al cine y las series de TV, pasando por pintura, escultura y todo lo demás 2/29
Sin embargo, ética, derecho y creencias religiosas y políticas prohiben la mayor parte de formas de violencia con contadas excepciones. El hecho es que los humanos tendemos a la violencia, y además... disfrutamos con ella mientras no seamos víctimas: nos gusta como ficción 3/29
Las escenas de guerra o de violencia aparecen muy pronto en el arte prehistórico; sin duda eran temas importantes en los mitos ancestrales a juzgar por su papel central en la primera literatura sagrada, como el Génesis, Teogonía, Bhagavad Ghita, Enuma Elis y muchas más 4/29
Las escenas de violencia vinculadas a élites gobernantes son también habituales. En el arte egipcio, el faraón masacrando a sus enemigos es un tema habitual; en otras civilizaciones antiguas era aún más frecuente (por ejemplo en el belicoso y depredador arte asirio) 5/29
Abajo, un ejemplo del arte griego preclásico, la célebre aventura de Odiseo y sus hombres cegando al cruel cíclope canibal Polifemo. Mucho antes de que los poemas homéricos se pusieran por escrito, se cantaban y representaron por millares en la cerámica y el arte 6/29
¿Y por qué nos regodeamos con representaciones terroríficas, sobrecogedoras o repugnantes? ¿Por qué nos parece legítimo representar y disfrutar con lo prohibido, censurable o repelente? Una razón es que el arte transforma esas cosas negativas en nuevas experiencias 7/29
Así, esta cerámica clásica griega representa el mito de la muerte de Acteón por las flechas de Ártemis, y devorado por sus propios perros, tras espiar a la diosa bañándose. Aquí hay belleza y enseñanza moral: no espíes a los dioses ni poderosos, ¡¡hay curiosidades que matan! 8/29
En las civilizaciones precolombinas (y otras), los sacrificios humanos eran el centro de la religión, objeto de una elaborada representación: escenografía, coreografía, arquitectura monumental y toda clase de efectos sensibles. La estética "normalizaba" el sacrificio... 9/29
Abajo, pintura tibetana de los tormentos del infierno budista reservado a los réprobos. Un tema muy corriente también en el cristianismo. Se unen la advertencia religiosa sobre el final del pecador con el indudable disfrute de la emoción morbosa de verlo aplicado a otros 10/29
La experiencia estética, que es lo que sentimos ante una obra de arte (o un paisaje, un cuerpo, etc.), cruza las fronteras éticas e ideológicas: convierte en una buena experiencia lo que en ética es malo. Transfigura las cosas, por decirlo así, y las convierte en otra cosa 11/29
Es el proceso que Aristóteles llamó catarsis: conversión de sentimientos negativos como miedo, ira o asco en otros como solidaridad, compasión o comprensión. Es lo que hacen las imágenes que representan las injustas torturas de los mártires, como esta de José Ribera 12/29
Pero estas resignificaciones no son sencillas ni transparentes. Las imágenes del horror absoluto pueden ser muy bellas, y por tanto atractivas y satisfactorias. Esto es pertubador e inquietante. Abajo, un fotograma del impresionante documental "Shoah" sobre el holocausto 13/29
El crimen gratuito, la violencia sociópata sin causa razonable, es tema de muchas novelas y películas. El arte ayuda así a desvelar realidades molestas y tabúes, como la del mal banal, y obliga a pensar en ellas. Abajo, fotograma de "La naranja mecánica", de S. Kubrik 14/29
En otras hurgamos en las desviaciones aberrantes de la conducta agresiva propia de psicópatas y similares. Resulta tan fascinante o más que la inocencia. ¿Quién no ha simpatizado con el inteligente y sutil antropófago Anibal Lecter de "El silencio de los corderos"? 15/29
Los seres humanos somos profundamente contradictorios, y la experiencia estética lo muestra de forma implacable. La razón está en que somos seres emocionales con razón, y necesitamos satisfacer todas las emociones que demandamos, incluidas las negativas (¡la mayoría!) 16/29
Pero el arte hace mucho más que mostrar y disfrutar con nuestro lado obscuro. También es testigo muy eficaz del crimen. La "literatura del exterminio" (o concentracionaria) transmite mucho mejor el horror del exterminio planificado, nazi o comunista, que la crónica fáctica 17/29
Los "Desastres de la guerra" de Goya son un clásico, el mejor testimonio de los horrores de la guerra de independencia en ambos bandos. La imagen de gran calidad artísitica es mucho más elocuente y profunda que una descripción oral o escrita 18/29
Lo mismo reconocemos en las fotografías y documentales de Auschwitz y los campos. Es mucho más expresivo e informativo ver una fotografía de niños que la frase "había niños en Auschwitz". El riesgo es que, ¿inevitablemente?, embellezcamos el crimen (y eso puede banalizarlo) 19/29
La fotografía de guerra presenta esta inevitable cara y cruz de la experiencia estética y la obra de arte. Nada es tan expresivo como una buena foto, pero la calidad estética nos lleva a admirarla sublimando los hechos que representa 20/29
Así pues, además de testimoniar con fuerza incomparable cuando es de gran calidad, la creación estética también convierte al crimen en un tema desnudo de su trabajo, invitando a contemplarlo como una "historia emocionante" 21/29
En este sentido, la evangélica "matanza de los inocentes" es un tema habitual del románico. Sin duda porque es uno de los peores crímenes relatados, tras la crucifixión, y apropiado para la reflexión teológica. Pero también por ser brutal, cruel, morboso y fascinante 22/29
Determinados temas se repiten en ciertos periodos con una multitud de significados que se apoyan en emociones muy básicas y los sentimientos derivados. En el barroco, uno es la decapitación de Holofermes por Judith, un raro caso legítimo de "hombre asesinado por una mujer" 23/29
La novela negra es uno de los grandes géneros literarios modernos, y un caso no muy frecuente donde calidad de la escritura y temática popular se dan la mano. Quizás porque la cuestión de la amoralidad del crimen se da por obvia y se deja de lado: es puro disfrute 24/29
Para acabar este breve recorrido, citemos al arte que se adentra directamente en el territorio de lo prohibido sin dejar de ser un gran arte (no, p.ej., mera pornografía). Es el caso de "Saló", de Passolini, tan repugnante (insoportable para muchos) como gran película 25/29
Hitchcock y los maestros del suspense llevaron muy lejos la ficción criminal en muchos sentidos, por ejemplo adoptando el punto de vista del criminal literalmente, como en la célebre escena de la ducha de "Psicosis". El crimen queda transfigurado en algo puramente emocional 26/29
Esa transfiguración o resignificación -del crimen como cosa injustificable a fuente de emociones legítimas- consigue a veces extraños efectos. En la trilogía de "El padrino", de Coppola, podemos sentir simpatía y comprensión por la familia Corleone pese a todas sus maldades 27/29
Determinadas poéticas, como el surrealismo, incluso experimentan a ver qué pasa si convertimos lo raro, violento, repulsivo y criminal en un dato más de la realidad y un fenómeno a disposición de la experiencia estética, como en "Un perro andaluz" y su famosa navaja 28/29
Y para acabar, el arte sirve para poner sobre la mesa, y con sus propios medios, crímenes que se niegan o rehuyen. Es el caso de la extraordinaria obra de Ana Mendietasobre la muerte, la violencia sexual y el maltrato a mujeres (lo sufrió) cuando apenas se hablaba de ello 29/29
