Thread by @monicanienor

¿Os venís conmigo de viaje? Salimos de Bornos (Sevilla), pasamos por Venecia y nos embarcamos hasta Jaffa para recorrer la Ciudad Santa. Por el camino compraremos mármoles genoveses, encontraremos poetas y al llegar, forjaremos una leyenda: la CASA DE PILATOS.

DENTRO HILO! 🧵

Nuestro compañero de viaje es Fadrique Enríquez de Ribera (1476-1539), ilustre sevillano de la nobleza urbana, testigo y artífice del engrandecimiento de la ciudad. Entre sus ilustres antepasados, su bisabuelo, el marqués de Santillana o el mismísimo Alfonso XI.

A él y a sus herederos le debemos la exquisita Casa de Pilatos, ese palacio urbano que combina con sabiduría mudéjar, gótico y renacimiento, jardines arqueológicos y galerías de emperadores, fuentes, mirtos, limoneros e higueras. Un paraíso de paz donde las horas vuelan.

La Casa de Pilatos responde a esa nueva necesidad de abandonar el concepto de intimidad islámico para desarrollar una arquitectura parlante que dé buena cuenta a los ciudadanos de la calidad de su dueño, con espacios públicos y semipúblicos en un innovador lenguaje renacentista.

Pero la promesa era un viaje, y allá nos vamos.
Fadrique Enríquez decidía en 1518, tras jurar al joven Carlos V, marchar a Jerusalén como peregrino. La llegada de la imprenta hizo eclosionar la literatura periegética o de viajes, y Jerusalén era uno de los destinos predilectos.

Bernardo de Breydenbach y su "Viaje a la Tierra Santa" (1486), el conde de Warwick (1408), Gilberto de Lannoy… tendrían en letra de molde sus experiencias como peregrinos. El propio Fadrique escribirá una auténtica guía del viaje que publicará en la imprenta de su casa (1521)

Lo delicioso de esta guía es que es doble, pues contiene también la Trivagia del poeta, ahora sacerdote, Juan del Encina, aquel que decía antes de ordenarse:
"Querría no dessearos
y dessear no quereros,
mas, si me aparto de veros,
tanto me pena dexaros que
me olvido de olvidaros"

Uno nos da una visión práctica del viaje, el otro busca una experiencia trascendental y sólo encuentra decepción, ruina y miseria:

"A modo de cárcel era la posada
do estrados de tierra con piedras están hechos
que, a mengua de ropa, nos sirven de lechos."

En plena vía Dolorosa, los viajeros ven que el Pretorio de Pilatos no es más que "un pequeño cuerpo de cassas caydo", y la sala donde fue azotado, un vil establo que "es un dolor verlo que el corazón parte".

Aun así, tras tomar la comunión sobre el Santo Sepulcro, Fadrique Enríquez recibe uno de sus mayores orgullos: es nombrado caballero de la Orden del Santo Sepulcro.

De vuelta a Sevilla, vuelve a pasar por Italia como en el camino de ida. Fadrique es hombre de historia, de estrategia, de negocios (tiene las almonas de Sevilla), de piedad acendrada, pero su paladar no está habituado al rigor clásico. Dos meses en Roma y ni una palabra.

En cambio, Venecia le había entusiasmado, desde sus canales a sus palacios, de sus puentes a su sistema de gobierno:

"Es la más hermosa población que ay en la christiandad, porque si no se vee no se puede juzgar".

En Pavía queda fascinado con la fachada de la Cartuja, con sus abigarrados relieves aún muy lejos de la pureza compositiva del clasicismo:
"...es la mejor casa que puede ser […] de fuera es muy hermosa, más que la de Seuilla, de muchos remates y ymágenes de bulto.."

No es de extrañar que, llegado a Génova, encargara en el taller de Pace Gazini y Antonio Maria Aprile da Carona los sepulcros de mármol de sus padres siguiendo este mismo modelo. Estos dos soberbios ejemplos fueron toda una revolución en una Sevilla anclada aún en el gótico.

Y aunque ya se conocía el ejemplo del sepulcro del cardenal Diego Hurtado de Mendoza (Domenico Fancelli, 1509), lo cierto es que es Fadrique Enríquez quien introduce de forma visible y definitiva el nuevo lenguaje clásico en la ciudad.

Encargará al taller genovés la fachada de sus casas y las columnas de su palacio, aquel empeño constructivo que iniciara su madre, Catalina de Ribera, en San Esteban.
La intimidad de tradición islámica quedaba atrás. La nueva consigna era la exhibición de la condición nobiliaria.

Las casas del marqués de Tarifa merecen un hilo aparte, hoy nos detendremos en analizar su leyenda, su propio nombre: la Casa de Pilatos.
Decía la tradición que recibió ese nombre porque el marqués reprodujo en sus casas el pretorio de Pilatos en Jerusalén...

… pero por su diario de viaje sabemos que ya no era más que un grupo de casas caídas y un establo.
Lo que sí es cierto es que la casa de Ribera era fiel devota de la Pasión de Cristo, no en vano Catalina de Ribera fue la fundadora del Hospital de las Cinco Llagas.

Así, Fadrique Enríquez, imbuido del espíritu pasionístico a su vuelta de Jerusalén, en 1521, instituyó un Via Crucis que partiría de sus casas hasta el humilladero extramuros conocido como la Cruz del Campo. Y en su fachada, la primera estación: Jesús es condenado a muerte.

El Via Crucis es una práctica penitencial popularizada desde el siglo XIV. Las "Revelaciones" de Santa Brígida, la "Imitatione Christi" de Tomás de Kempis o el "Theatrum Terrae Sanctae" de Andricomio de Delf lo anclarán definitivamente en la piedad popular.

La tradición quiere que Fadrique Enríquez instituya el mismo Via Crucis en Bornos, desde el monasterio de Ntra. Sra. del Rosario (fundado por su hermanastro mayor) hasta el humilladero de Esperilla. Por cierto, que nuestro marqués hubo de litigar con el monasterio...

…porque su hermanastro, heredero del mayorazgo pero fallecido sin herederos en 1509, había dejado el Señorío al monasterio y no a nuestro marqués.
pares.mcu.es/ParesBusquedas…

Sólo unos años más, y vemos como vuela la leyenda. Corría un folleto en 1653 por las calles sevillanas que aseguraba que la portada fue mandada labrar "al modo y traza de la de Pilatos". En el imaginario colectivo, el Pretorio no podía ser sino arquitectura "al romano".
Tiziano.

Leyenda sobre leyenda, la afición del marqués por contar los pasos de la Vía Dolorosa en su viaje, llevó a asentar la convicción de que desde su palacio a la Cruz del Campo había el mismo número de pasos que desde el Lithostrotos de Pilatos al Gólgota: 1 321 pasos (997,13 metros)

Sus propios sucesores contribuyeron a asentar la creencia, como el III Duque de Alcalá, Fernando Afán de Ribera (1583-1637), quien añadió la logia o tribuna que da a la plaza en 1603. Esta galería serviría como palco de honor, pero también como escenario del Via Crucis cuaresmal.

Allí, el predicador recitaría cada año la fórmula mágica: “Aquí se contempla cuando Cristo Nuestro Redentor le sentenciaron a muerte en la Casa del Pretor Poncio Pilatos”.
Una auténtica hierofanía donde lo trascendente se hace visible en el mundo. La Casa de Pilatos, escenario.

Pero hay más, siempre hay más.
La columna en medio de la capilla gótica, llamada de la Flagelación, puesta allí por el propio Fadrique Enríquez, en recuerdo de aquella en la que Jesús fue azotado.

El azulejo con un gallo tras una reja que, dice la tradición, guarda las cenizas de aquel que anunció la traición de Pedro. Fadrique Enríquez así lo vio en la casa de Caifás, donde: “hacia el patio está una ventanilla adonde dicen estaua el gallo”.

La propia tierra bajo la que se enterró Fadrique Enríquez en el monasterio de la Cartuja, traída desde el huerto de Getsemaní.

Las cruces recrucetadas que exhibe en la balaustrada superior, aquellas que sólo pueden exhibir los caballeros de la Orden del Santo Sepulcro. Todo nos remite a Jerusalén, a la Pasión.

Fadrique Enríquez había unificado las dos Antigüedades, la clásica en sus patios, en su colección de escultura clásica, en los órdenes y medallones, y la jerosolimitana en una concepción escénica que remite, una y otra vez, a la Ciudad Santa.

Y ahí reside el verdadero valor de la Casa de Pilatos: constituir una nueva calle de la Amargura, una loca sancta.

Es la Nueva Jerusalén en el corazón de la Nueva Roma.

@VanesaRegaladoV @Educo_gratis @Argivus @cipripedia @fernandoplazap @PropylaeumAnt @LAURASolete123 @Miss_Adler78 @JanVanGoth @Livia_a_Roma